Barcelona

El Gobierno desembarca en busca de diálogo

Margallo defiende un déficit asimétrico para las comunidades, pero descarta una financiación singular

La Razón
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Dicen las abuelas que quien se enfada tiene dos problemas, «enfadarse y desenfadarse». Es la versión sencilla de la frase del pensador y ensayista inglés del siglo XIX Thomas Carlyle, que decía que «nunca debe lamentarse el hombre de los tiempos que vive, pues esto no le servirá para nada».

Dicen las abuelas que quien se enfada tiene dos problemas, «enfadarse y desenfadarse». Es la versión sencilla de la frase del pensador y ensayista inglés del siglo XIX Thomas Carlyle, que decía que «nunca debe lamentarse el hombre de los tiempos que vive, pues esto no le servirá para nada». Tras meses intercambiándose reproches, Gobierno y Generalitat han enfundado las armas para tratar de restablecer los puentes de diálogo, rotos, después de que Artur Mas adoptara la «estelada» como bandera. Asfixiado por la delicada situación económica de la Generalitat, Mas aboga ahora por el diálogo. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, son los tres elegidos por Mariano Rajoy para negociar con Cataluña este tratado de no agresión. Si la Generalitat necesita crédito, al Gobierno le interesa desactivar la bomba del proceso soberanista.

García-Margallo y la ministra de Fomento, Ana Pastor, desembarcaron ayer en Barcelona para reconstruir los puentes con Madrid. El ministro se reunió discretamente con el conseller de la Presidència, Francesc Homs, en el Palau de la Generalitat, donde se cruzó con Mas. Homs, como responsable de la acción exterior del gobierno catalán, entregó el borrador de la futura ley de acción y servicio exterior de Cataluña que el Govern quiere impulsar esta legislatura. Juntos analizaron el anteproyecto de ley de acción exterior del Ministerio de Asuntos Exteriores para coordinar la actuación internacional de las autonomías.

El conseller y el ministro exhibieron una buena sintonía, pese al rifirrafe de hace dos meses a raíz de la presentación del anteproyecto del Gobierno que respeta que Cataluña mantenga su acción exterior sin pretensiones diplomáticas vía «embajadas». Homs respondió entonces que continuaría con su estrategia de internacionalizar el proceso soberanista. Pero ayer evitaron dar detalles del encuentro para evitar cualquier imagen de fractura. «Las reuniones reservadas son reservadas, por lo que ni aunque me repregunten bajo tortura voy a contestar», respondió Margallo a los periodistas, antes de entrar al almuerzo-coloquio de la Cámara de Comercio de Barcelona, donde hizo un firme llamamiento a la unidad, al diálogo y al consenso para superar la crisis. Ante 250 empresarios, defendió que «para remontar, como en la Transición, la unidad es fundamental».

Fiel a la tesis del «primum vivere, deinde philosophari», instó primero a rebajar la crispación, superar la crisis y luego resolver asuntos en Cataluña como la financiación, el déficit de infraestructuras y la lengua y la cultura. Como muestra de que el Gobierno apuesta por el entendimiento, admitió que no ve un «disparate» un déficit asimétrico para las comunidades, aunque es consciente de que tiene compañeros que pueden pensar diferente. En cambio, rechazó una financiación «singular» para Cataluña que defiende la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho.

Margallo también se reunió con empresarios en el Consorcio de la Zona Franca. Su testigo lo recogerá Montoro, que vendrá a Cataluña los próximos días para explicar su propuesta de financiación.