Tribunal Supremo
El independentismo traslada a enero su fallido «otoño caliente»
El separatismo prepara movilizaciones para el inicio del juicio a los dirigentes del «procés»
El independentismo había planteado septiembre y octubre como dos meses capitales para volver a tomar impulso desde la calle al amparo de la celebración de las diferentes efemérides del «procés».
El independentismo había planteado septiembre y octubre como dos meses capitales para volver a tomar impulso desde la calle al amparo de la celebración de las diferentes efemérides del «procés». Sin embargo, no solo ha sido incapaz de conseguir cumplir con las expectativas, sino que el previsible «otoño caliente» se le ha vuelto en contra. Así, más allá de la exitosa manifestación del 11 de septiembre con motivo de la Diada, el separatismo ha cosechado revés tras revés. El primero, en la conmemoración del referéndum ilegal del 1 de octubre, donde los líderes políticos, principalmente Quim Torra que fue abucheado, se llevaron un revolcón y sufrieron la impaciencia y la ira de unas bases desatadas exigiendo la ruptura con el Estado y dejando episodios de gran tensión como el intento de asalto al Parlament. El segundo, en la conmemoración de la declaración de independencia, donde los CDR y la ANC fueron incapaces de lograr grandes movilizaciones en sus diferentes actos y, más allá de Torra y Carles Puigdemont, los partidos –ERC y la CUP– apenas hicieron nada para reivindicarla.
Así, tras un «otoño caliente» fallido, el separatismo desplaza ahora su mirada a enero, cuando está previsto el inicio del juicio a los dirigentes independentistas procesados. Las acusaciones de la Fiscalía del viernes se erigieron en el punto de partido, cuando se organizaron diferentes protestas en toda Cataluña –especialmente a las puertas de los centros penitenciarios donde están encarcelados los políticos presos–, aunque poco concurridas. La intención, por tanto, ahora es usar la indignación popular que provoque el juicio como recurso al que aferrarse para conseguir nuevas demostraciones de fuerzas.
La ANC, en este sentido, tratará de movilizar a las bases, pero también proyectar internacionalmente el conflicto, algo que se la ha atragantado al independentismo. Su apuesta pasa por organizar movilizaciones en Cataluña y toda Europa con el objetivo de convertir el juicio en el «altavoz» para denunciar al Estado en el extranjero. Por su parte, la CUP no arroja demasiadas concreciones aunque avisa de que el juicio se debe convertir en un «boomerang jurídico y político» contra el Estado. Sí lo hace Arran, que apela a una huelga general y a «convertir el juicio en una revuelta popular para desestabilizar al Estado». Endavant, partido integrante de la CUP, también ha llamado a una huelga general.
El Govern, finalmente, aguardará a la sentencia. Si hay condena, Torra ya ha advertido que será un «punto de no retorno» y habrá que actuar con la determinación del 1-O. Lo más posible son nuevas elecciones como salida.
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