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Los grandes bromistas de la literatura

En el día de los inocentes, no está de más echar la vista atrás y desenmascarar a los bromistas literarios más carismáticos de la historia, del shakespiriano Puck a Loki o la gran Lucy van Pelt

Los grandes bromistas de la literatura
Los grandes bromistas de la literaturalarazon

En el día de los inocentes, no está de más echar la vista atrás y desenmascarar a los bromistas literarios más carismáticos de la historia, del shakespiriano Puck a Loki o la gran Lucy van Pelt.

Desde los 12 años, Max Hohenlohe-Schillingsfürst había tenido un miedo irracional a las paredes. En realidad, no era tan irracional. El célebre escritor alemán de novelas románticas todavía recordaba como si fuese ayer aquella semana de marzo de 1861 cuando de lunes a domingo se le cayó todos los días una pared a los pies de camino a la escuela. El lunes fue una verja alta de madera que pareció explotar a pedazos, astillándole el dedo gordo del pie. El martes, todavía cojo, fue una de piedra que hacía el papel de zanja de una enorme edificación que le hizo tropezarse y romperse la nariz. «¡Pero qué haces chico!», exclamó su padre aquella noche. «Yo sólo paso por ahí», contestó.

El miércoles fue una pared de ladrillo y cemento que se descoyuntó como un castillo de naipes aplastándole el sombrero. El jueves fue sepultado por un montón de sacos de arena que intentaban achicar el desborde de un río. El viernes se le cayó encima un grupo de catalanes que hacían sus ensayos de la gran exhibición de castellers preparada para el sábado. Y el sábado se quedó en casa, nervioso, pero su hermano empezó a dar con el martillo en la habitación continua tirándole encima una estantería y dos kilos de pintura blanca.

Aquello ya le puso de los nervios. «¡Qué haces, estás loco!», gritó nervioso a su hermano, que sacó la cabeza por el agujero que acababa de hacer. «Creía que eso es lo que te gustaba, que te tiren paredes encima. No queria que te sintieses raro el día que no hay colegio», dijo riéndose su hermano, encantado por su broma. Estuvo cinco años castigado, pero éste siempre aseguró que había merecido la pena.

El domingo, el bueno de Max fue a la iglesia con sus padres, con el ánimo tan alterado que a penas podía moverse. Cuando se sentó en la tercera fila, sin que nada hubiese sucedido, dio gracias a Dios y respiró tranquilo. Escuchó el sermón con mucha atención y pensó que así cerraba la peor semana de su vida. Sin embargo, al salir, su hermano, el bromista, le pisó los cordones de sus zapatos. Max tropezó, hizo desestabilizar a toda la fila y, de pronto, se le cayó encima el gordo, temible y peludo señor Wand, (pared en alemán), dejándole tonto durante tres días.

Después de aquello, Max Hohenlohe-Schillingsfürst fue para todo el pueblo el niño que tiraba las paredes. Había que ir con cuidad con él. Nadie le creyó cuando dijo que era su hermano quien le había hecho tropezar. No, no, ni mucho menos. Todo el pueblo dedujo que el bromista era él, que toda esa semana había sido sólo una salvaje escapada de bromas y destrucción. Max se convirtió en literato para escribir su propia historia, ya que todos parecían haberle condenado a ser lo que no era. Mientras tanto, su hermano, Clodoveo de Hohenlohe-Schillingsfürst, se convertía en 1894 en canciller alemán. Cómo se reía con Robert Gascoyne-Cecil, III marqués de Salisbury y primer ministro de Inglaterra, cuando le hablaba de su pobre hermano, el célebre escritor de novelas románticas.

De Loki a Snoopy

Los escritores no suelen ser grandes bromistas, pero desde luego han creado personajes icónicos que han ayudado a dibujar al bromista tipo. En el día de los Inocentes, no está mal echar una vista atrás y recordar algunos de esos personajes icónicos, algunos que se remontan a tiempos inmemoriales, de dioses nórdicos como Loki a polinesios como Maoui. Todas las culturas tienen a su bromista primigenio.

El gran creador de bromistas, sin embargo, no llegaría hasta la época victoriana con William Shakespeare. En «Sueño de una noche de verano», nos presenta a Puck, que transforma la cabeza de Buttom en un asno y encima hace que la hada se enamore de él. Toda broma convierte a la víctima en asno, así que la metáfora aquí es redonda. Si encima hace que te enamores de ese asno, de esa estupidez, la broma ya es infinita. Y Shakespeare no se queda aquí. En «Noche de reyes» hace que una broma con el pobre mayordomo Malvodio acabe con él vestido como un imbécil que le llevará a un final trágico. Porque las bromas son divertidas, pero es un error pensar que no tienen consecuencias

Después del mejor, es importante dejar constancia de la broma de más duración en el tiempo de la historia. La inventó el dibujante Charles Shultz para su inmortal «Snoopy». Desde los primeros números de su tira cómica, la agria Lucy van Pelt ya le ponía la pelota de fútbol delante a Charlie Brown, sólo para quitársela justo antes de que la pudiese chutar. La reiteración hace de esta broma algo maravilloso. Y no es extraño que un cómic hable de ellos, porque el cómic nació a partir de las bromas de dos sin vergüenzs, «Max und Moritz», personajes que Wilhelm Busch creó en 1865.

Y después de la broma más sostenida, hay que referirse a la más cruel. Por supuesto, estamos hablando de «Carrie», la terrorífica y triste creación de Stephen King. Que a una adolescente inadaptada la conviertan en reina del instituto, sólo para echarle un cubo de sangre encima es algo tan cruel que entiendes su reacción de buscar venganza. moraleja, cuidado con las bromas, porque siempre tienen consecuencias.

A partir de aquí hay millones de ejemplos, pero pocos tan abrumadores como Behemoth, el gato demoníaco, amante del vodka y las pistolas, de «El maestro y Margarita de Bulgakov. Aunque la más entrañable y heroína por excelencia es «Matilda», esa niña adorable a la que sus padres odian y ella se venga con todo tipo de bromas. Roald Dahl convirtió el deseo de millones de niños en realidad.

Mención a parte merece el escritor y periodista H. Allan Smith, que en «Antología completa del bromista» anotó todas las bromas, ligeras y pesadas, que había realizado durante años a todo tipo de gente, sobre todo a personas del gremio. Quien quiera tener una buena idea para hacer reír, o llorar, a sus amigos en el día de hoy, hay que leerla.