
Opinión
Manuel Marchena y José Ramón Navarro, jueces
Vaya mi reconocimiento para estos dos grandes del Derecho

En ocasiones, me ha recriminado alguno de mis escasos, pero fieles, lectores que siempre que escribo sobre alguien lo hago sólo para hablar bien. No es una cuestión de estilo sino una convicción personal. No me gusta hablar mal de nadie. Sencillamente cuando alguien me cae mal no hablo y procuro apartarlo de mi lado. Ya algún que otro enemigo me he ganado por mi afición a meterme en todos los charcos como para llevarlo además al terreno personal.
Comprendo que tampoco parezca muy normal que un abogado hable sobre jueces, pero a mi edad y veteranía, me permito el placer de escribir hoy sobre dos grandes jueces, don Manuel Marchena y don José Ramón Navarro, con los que, dicho sea de paso, profesionalmente he tenido un resultado desigual, porque como no podía ser de otra manera tanto en el Tribunal Supremo, como en la Audiencia Nacional, cuando me han tenido que zurrar me han zurrado, igual que otras veces me dan dado la razón.
A don Manuel Marchena lo conoce todo el mundo muy a su pesar. A veces las circunstancias colocan a las personas en situaciones que ellos no buscan, y que son objeto del foco mediático. Marchena es ante todo un sensacional y magnifico jurista. También hay otros tan buenos como él, pero fue a él a quien le tocó el difícil papel de ser la imagen de algo tan sencillo y complicado a la vez como es el hecho de que España es un Estado de Derecho. Demostrar que la mano firme no excluye garantías, dando amplísimo margen a las partes, incluida por supuesto las defensas, y valga lo dicho para poner también en valor el grandísimo trabajo de los cuatro magníficos fiscales que intervinieron, todo ello en el llamado juicio del procés. Un trabajo de muchísimos años que el pueblo sintetiza en un juicio.
A José Ramón Navarro la inmensa mayoría no lo conocerán, pero si les digo que ha presidido los últimos diez años la Audiencia Nacional, comprenderán que ese desconocimiento es quizás su gran mérito. Diez años de su presidencia con juicios complejos, situaciones mediáticas, la ciudadanía pendiente de lo que allí sucedía y él mantenía el anonimato. Sólo los juristas, sólo los que pateamos la Audiencia Nacional sabemos de sus conocimientos jurídicos, su savoir faire y su mano izquierda. Marchena se queda en la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Navarro no sé donde irá, pero, sea como fuere, vaya mi reconocimiento para estos dos grandes del Derecho. Y no se escandalicen, ni tomen como peloteo lo que escribo, porque no me hace falta. Aprecio a ambos, admiro a ambos, y escribo sobre ellos porque se lo merecen, porque me apetece. Y no me resisto a revelar el secreto de estos dos JUECES (con mayúsculas): se llaman Sofía y Estrella, sin ellas seguramente no hubieran hecho todo lo bueno que han hecho por la Justicia y el Estado de Derecho.
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