Barcelona

Mas será el presidente en la sombra

En un intento de convertirse en un «Arzallus a la catalana», el líder de Convergència ha elegido a Puigdemont «porque es el más controlable»

Mas será el presidente en la sombra
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De retirada, nada. Quiere ser un Xavier Arzallus a la catalana, controlar al presidente y su nuevo gobierno en la sombra, y forjar su candidatura en unas nuevas elecciones. Son los planes de Artur Mas i Gavarró horas después de su inesperada decisión y la designación del sucesor, Carles Puigdemont. Horas antes de que fuera hecho público, la cúpula de Convergencia mantuvo una tensa reunión en la sede del partido, dónde no todo fueron flores. Algunos dirigentes reprocharon a Mas su deriva soberanista y, sobre todo, sus continuas cesiones a la CUP. Según fuentes de CDC, el todavía presidente en funciones aguantó el tipo «como un jabato» y no se achacó en ningún momento. «Algunos me veían muerto y aquí estoy», dijo Mas en tono enfático, casi chulesco. Añadió que no piensa dejar la política y que dedicará sus esfuerzos a la soberanía de Cataluña y la refundación de la formación convergente.

Algunos «pesos pesados» del partido se quedaron de piedra al conocer el nombre de Carles Pugdemont, porque muy pocos lo sabían. A excepción de los «halcones», Josep Rull, Jordi Turull y Josep Luis Corominas, únicamente la vicepresidenta en funciones Neus Munté, era conocedora. Máxime cuando su nombre estuvo siempre sobre la mesa de la negociación, aceptado por la CUP pero rechazado por ella misma. El sigilo con que Mas ha llevado este proceso de sucesión ha generado muchas críticas en sectores del partido y el Govern, algunos de sus consejeros ahora ya en pista de salida. Tras la noticia, varios de ellos se reunieron a cenar en un restaurante de Barcelona. Las opiniones y comentarios fueron para todos los gustos.

«Escoge a Puigdemont porque es el más manejable», dijo uno de ellos rebotado por no ser el elegido. «Aléjate de los herederos controlables, son los peores», apostilló otro. Lo cierto es que Mas, a quien muchos daban ya por cadáver enterrado, resucita de las cenizas como el ave fénix. Su inicial apuesta de un tripartito de poder, entre ERC, CDC y «Junts pel sí», con un presidente de meras funciones representativas queda fraguada. Puigdemont será un presidente controlado en la sombra por Artur Mas, mientras el verdadero poder ejecutivo radica en Oriol Junqueras como número dos de la Generalitat y auténtico triunfador de la jugada. Los otros dos pilares del Govern, Neus Munté y Raül Romeva, son figurines de un escaparate ya diseñado. Junqueras entra con fuerza en el Palau y se consolida, tal como avanzó este periódico, como el vencedor. Su acuerdo pasaba por ese «paso al lado» de Mas, que ahora inicia una nueva etapa.

Según el entorno de Mas, su intención es imitar la figura de Xavier Arzallus, el todopoderoso líder del PNV. El astuto dirigente y ex presidente vasco movió en la sombra todos los hilos de poder del nacionalismo en Euskadi, dentro y fuera de Ajuria Enea. Puso y derrocó a presidentes, como Carlos Garaicoechea o José Antonio Ardanza, ascendió en el partido a otros como Josu Jon Imaz y acabó dando su bendición a Iñigo Urkullu. En este sentido, Artur Mas quiere ser «el patriarca del partido», con directo control sobe el nuevo grupo parlamentario en el Congreso, Democracia y Libertad, la nueva marca de Convergencia. Con ocho diputados y uno de sus hombres de confianza al frente, Francesc Homs, pretende controlar la política en Madrid y hacer valer sus teorías. No deja de ser vergonzante que quienes tanto alardean de independencia mantengan sus escaños en el Congreso de España con suculentos sueldos y prebendas. Alguien debería recordárselo, frente a un PSOE ahora desdibujado que incluso pretende saltarse la ley y, entregado a Podemos, pujar por los cuatro grupo parlamentarios de las diferentes marcas podemitas. Algo ilegal contra el propio Reglamento de la Cámara Baja.

En el círculo próximo de Artur Mas lo tienen claro: un paso táctico para favorecer la investidura y no paralizar el «procés». Control en la sombra de sus peones en el Govern de la Generalitat y del grupo parlamentario en el Congreso. Y sobre todo, liderar la refundación de Convergencia para seguir de candidato en unas nuevas elecciones. La incógnita de la fecha viene condicionada por la política nacional y posible adelante de las generales. Por ello, Artur Mas se guarda aún sus cartas aunque todos apuntan a que la refundación de Convergència y los procesos judiciales en marcha hacen muy difícil su candidatura electoral a corto plazo. Esa obsesión por ser «un Arzallus a la catalana», le ha llevado a ordenar ya el traslado de sus papeles al nuevo despacho del partido, si bien el nuevo presidente Puigdemont le ha ofrecido mantener otro en el Palau de la Generalitat.

Fuentes de ERC aseguran que Oriol Junqueras fue consultado sobre el nombre de Puigdemont y lo aceptó. De igual modo, este cambio de cromos era ya un anticipo de su dimisión como alcalde de San Vicent dels Horts. «Sabía lo que se avecinaba», admiten dirigentes republicanos. En su hoja de ruta estaba también manejar con habilidad la división de la CUP, que ha quedado en todo este bochorno como unos zorros. La política catalana entra en un escenario arriesgado y, como decía aquel humorista televisivo, bajo una frase de Artur Mas: yo sigo.