Barcelona
La legislatura de Colau termina con un divorcio total con la Guardia Urbana
Faltan dos semanas exactas para las elecciones municipales, con unos resultados más inciertos que nunca, con numerosas incógnitas, entre ellas el número de concejales que conseguirá la actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. El último pleno en el Ayuntamiento sirvió para mostrar, de nuevo, el gran divorcio que existe entre la Guardia Urbana y el gobierno municipal, que dura desde el inicio del mandato, en 2015. En referencia al documental de hace años, los sindicatos consideran que Colau «entró por ‘Ciutat Morta’ y deja una Ciudad Muerta». Son muchas las causas.. «Mala imagen». Desde el sindicato mayoritario, Csif, se quejan de la «brecha que se ha abierto entre la sociedad y la Guardia Urbana, por lo mala imagen que se ha propulsado. También denuncian algunos ataques de la CUP, y recuerdan el episodio del ex concejal de esta formación, Josep Garganté, que fue acusado de coaccionar a un médico para conseguir que notificase una supuesta agresión de un agente a un inmigrante. «Fue una calumnia», lamentan desde el sindicato a este diario.. «Abandono institucional». Se trata de una de las quejas más habituales dentro del cuerpo respecto al gobierno municipal de Colau, y que se resume en una especie de sensación de abandono. «Nos falta apoyo institucional», lamentan, en referencia a lo que han sido, a su juicio, la ausencia de apoyo público por parte del Consistorio. Y lo que es peor, aseguran que «en la calle no lo tenemos». Otro hecho grave, añaden, y que ya ha sido denunciado en otras ocasiones –queja por otra parte compartida por los Mossos d'Esquadra, en este caso respecto a la Generalitat– es la «pérdida de autoridad». «Lo notamos en la calle, con la gente, incluso con los delincuentes», dicen. A ello se tiene que añadir la «falta de seguridad jurídica», teniendo en cuenta que han sido atacados. Y aportan desde el Csif un dato importante: «Nunca se han personado a favor de nosotros, pero si a favor de los manteros».. Seguridad laboral. El cuerpo se queja de que en estos años se ha perdido, en líneas generales, seguridad laboral. En algunas ocasiones son, también en parte debido a la profesión, a accidentes de trabajo. «Tenemos que litigar en los juzgados», lamentan. Otro problema importante es la llamada segunda actividad. Esto es, agentes que han sufrido algún tipo de accidente o cualquier otro hecho y que no pueden seguir ejerciendo sus funciones habituales dentro del cuerpo, pero que piden seguir formando formando parte de la Guardia Urbana.. Falta de efectivos. Una denuncia que no es que sea precisamente nueva, sino que arrastra desde hace muchos años, pero que tampoco se ha corregido en esta legislatura. No es solo cuestión de números. Desde los sindicatos se lleva tiempo lamentando una «crisis colectiva de desánimo», que encima empeora cuando hay falta de recursos humanos. El Csif calcula que en Barcelona faltan un centenar de efectivos, que de momento no llegan.. «Malas instalaciones». Un hecho importante dentro de este capítulo cuando se destapó el mal estado de la comisaría provisional del Eixample. «En algunos casos el estado es lamentable, tanto por motivos como de higiene como de seguridad», a lo que añaden que de esta manera «se pone en peligro al ciudadano».. Material mejorable. Otro problema compartido con los Mossos. La falta de material, lo que se traduce en que desde el cuerpo se reclaman más armas largas, pistolas táser y lanzadoras.. Inseguridad. El talón de Aquiles de la ciudad en los últimos años, que según la Guardia Urbana se ha incrementado en esta legislatura. La inseguridad ha crecido un 26 por ciento en Barcelona, según datos del cuerpo. Evidentemente, uno de los principales focos de atención ahora mismo es el «top manta», del que este sindicato asegura «no tener instrucciones de Colau para detenerlos». En pocos años, el número de personas que se dedican a esta actividad se ha multiplicado por diez en la ciudad, una cifra que parecía insólita por ejemplo en 2014. El otro gran problema son los hurtos –dejando a un lado el incremento de las agresiones sexuales–, que actualmente son de unos 500 al día, es decir, unos 21 cada hora. A ello se debe añadir que una quina parte de ellos están protagonizados por los denominados menores extranjeros no acompañados.
