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El reto de escribir la biografía de Cela

Adolfo Sotelo indaga sobre el Premio Nobel

Adolfo Sotelo Vázquez, fotografiado esta semana en la Universidad de Barcelona / Foto. Shooting
Adolfo Sotelo Vázquez, fotografiado esta semana en la Universidad de Barcelona / Foto. Shootinglarazon

Adolfo Sotelo indaga sobre el Premio Nobel

«Sotelo es peligroso porque conoce mi obra mejor que yo». Con estas palabras, dichas en diciembre de 1999, Camilo José Cela sentenciaba lo mucho que Adolfo Sotelo Vázquez sabía sobre su vida y su extensa obra literaria. El catedrático de Literatura Española de la Universidad de Barcelona sigue en su viaje por el universo del autor de «La familia de Pascual Duarte» y «La colmena». Buena prueba de ello es la reciente aparición de un volumen que ha coordinado bajo el título «Aspectos del periodismo de Camilo José Cela», publicado por Edicions de la Univeristat de Barcelona, y en el que se analiza el paso del Premio Nobel por varios medios escritos, como «La Estafeta Literaria», «Destino» o «Diario de Barcelona», entre otros.

Cuando se le pregunta a Sotelo Vázquez si se conoce hoy bien a Cela, no puede evitar lanzar un suspiro. «La contestación debe ser una. Se conoce una parte, seguramente la más importante de su obra. Se conoce a nivel de lectura y también a nivel de investigación, de conocimiento universitario. ¿Qué parte es esa? “La familia de Pascual Duarte”; “Viaje a la Alcarria, su primer libro de viajes publicado en 1948; y “La colmena”, publicada en 1951 en Buenos Aires», comenta. Sin embargo pone como ejemplo que, en este año se cumplen cincuenta de «San Camilo 1936», la novela de Cela sobre la Guerra Civil. «Es una obra de difícil lectura, pero ya verá como pasa sin pena ni gloria. No se venderá», reconoce.

En los últimos tiempos, la producción literaria de Camilo José Cela ha ido pasando de manera tímida y, a veces, invisible, por las librerías. A excepción de unos pocos, poquísimos títulos –los más conocidos por el gran público–, el reto del corpus celiano está fuera del alcance del gran público. «Cela hizo la edición, en Destino, de su obra completa con Fernando Huarte. A Cela hay que editarlo como se hizo a finales del siglo pasado y este con Émile Zola. ¿Cómo se debe editar? Zola es un enorme novelista, pero también escribió artículos, ensayos, además de una correspondencia extensa que se ha recogido en veinte tomos. Yo he propuesto un millón de veces hacer una edición que reúna la obra de Cela ordenada de manera cronológica. Los primeros trabajos suyos son de 1934. Así que se empieza en esa fecha. En el intérvalo que acoge esa coronología publicar aquellas cartas más sobresalientes para entender la obra. Usted me pregunta si está bien editado. Estamos hoy muy lejos. Es difícil», dice Sotelo Vázquez.

Tras la muerte del escritor

La desaparición del escritor gallego el 17 de enero de 2002 tampoco ha hecho que sea muy fácil la difusión de su legado literario. «Cuando mueren se produce un silencio. Luego resucitan por múltiples motivos, algo que ha sucedido con autores como Torrente Ballester que, por cierto, sigue siendo un desconocido porque fuera de “Los gozos y las sombras” y “La saga/fuga de J. B.”, que no ha leído nadie, no se le conoce», siubraya. Es entonces cuando el periodista pone, como contrapeso, la mucha difusión que tienen los libros de un contemporáneo del gallego y compañero en el catálogo histórico de Destino, como es el caso de Miguel Delibes. «Eso es algo que ya pasaba en vida de los dos en Destino. Cela tiene una apuesta narrativa distinta. Hay algo en el estilo que el lector descubre, pero el universo... En Delibes o te encuentras con Castilla o con una ciudad de provincias y, a menudo, un conflicto de mentalidades».

Adolfo Sotelo Vázquez lleva muchos años con Cela a cuestas. Entre lo escrito sobre el autor de «Mazurca para dos muertos» o «Madera de boj» destaca el volumen «Variaciones Cela», también aparecido bajo el sello de Edicions de la Universitat de Barcelona. Allí el estuidioso nos expone detalles desconocidos u olvidades del universo del escritor, como su aparición como actor en la gran pantalla, sus amistades con el mundo de la pintura, las vicisitudes de las diferentes ediciones de «La familia de Pascual Duarte», la admiración hacia su paisano Ramón María del Valle-Inclán o las amistosas relaciones, en ocasiones nada fáciles, con Antoni Tàpies y Salvador Espriu. Todo ello apoyado en textos rescatados de los fondos de la Fundación Camilo José Cela. Pero todavía hay mucho que hacer para poder saberlo todo sobre el gran narrador.

En este sentido, por ejemplo, Sotelo Vázquez anuncia la aparición en «Cuadernos Hispanoamericanos» de un artículo en el que se analiza los vínculos de Carlos Barral y Jaime Gil de Biedma con la revista «Papeles de Son Armadans» que dirigía Cela. «He leído muchísimas cartas. Cela, desde 1954-1955, guarda copia de las cartas que escribe. Hay más de 100.000 cartas. No las he leído todas, pero sí las dirigidas a los editores, los directores de los periódicos, los políticos influyentes o un tipo tan interesante como Américo Castro. Hay que meterse en todo eso para poder edificar al personaje», sostiene el biógrafo.

¿Le interesa todo lo escrito por Cela? Sotelo Vázquez reconoce que «el escritor me interesa mucho hasta la muerte de Franco. Bueno, lo que me hace volver a leer a Cela es la aparición de “Mazurca para dos muertos”, aunque yo lo había leído antes en el colegio, no como ahora. Antes se leía a Cela en el colegio, al igual que “El Jarama”».

¿Y el hombre? «Al hombre lo he conocido al final. Cuando me preguntan cómo era siempre digo que era un tipo muy educado, casi un caballero inglés. Todo lo demás es máscara, forma parte de una máscara. Aquí siempre venía con una amante que tenía en Barcelona. Marina Castaño, su última esposa, siempre me preguntaba que cómo era ella y yo le decía que la misma estatura de Camilo, rubia. Ese es el personaje. Pero a mi quien me interesa es el escritor».

Otra duda para concluir. ¿Hay algún escritor que pueda ser definido como discípulo del responsable de «Pabellón de reposo» u «Oficio de tinieblas 5»? Sotelo Vázquez concluye que «no discípulos, pero han querido estar en su línea Francisco Umbral y Juan Manuel de Prada».