Hospitales
El mensajero de los sueños de los niños con cáncer
El triatleta Joan Lara recorrerá 1.542 km para recaudar fondos
Cuenta la leyenda que el soldado griego Filípides, después de participar en la batalla de la ciudad de Marathon contra el ejército persa, recorrió sin descanso los 42 kilómetros que la separan de Atenas para comunicar a sus compatriotas la victoria. Tal fue el esfuerzo, que al llegar sólo le quedó aliento para decir «Hemos vencido».
Como Filípides, el triatleta igualadino Joan Lara, es un «hemeródromo», un soldado corredor de larga distancia usado como mensajero. Él también está dispuesto a poner su físico al límite para gritarle al mundo que los niños con cáncer del Vall d’Hebron van a salir victoriosos de una dura batalla.
Pero, ¿cómo se llega a ser un «hemeródromo»?, Primero, está claro, hay que prepararse físicamente y, después, querer utilizar esta condición para transmitir mensajes importantes.
Joan, ingeniero de profesión, tuvo que empezar desde cero porque «mi relación con el deporte se limitaba a correr por mi cuenta para mantenerme en forma», relata a LA RAZÓN. Así que se puso manos a la obra y en poco tiempo consiguió prepararse para disputar su primer Ironman (3,86 km natación, 180 km de ciclismo y 42,2 km de carrera). «Cuando llegué a meta, mi ego se alimentó durante 15 minutos, pero después pensé ‘¿Y ahora qué?’» Fue esta reflexión, reconoce Joan, la que le animó a utilizar el deporte para una buena causa y buscar una meta aún mayor: participar en el Ultraman del Reino Unido y utilizar esta prueba para recaudar fondos a través de una campaña de crowdfunding en la web migranodearena.org/rendirseno esunaopción.
Cuando le comunicaron su admisión en el triatlón más duro que existe, buscó la causa solidaria con la que colaborar: «En Rac-1 escuché la labor que hace AFANOC (Asociación de Familiares y Amigos de Niños Oncológicos de Cataluña) en la ‘Casa dls Xuklis’ y no lo pensé ni un segundo más». Esta iniciativa ofrece alojamiento, con 25 apartamentos individuales, a todas las familias con un niño con cáncer y otras enfermedades de larga duración, que deben desplazarse de sus lugares de origen para recibir tratamiento en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
«El Ultraman fue durísimo y sufrí un percance el primer día», explica este deportista. A pesar de ello, no quiso abandonar; «si los niños no se rinden en su lucha, yo tampoco podía», rememora Joan. Conocer de primera mano la situación por la que atraviesan le llevó a hacerse voluntario en la planta de oncología hematológica del Vall d’Hebron y diseñar una prueba específica para ellos.
«Pensé que si Filípides fue capaz de recorrer 42 km para comunicar una victoria, nosotros correremos hasta el fin del mundo si hace falta, para llevar hasta allí los sueños de los niños». Dicho y hecho, Joan cargó en su mochila con los sueños de todos los pequeños con los que cada jueves compartía juegos en el hospital para llevarlos al fin del mundo, a Finisterre. Para ello, recorrió 85 km en bicicleta cada día durante dos semanas, un esfuerzo que sirvió para recaudar 3.000 euros.
Es en esta parte de la historia, cuando al triatleta se le rompe la voz. «No sé si el destino lo quiso así, pero cuando fui a colocar todos los deseos escritos en una botella para tirarla al mar, se quedó fuera el de Israel», un niño de Zaragoza con el que tuvo un feeling especial durante su voluntariado. «La carta que escribió se quedó pegada por fuera del cristal y pude ver su contenido: ‘Quiero ser como Messi’. Ahí es donde rompí a llorar», reconoce.
Para este verano, Joan ha diseñado un nuevo periplo para dar a conocer la batalla de los chicos con cáncer y seguir recaudando fondos. La prueba, que ha denominado «Epic», consistirá en recorrer en bici los 1.542 km que separan Barcelona de Roma en tan sólo siete días. La meta no es casual, «es la ciudad de los gladiadores», y como ha comprobado Joan, «estos pequeños quieren que se sepa que están dispuestos a luchar»
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