El cuerpo denuncia falta de apoyo institucional y un aumento de la inseguridad, con 500 hurtos al día
Faltan dos semanas exactas para las elecciones municipales, con unos resultados más inciertos que nunca, con numerosas incógnitas, entre ellas el número de concejales que conseguirá la actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. El último pleno en el Ayuntamiento sirvió para mostrar, de nuevo, el gran divorcio que existe entre la Guardia Urbana y el gobierno municipal, que dura desde el inicio del mandato, en 2015. En referencia al documental de hace años, los sindicatos consideran que Colau «entró por ‘Ciutat Morta’ y deja una Ciudad Muerta». Son muchas las causas.
«Mala imagen»
Desde el sindicato mayoritario, Csif, se quejan de la «brecha que se ha abierto entre la sociedad y la Guardia Urbana, por lo mala imagen que se ha propulsado. También denuncian algunos ataques de la CUP, y recuerdan el episodio del ex concejal de esta formación, Josep Garganté, que fue acusado de coaccionar a un médico para conseguir que notificase una supuesta agresión de un agente a un inmigrante. «Fue una calumnia», lamentan desde el sindicato a este diario.
«Abandono institucional»
Se trata de una de las quejas más habituales dentro del cuerpo respecto al gobierno municipal de Colau, y que se resume en una especie de sensación de abandono. «Nos falta apoyo institucional», lamentan, en referencia a lo que han sido, a su juicio, la ausencia de apoyo público por parte del Consistorio. Y lo que es peor, aseguran que «en la calle no lo tenemos». Otro hecho grave, añaden, y que ya ha sido denunciado en otras ocasiones –queja por otra parte compartida por los Mossos d'Esquadra, en este caso respecto a la Generalitat– es la «pérdida de autoridad». «Lo notamos en la calle, con la gente, incluso con los delincuentes», dicen. A ello se tiene que añadir la «falta de seguridad jurídica», teniendo en cuenta que han sido atacados. Y aportan desde el Csif un dato importante: «Nunca se han personado a favor de nosotros, pero si a favor de los manteros».
Seguridad laboral
El cuerpo se queja de que en estos años se ha perdido, en líneas generales, seguridad laboral. En algunas ocasiones son, también en parte debido a la profesión, a accidentes de trabajo. «Tenemos que litigar en los juzgados», lamentan. Otro problema importante es la llamada segunda actividad. Esto es, agentes que han sufrido algún tipo de accidente o cualquier otro hecho y que no pueden seguir ejerciendo sus funciones habituales dentro del cuerpo, pero que piden seguir formando formando parte de la Guardia Urbana.
Falta de efectivos
Una denuncia que no es que sea precisamente nueva, sino que arrastra desde hace muchos años, pero que tampoco se ha corregido en esta legislatura. No es solo cuestión de números. Desde los sindicatos se lleva tiempo lamentando una «crisis colectiva de desánimo», que encima empeora cuando hay falta de recursos humanos. El Csif calcula que en Barcelona faltan un centenar de efectivos, que de momento no llegan.
«Malas instalaciones»
Un hecho importante dentro de este capítulo cuando se destapó el mal estado de la comisaría provisional del Eixample. «En algunos casos el estado es lamentable, tanto por motivos como de higiene como de seguridad», a lo que añaden que de esta manera «se pone en peligro al ciudadano».
Material mejorable
Otro problema compartido con los Mossos. La falta de material, lo que se traduce en que desde el cuerpo se reclaman más armas largas, pistolas táser y lanzadoras.
Inseguridad
El talón de Aquiles de la ciudad en los últimos años, que según la Guardia Urbana se ha incrementado en esta legislatura. La inseguridad ha crecido un 26 por ciento en Barcelona, según datos del cuerpo. Evidentemente, uno de los principales focos de atención ahora mismo es el «top manta», del que este sindicato asegura «no tener instrucciones de Colau para detenerlos». En pocos años, el número de personas que se dedican a esta actividad se ha multiplicado por diez en la ciudad, una cifra que parecía insólita por ejemplo en 2014. El otro gran problema son los hurtos –dejando a un lado el incremento de las agresiones sexuales–, que actualmente son de unos 500 al día, es decir, unos 21 cada hora. A ello se debe añadir que una quina parte de ellos están protagonizados por los denominados menores extranjeros no acompañados.
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