Nueva York
El hiperrealista que convenció a Dalí
Entre septiembre y octubre de 1974, el recién inaugurado Museo Dalí de Figueres inauguraba una exposición dedicada a lo que era entonces una de las obsesisiones del fundador de ese centro: el hiperrealismo estadounidense. Para publicitar aquella muestra, con piezas procedentes de la colección de Daniel Hechter, Salvador Dalí escogió un cuadro en que aparecía la imagen de un coche pintado con un detallismo fotográfico. La obra la firmaba Don Eddy. Ese cartel puede verse hoy en la famosa sala Mae West del museo surrealista de Figueres.
Cuatro décadas más tarde, el pintor estadounidense es el protagonista de una pequeña, pero interesante muestra en el Museo Europeo de Arte Moderno (Meam), en Barcelona. Un total de ocho trípticos realizados en los últimos años sirven para que el público pueda conocer a uno de los autores de referencia del hiperrealismo estadounidense.
Cada cuadro es la suma de tres paneles individuales, separados normalmente por espacios de 2,54 centímetros el uno del otro. Son imágenes que tienen a la fotografía como principal inspiración, además de haber sido realizadas con un aerógrafo que tiene 55 años. Eddy emplea técnicas que hoy en día nos resultan plenamente vigentes, pero en los años 60, cuando iniciaba su carrera pictórica, eran calificadas por muchos como controvertidas.
Por otra parte, los cuadros han sido realizados a partir de un elaborado sistema de entre 15 y 25 capas de pintura, un sistema de trabajo muy habitual en el arte premoderno europeo, pero no común en la pintura actual.
El objetivo del artista es lograr reflejar la tensión entre la percepción y la experiencia, una de sus principales preocupaciones como creador plástico. En este sentido, Don Eddy sostiene que la riqueza de la experiencia está encerrada en las cosas pequeñas, algo que quiere trasladar al contexto artístico mediante la relación que se establece con las tres imágenes.
Sobre sus intenciones, el mismo artista asegura que «si ahora somos capaces de concebir el arte como "imaginado"y no "pensado"; un arte que utilice un modelo organizativo "poético", y no ensayístico; y un arte que se apoye en una actitud "democrática"y no "autoritaria"en relación con el sentido, podremos ver que existe un arte que no tiene (a priori) sentido para nada». El pintor sigue sosteniendo que su pintura, que hoy puede verse en centros como el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, «tiene propósitos, pero no sentido».
Quien se acerque al Meam podrá constatar todo esto a partir de una selección de trabajos que no dejan indiferente. Con una mirada en el que se combina el lirismo con el realismo, Don Eddy sabe tomar lo mejor de cuanto considera como modelo para sus cuadros, con la misma fuerza que convenció a Dalí.
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