Manga, capital Barcelona

Cada año, Mercedes se disfraza de Rukia Kuchiki, su personaje favorito de cómic, con su largo kimono negro, cinturón blanco e icónico sable. Le encanta el baile de la tela cuando se levanta un poco de aire.

Cada año, Mercedes se disfraza de Rukia Kuchiki, su personaje favorito de cómic, con su largo kimono negro, cinturón blanco e icónico sable. Le encanta el baile de la tela cuando se levanta un poco de aire. Le hace sentir ágil, leve, capital, más allá de su propio cuerpo. A veces se mira al espejo y es la única vez que se reconoce a sí misma.

Una vez vestida, se pasea por las calles de Barcelona para ver qué reacciones provoca. La mayoría la mira con curiosidad, pero con ternura. Sin embargo, con unas pocas nota cierto desprecio, como si les ofendise su extravagancia. No lo entiende. Ella al menos no se considera extravagante. En su opinión ni siquiera se disfraza, sino que se revela. Hay quien incluso se acerca a ella y le dice cosas como «mira, qué mona, va de viejecita», o «¿por qué has salido con pijama?», incluso los hay que la preguntan si es mini Keanu Reeves

A partir de aquí, cada paso que da nota más un peso en las piernas, una incomodidad, como si las faldas la estrangulasen las caderas y la obligasen a tropezarse. Cada vez se siente más desubicada y extraña. No le gusta sentirse extraña, en eso es igual a la mayoría, pero eso la obliga a correr, su única manera de protestar, de alejarse.

Por suerte, al final llega a su destino, a plaza España, y entra en uno de los pabellones de la Fira. Allí es como si desapareciese del mundo oscuro, de espíritu burlón, y se hiciese la luz. Reconoce entonces a todos los rostros y todos los rostros la reconocen a ella. La llaman por su nombre. «Eh Rukia Kichiki, te adoro», dicen. Quien crea que un sólo paso no puede servir para hacer un viaje increíble, que te lleve en un segundo a un mundo asombroso, es que nunca ha puesto un pie en el Salón del Manga de Barcelona. Mercedes sólo tiene trece años y la obligan a ir con su madre, pero no se pierde ni una edición desde que tiene siete.

La edición más ambiciosa

El XXIV Salón del Manga de Barcelona, que se celebrará entre el 1 y el 4 de noviembre, calienta motores en la edición más ambiciosa de su historia. Con nombres invitados como el animador Masaki Satô, responsable de la serie de animación de «Bola de Drac» o Akira Himekawa, responsable de «The legend of Zelda: Twilight Princess» o actividades como una macro exposición con más de 130 míticos originales Manga, que por primera vez se podrán ver fuera de Japón , está claro que los aficionados volverán a venir en masa y agotar entradas, con más de 150.000 personas en sólo cuatro días.

Con un presupuesto de 1,2 millones de euros y en una superficie de 75.000 metros cuadrados, la gran novedad será el espacio «Japan Experience» que introducirá a sus visitantes en todas las vertientes de la cultura pop nipona. Además, se intentará ganar nuevos públicos con el espacio «Manga kids» dedicado a los más pequeños. Aunque la gran estrella de este año será la exposición, «Lenguaje, objetos y bestias», que incluye, además de los originales, obras de vídeo e instalaciones audiovisuales, mostrando diversas páginas de manga de «Beastars», de Paru Itagaki, de «Jasmin», de Yui Hata, o de «Blacksad», de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido.

Entre el resto de invitados destacan Daisuke Hagiwara (Horimiya); Eiki Eiki y Taishi Zaou, autoras de «Love Stage!!»; la francesa Elsa Brants, creadora de «Sálvame, Pythie»; Nagabe, con «El jefe es una onee»; Paru Itagaki «Beastar»; Tatsuo Unemi o Takashi Hatsushiba. A todos estos hay que añadir a Emika Kamieda, Nana Kitade o The Samurai Sword Artists Kamui, con lo que habrá más presencia femenina que masculina en esta edición.

Además, coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Tokio que se celebrarán en 2020, habrá espacio para analizar la unión entre manga y deporte, con exhibiciones de fútbol, baloncesto o ping pong. Por supuesto habrán los tradiocionales concursos de cosplay. Si no gana Mercedes es que el mundo no tiene sentido.