Los juegos se reivindican como baza cultural

Hay campañas de fomento de la lectura, campañas que impulsan el deporte, campañas que hablan de los bienes de una vida saludable, y todas son positivas y necesarias, no hay nada como correr leyendo una gran novela y bebiendo un zumo de aguacate. Pero dónde están las campañas para la promoción de los juegos. ¿Acaso no son un ejercicio intelectual y físico capaz de estimular la imaginación y promover la interacción social como ningún otro? Está claro que la tradición judeocristiana valora más el esfuerzo y el sacrificio que la imaginación y la diversión, y los juegos parecen pasatiempos irrelevantes. Pero jugar es divertido, jugar es creativo y jugar es, sobre todo, importante y debería ser hasta becado.

Este fin de semana arranca la cuarta edición del Festival del Juego, Barcelona Dau, iniciativa que quiera dar relevancia a un sector del ocio vital para el desarrollo personal tanto de niños como de adultos. Si el año pasado ya atrajo a 14.100 asistentes, este año se prevé doblar esa cifra con nuevos espacios que diversificarán su oferta por toda la ciudad. A la Fábrica Fabra i Coats, que este año ocuparán casi por completo, se les unirá las plazas de Sant Andreu, la Virreina y el Born Centre Cultural, donde se realizarán juegos históricos con miniaturas.

La base del programa, dedicado tanto al público familiar como a aficionados y expertos, incluye más de 300 mesas donde siempre hay un voluntario que explica las bases del juego a quien se acerque. «Una sociedad que juega es una sociedad sana y cada vez se tiene más conciencia de que es una actividad social muy importante», comenta Alejo Cuervo, de Gigamesh, que también participa en las actividades del festival, que también quiere dar visibilidad a los autores de estos juegos como creativos tan relevantes como escritores o artistas.