Cataluña

El Govern estudia prohibir al Ejército la promoción de su oferta formativa

La CUP y Colau ponen en jaque la presencia de las Fuerzas Armadas en el Salón de la Enseñanza

La Generalitat asegura estar «replanteándose» la presencia del Ejército en los espacios educativos y de ocio
La Generalitat asegura estar «replanteándose» la presencia del Ejército en los espacios educativos y de ociolarazon

El Ejército no podrá publicitarse ni dar a conocer su opción formativa y laboral a los jóvenes catalanes si prospera el asedio que mantienen la CUP y el Ayuntamiento de Barcelona para que el Salón de la Enseñanza no cuente este año con el «stand» militar. Tanto es así, que ayer la consejera de Educación, Meritxell Ruiz, ya anunció que el Govern se «replanteará» la presencia de esta institución en las próximas ediciones de la feria educativa, de acuerdo a la moción aprobada en 2015.

En el pleno del Parlament celebrado ayer, los antisistemas afearon a la Generalitat el haber permitido que las Fuerzas Armadas participasen en esta edición del Salón (que se celebrará del 9 al 13 de marzo en Fira de Barcelona), ya que su presencia es «una contradicción al proceso de liberación catalán» y fomenta «la cultura de la guerra». Ruiz recogió la petición y dejó entrever que el Govern no fomentará más que los estudiantes opten por «una formación militar», y sí por otros sectores como el tecnológico e industrial.

Esta nueva maniobra no hace más que confirmar el cerco al Ejército, que estrechan cada vez más las instituciones catalanas. El Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo, rechazó el verano pasado el proyecto de un nuevo museo militar en el edificio de Capitanía, después de que el instalado en Montjuïc fuese clausurado en 2008. La toma de posesión de la alcaldesa Ada Colau ya fue un anticipo de la actitud que tomaría el Consistorio con el ámbito castrense. Durante su celebración, varios miembros de la CUP increparon con insultos al teniente general Inspector General del Ejército, Ricardo Álvarez-Espejo, un hecho que provocó que los altos mandos estudiasen no volver a participar en este tipo de actos. A todo ello hay que sumar la tensión con la que se celebran las ceremonias militares en Cataluña, escrutadas al milímetro por la lupa del independentismo.

La última afrenta se produjo la semana pasada, cuando Colau y la CUP exigieron al Departamento de Enseñanza que iniciase los trámites para «no permitir la representación de las Fuerzas Armadas en el Salón de la Enseñanza» . Tampoco «en espacios educativos y de ocio». Ayer, los antisistemas volvieron a la carga y la Generalitat recogió el testigo anunciando que actuará en consecuencia.

Quizá porque no recuerda la tabla de salvación que supuso el Ejército para los miles de jóvenes que querían escapar del paro con el estallido de la crisis. Si en 2001 sólo había dos candidatos por plaza ofertada, desde el año 2013 apróximadamente 30 optan a cada puesto. Además de obtener un sueldo , convertirse en soldado profesional les da la oportunidad de seguir formándose y de acceder a una titulación universitaria o de FP, que son homologables en la sociedad civil. Pero muchas de las plazas requieren perfiles académicos y técnicos que dejan en un segundo plano, también en Cataluña, las razones relacionadas con la crisis para explicar el poder de convocatoria del oficio de militar. De hecho, en 2014 fueron casi 1.500 los jóvenes catalanes que optaron a las 1.500 plazas ofertadas para toda España.

A pesar de la pinza de la Generalitat para que los jóvenes catalanes no se conviertan en soldados, el «stand» de las Fuerzas Armadas en la feria educativa de Barcelona siempre es uno de los más visitados, según confirman los organizadores del evento.