Gastronomía
La Gormanda, un proyecto muy personal con base tradicional, originalidad y producto seleccionado
Se trata del restaurante en el que la chef Carlota Claver da rienda suelta a su cocina tras años trabajando en el proyecto familiar
Se trata del restaurante en el que la chef Carlota Claver da rienda suelta a su cocina tras años trabajando en el proyecto familiar.
Carlota Claver es una joven chef que arrancó su carrera profesional en el grupo de restauración de su familia, pero hace ya casi dos años decidió volar en solitario y crear su proyecto más personal, La Gormanda.
«Este restaurante responde a mi ilusión por tener algo mío, un establecimiento en el que sentirme libre para hacer lo que quiera, mi cocina; un lugar en el que sentirme realizada», explica Carlota, quien define esa cocina como «una gastronomía de mercado». «Me gusta mucho el producto, saber de dónde viene y jugar con la temporada», señala la propietaria de La Gormanda, que si bien pone de relieve que «mis platos tienen una base tradicional catalana», apunta que «me gusta mucho la cocina asiática y frecuentemente introduzco algo asiático a mis elaboraciones».
Y el resultado de esta forma de entender la cocina es una oferta repleta de «platos originales, de combinaciones sorprendentes y presentaciones singulares», como las crestas de gallo, gyozas de carn d'olla «son platos sencillos, de toda la vida, pero con un toque diferente, con sorpresa», asegura Carlota.
La oferta se presenta en tres fórmulas diferentres. Por un lado, la carta, pensada para compartir; por el otro, un menú degustación, que suele ser sorpresa y que por 50 euros ofrece 4 entrantes, un pescado, una carne y dos postres con el objetivo de que el comensal pueda probar varias propuestas de la cocina de La Gromanda. Y por último, un menú de mediodía, que se modifica diariamente y que consta de un aperitivo, un primero, un segundo y postre por 21 euros. Solo los jueves manteine su propuesta de arroz de galeras. «El menú ejecutivo nos permite jugar mucho con el producto de temporada», comenta Carlota para a continuación indicar que éste también está presente, de alguna manera, en la oferta de la carta a través de las sugerencias del día.
La bodega se rige también por los mismos patrones que la cocina. La carta de vinos es el resultado de una minuciosa selección del producto, un producto cuidado, mimado y «con una persona que le pone mucho cariño detrás». «Son vinos procedentes de pequeños elaboradores, poco conocidos», indica la propietaria, quien además es también sumiller.
En cualquier caso, para Carlota, el gran atractivo de su restaurante ya no es solo su propuesta gastronómica, su buena cocina o la cuidada selección de un producto que marca la diferencia, que compran y escogen ellos mismos, sino que la clave está en el cariño que tanto ella como su equipo ponen a todo. «Queremos que la gente se sienta como en casa, esté bien cuidada y mimada», asgura para a continuación poner de relieve que éste es una «restaurante familiar». Y ello se refleja también en el estilo y ambiente del establecimiento. «Es un espacio sencillo, con maderas nobles que nos gustan mucho porque lo hacen acogedor», como también sus paredes de ladrillo, el techo abovedado y las vigas de madera.
Este año, además, el restaurante tendrá un valor añadido con el acondicionamiento de su terraza para poder disfrutar de este espacio también en invierno.
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