Elecciones catalanas
Fiebre por el legendario voto del área metropolitana
A excepción de Unió que busca electores entre los «convergents de toda la vida», catalanes moderados como Miquel Roca que no están por aventuras inciertas, entre el resto de candidaturas hay una fiebre por coger votos en el área metropolitana de Barcelona. También en las afueras de las grandes ciudades y en los distritos de la Barcelona popular y castellanohablante, con un censo que cuenta con una mayor proporción de ciudadanos nacidos en el resto de España. La historia de las elecciones catalanas ha forjado el mito de que habría una bolsa de votantes no nacionalista, de izquierdas y que en las encuestas se sentiría más español que catalán, que vota en las generales y se queda en casa para las catalanas.
Por ejemplo, en las elecciones autonómicas de 2004, votaron 364.000 menos que en las generales de dos años después. Y aunque en la última contienda electoral esta tónica se rompió, con unas encuestas advirtiendo de que hay un gran número de indecisos, los partidos han convertido a los «Fernández y García» en su particular «Dorado».
Los partidos protagonizan una lucha encarnizada por pescar votos en caladeros tradicionalmente socialistas. Albert Rivera llamaba este fin de semana a teñir de naranja el área metropolitana de Barcelona, en argot político conocida como el cinturón rojo. Ayer, era Pablo Iglesias quien pedía convertir en morado el área metropolitana. Y aunque la izquierda está a favor del progreso, Iceta en un mitin en casa, en L’Hospitalet de Llobregat, se mostró receloso con los cambio y reivindicó el «cinturón rojo».
Pero no solo los partidos contrarios a la independencia se pelean por este legendario electorado. Catalunya sí que es pot, que tiene dificultades por ampliar el espectro soberanista, más movilizado que los catalanes a los que nos les seduce la independencia, también ha centrado sus esfuerzos en el área metropolitana.
Sus estudios señalan como un factor clave la movilización en el área metropolitana. Y allí se han lanzado con vallas publicitarias con mensajes en castellano como «Amenazas, no. Urnas, sí» y voluntarios repartiendo trípticos, también escritos en castellano, donde se explica con un texto más visceral que informativo por qué hay que votar a favor de la independencia. El castellano al que no le dejan tener una tercera hora en las escuelas, ahora es rescatado por los soberanistas.
No falta el mantra del déficit fiscal, «en Cataluña damos más de lo que recibimos, a cambio nos recortan las inversiones que necesitamos». Tampoco el discurso victimista: «Nos cierran la puerta a cualquier diálogo y nos prohiben el derecho a decidir nuestro futuro. Es una gran injusticia tener que vivir con un estado en contra». Ni las maravillas que pueden hacerse con la independencia: «Queremos tener los instrumentos para garantizar el estado de bienestar y el futuro de nuestros hijos». «Queremos decidir el único cambio posible en España Vayamos juntos para hacerlo bien», concluye.
Como Artur Mas no seduce en esos lares, la prueba es que CDC se hundió en las municipales en municipios como L’Hospitalet o Santa Coloma, donde no tiene ni un concejal, Junts pel exhibe al presidente de Súmate, Eduardo Reyes. Ayer participó en un acto con Raül Romeva que esquivó la equiparación que Mas hizo de Iglesias con Aznar sobre el origen de los catalanes. Romeva recordó que en la Cataluña independiente a nadie se le obligará a cambiar de nacionalidad ni a dejar de seguir a “La Roja”».
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