Un toque de esperanza

Un taller es un lugar lleno de encanto, un espacio en que los objetos cobran nueva vida y recuperan su esplendor perdido. Si uno se fija bien, un mueble restaurado no sólo evoca a otros tiempos, sino que explica historias increíbles. Cuando algo pierde lustre, cuando a los ojos de los demás no es más que un desperfecto, pero alguien le devuelve su valor, lo hace visible y deseado otra vez, eso se llama esperanza. Félix Lozal lleva más de quince años dando esperanza y ahora abre su taller para que quien quiera pueda participar en esta pequeña, humilde y grandiosa historia de amor.

En la calle Junta de Comercio, los jueves, viernes y sábado, de 17.00 a 21.30 horas, se abre al público El Taller de Félix. Quien quiera también puede concertar una visita el resto de los días de la semana y vale la pena, porque lo que encontrará no es sólo una variedad de piezas de mobiliario y decoración, sino el germen de una idea que puede llevar a un objeto personalizado, siempre bajo la guía de la ferviente imaginación y la firme mano de Lozal. «Durante más de quince años dedicado a la conservación y restauración, he podido analizar la evolución, fabricación, uso de materiales y cambio del gusto estético hacia los objetos. Esto me ha permitido trabajar respetando su personalidad original, pero renovando su aspecto», comenta Lozal.

Más allá del reciclaje

Quien entre en su taller quedará irremediablemente prendado de sus lámparas de cartón, cuya firmeza y belleza plástica hace que puedan ser equiparadas a una escultura. Los muebles, algunos que uno podría imaginar no hace mucho en una cuneta de la calle, parecen ahora majestuosas piezas de museo. Pero lo mejor es que todas las piezas son una invitación a inventar, a buscar ese objeto único y personal que nos represente más que nada en el mundo. Porque, a pesar de que todo está a la venta, la posibilidad de construir algo a nuestra imagen y semejanza es algo único.