Entrevista

Estela Cámara: «Es importante trabajar la salud cerebral a través de la estimulación cognitiva»

Investigadora de IDIBELL y de la Universitat de Barcelona

Estela Cámara
Estela CámaraLa Razón

Un estudio liderado por investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y la Universidad de Barcelona pone de manifiesto que la reserva cognitiva tiene un efecto protector en la progresión y severidad de los tres tipos de síntomas de la enfermedad de Huntington: cognitivo, motor y el psiquiátrico.

¿Qué es la enfermedad de Huntington? ¿Cómo se manifiesta? ¿Cuáles son sus causas?

Es una enfermedad neurodegenerativa provocada por un único gen que conocemos muy bien. Es hereditaria, así que hay un 50% de posibilidades de heredarla de los padres. Básicamente es una enfermedad que afecta a los ganglios de la base, que es un región que integra muchas funciones y eso da lugar a una tríada de síntomas, que son motores, cognitivos y psiquiátricos. Esta enfermedad además es un modelo de neurodegeneración porque, a diferencia de las otras enfermedades neurodegenerativas, al ser genética, con un análisis de sangre que se puede hacer a partir de los 18 años, puedes saber si una persona va a desarrollar la enfermedad y eso permite estudiar las fases iniciales de la enfermedad, en las que el paciente no tiene síntomas pero el cerebro empieza a degenerar. Así, es un modelo de neurodegeneración muy interesante en un contexto en el que las neurodegenerativas son un reto al que tendremos que dar respuesta en el futuro. Es un modelo muy limpio en el que solo hay neurodegeneración, porque cuando además hay envejecimiento también hay daño vascular y muchas otros procesos implicados.

Esta patología no tiene cura pero ¿existe alguna intervención para minimizar sus síntomas?

Hay fármacos para minimizar los síntomas, que lo que hacen es reducir la clínica, pero no curan la enfermedad, que va avanzando. Éstos solo ayudan a lidiar con los síntomas, sobre todo en las primeras fases, y la esperanza de vida de los pacientes es de 20 o 30 años tras la aparición de esos síntomas .

Hace unos años, este mismo grupo desarrolló una investigación gracias a la cual se pudo conocer mejor la relación entre este enfermedad y el estilo de vida intelectual. ¿Qué es lo que vieron entonces?

La reserva cognitiva, que hace referencia al hecho de tener un estilo de vida intelectualmente activo, se asociaba siempre a una mejora en los circuitos relacionados con las funciones cognitivas. Vimos que en una de las regiones afectadas por la enfermedad de Huntington, si tienes más reserva neuronal al haber estimulado tu cerebro, ésta actúa como una especie de colchón que va a protegerla y, por lo tanto, va a ser menos vulnerable a la enfermedad. Es como una caja de ahorros, donde tu vas poniendo tus ahorros, y eso te va a permitir que si en un momento dado necesitas recursos, puedes tirar de ahí si el sistema no te lo cubre. Eso sería lo que encontramos en ese estudio, en el que también vimos efectos de resiliencia, que es que hay como una reorganización cerebral que, cuando el sistema necesita más demanda, si tenemos un cerebro plástico que tiene capacidad de reorganizarse que es algo a lo que da lugar trabajar esta reserva cognitiva, permite usar otras estrategias para compensar otros déficits. Por ejemplo, en una persona con la enfermedad de Huntington que no presenta síntomas lo que podría estar pasando es que utiliza más áreas atencionales para dar lugar a la misma ejecución de la tarea. Eso haría que en las personas con más reserva cognitiva esos circuitos más de funciones ejecutivas se saben reorganizar mejor. Vimos que en los pacientes con más reserva cognitiva había menor empeoramiento cognitivo.

¿Qué hay que entender por un estilo de vida intelectualmente estimulante?

En nuestro caso, esto lo medimos con un cuestionario de reserva cognitiva, el cual tiene en cuenta los años de educación de la persona, su tipo de trabajo, si tiene formación musical, las lenguas que habla, si hace actividades relacionadas con la lectura y si utiliza juegos intelectualmente activos.

Ahora, un nuevo trabajo arroja más información al respecto.

Este segundo estudio fue longitudinal y lo que intentamos mirar fue la progresión, es decir si cuando la enfermedad avanzaba, la reserva cognitiva también ayuda a frenar la rapidez en la pérdida de funciones y si la manera en la que el cerebro va perdiendo estas neuronas es más lenta en los casos que tenían más reserva cognitiva. Vimos que también había una relación entre la reserva cognitiva y la progresión de los síntomas y que, por lo tanto, no se trataba solo de una relación la severidad de esos síntomas. Aquellos con más reserva cognitiva tenían menos síntomas y además éstos se presentaban de una manera más lenta. Además, como novedad, analizamos la transferencia a otros dominios, es decir qué pasa en el dominio psiquiátrico y motor. Así, estudiamos si la reserva cognitiva podía también frenar esta progresión y severidad en la sintomatología psiquiátrica y motora y observamos que sí. Asimismo, en este estudio intentamos entender las bases neuronales relacionadas con esta transferencia de funciones y encontramos que había áreas implicadas en diferentes funciones que la reserva cognitiva protegía.

¿Cómo se trasladan estas conclusiones a la práctica clínica, al manejo de los pacientes? ¿Son extrapolables a la población en general?

Hay muchos estudios que han mostrado que tener el cerebro activo permite proteger de la posible neurodegeneración a la que todos estamos expuestos y este estudio cuantifica esa importancia y muestra que es un tipo de intervención útil para los pacientes de Huntington. Así, refuerza esa idea de que es importante trabajar la salud cerebral a través de una estimulación cognitiva activa, incluso en la población general.