Fauna
Litio, el lince del gen viajero, vuelve a casa
No se reintroducirá en Cataluña, antes hace falta 25.000 hectáreas con muchos conejos
No se reintroducirá en Cataluña, antes hace falta 25.000 hectáreas con muchos conejos
A Litio, el lince ibérico hallado al lado de Barcelona, en Santa Coloma de Cervelló, muy lejos de su hábitat, que es el Valle del Guadiana y está a 1.100 kilómetros, al sur de Portugal, por poco le pasa como al amigo Blanco Herrera, a quien Peret dedica una de sus rumbas más conocidas. Que se fue de juerga y como no volvía a su casa, todos lo daban por muerto. En las próximas semanas, los técnicos de Life Iberlince, el proyecto con el que se ha logrado salvar de la extinción al lince ibérico iban a empezar con el recuento anual.
En 2002, había 94 ejemplares; ahora hay 600. Para monotorizar a la población de linces, los técnicos se sirven de un sistema de fototrampeo. Y si en dos censos seguidos un ejemplar no aparece, se da por muerto. Esto hubiera pasado con Litio, si los vecinos de Santa Coloma de Cervelló no lo hubieran avistado en un campo de cerezos, tras la Colonia Güell. Como dijo ayer el director del programa Iberlince, Miguel Ángel Simón, en una comparecencia junto al jefe del Área Regional de Agentes Rurales en Barcelona, Jaume Bosch, para dar a conocer cómo capturaron al lince y cuál es su futuro inmediato, Litio «no estaba muerto, estaba de parranda».
El operativo para capturar a Litio duró tres días y se utilizaron tres trampas con un conejo como cebo, su presa preferida. El lunes se le vio con un conejo recién cazado y no tenía hambre. Pero el miércoles cayó en la trampa. Ahora, el lince está en el Centro de Recuperación de Especies Amenazadas de Granada donde le han hecho un chequeo médico. A falta de los resultados de una analítica de sangre para descartar infecciones, Simón confirmó que está «en perfecto estado». Sólo tiene garrapatas y pulgas, pero pesa 14 kilos, un peso estupendo para un animal de cuatro años. «Parece que se ha alimentado bien de conejos», comentó Simón. Si las analíticas son buenas, en una semana, volverá a ser liberado, aunque aún no saben dónde si en Portugal, de donde ya ha huído en un par de ocasiones o Doñana. Litio nació en un centro de Huelva, pero fue reintroducido en el Valle de Guadiana, donde vive una comunidad de linces. Ha cruzado la península de cabo a rabo. En Cataluña debió entrar por El Ports. Simón no duda de que volverá a irse de expedición, una vez suelto, porque Litio es algo así como «el Marco Polo de los linces». Esta vez, le pondrán un buen GPS. El que llevaba se estropeó.
Simón cuenta que hay tres tipos de lince: los territoriales, que no suelen moverse más allá de un radio de 40 kilómetros; los exploradores, que llegan a los 100 kilómetros, y los viajeros, como Litio, que refuerzan la teoría de que existe el gen viajero que empuja a algunos ejemplares a ir en busca de otras familias de animales para romper la endogamia y enriquecer la especie. Litio podría ser un buen embajador para el proyecto Iberlince 2 que estudia conectar las comunidades del Valle del Guadiana y Doñana. Los técnicos tratarán de salvar del dispositivo que llevaba Litio las coordenadas del recorrido que hizo Litio porque daría información sobre qué zonas pueden ser un buen hábitat para el lince.
Aunque el hallazgo de Litio, a 20 kilómetros de Barcelona, ha despertado la pasión por el lince ibérico en Cataluña, la idea de reintroducirlo en esta zona de la península queda descartada. Primero, porque no hay vías de comunicación con las poblaciones de lince que viven en Andalucía, Extremadura, Portugal y Castilla-La Mancha. Y para reintroducirlo se necesitan un mínimo de 25.000 hectáreas con muchos conejos. Es cierto que Litio estaba «muy a gusto» en Santa Coloma de Cervelló, se escondía en una zona boscosa y salía a buscar conejos a un campo de cerezos, se movía en una área de 500 hectáreas, «pero no tiene ningún sentido tener un ejemplar solo», constató Simón. Además, estaba muy cerca de infraestructuras peligrosas y una cosa es tener conejos para un lince y la otra para 100, el mínimo de ejemplares que se han de reintroducir para crear una comunidad.
El lince desapareció de Cataluña hace un siglo
Los linces desaparecieron de Cataluña a principios del siglo XX. Por eso las llamadas alertando de que se había visto un lince en la Colonia Güell no fueron creíbles. Pero como los agentes rurales han llegado a ver cocodrilos en el Besòs fueron en busca del lince y lo encontraron. Su pelaje, único en cada especie, delató a Litio, desaparecido en 2016. Llevaba tiempo allí, semanas o meses.
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