Almansa

Almansa: conexión gourmet, destino irrenunciable

El maridaje entre la influencia viajera y la cercanía gourmet se conjugan en un enclave ideal cuando la empatía hostelera se convierte en norma. Alrededor de la restauración almanseña se alza un bosque de consolidadas referencias

El viaje es una apelación imperiosa al disfrute gastronómico
El viaje es una apelación imperiosa al disfrute gastronómicolarazon

El maridaje entre la influencia viajera y la cercanía gourmet se conjugan en un enclave ideal cuando la empatía hostelera se convierte en norma. Alrededor de la restauración almanseña se alza un bosque de consolidadas referencias

Los paladares están hechos de lo viajado y probado. Hay encuentros culinarios que nacen con el destino escrito donde el paladar habla con afectos y emociones por las sobremesas vividas. Como un guiño a los acontecimientos que nos marcan las escapadas gastronómicas, programamos una expedición, durante el pasado puente, acompañados de dos gastrónomos de referencia, Juan Enrique Lorente & Juan Molina, forjados por su «robinsonismo» tenaz en busca de tesoros, con adscripción gourmet predeterminada a la ciudad de Almansa y comprobamos que no se equivocan.

La experiencia iniciática desde hace cuarenta años les permite conocer los secretos de la hostelería en Almansa y su evolución. La pujanza de la gastronomía en la capital del altiplano manchego queda delatada en más de diez restaurantes de altura. No olvidemos que cuenta con sólo 24.000 habitantes.

Si encadenamos varias sobremesas la satisfacción es incalculable. Parten de la premisa hostelera donde el relato culinario es la calidad del producto, sin tensiones gourmet. La hostelería almanseña genera hábitos y empatías fáciles de entender por su carácter transversal, con margen de maniobra, debido a la variada oferta de establecimientos.

Interpretamos el ungimiento a la excelencia del producto ofrecido. Hay una mezcla de instantaneidad y de quietud satisfecha al terminar las sobremesas. Aunque celebrar el presente parece más atractivo que recordar el pasado no podemos dejar de reconocer la evolución constante de sus establecimientos por las afinidades profundas que despiertan.

El listado de restaurantes se convierte en una sinfonía capaz de abarcarlo todo. No se subordinan al protagonismo totémico del (im)prescindible gazpacho manchego. Reclaman con sencillez la primacía de la excelencia, sin renunciar a los títulos de crédito de los mejores, ibéricos, carnes, pescados y mariscos, siendo meticulosos en el pormenor hostelero. Cualquier detalle importa.

Imponentes barras que nos rodean, a partir de la cuales surge todo, con un estímulo tan poderoso que sirve para desarrollar un hondo maridaje entre el contenido y el continente vinícola cercano.

Hostelería auténtica y genuina con la ambición de llegar a cualquier espectro de clientes, estrellas y menús de degustación incluida y cartas que se identifican, al mismo tiempo, con la gastronomía tradicional que con la restauración explícita y elocuente dotada con la mejor materia prima posible.

Alrededor de la hostelería almanseña se alza un bosque de legendarias y consolidadas referencias. No están todos los que son pero sí son todos los que están: Mesón de Pincelín, Maralba, Taberna La Ramona, El Rincón de Pedro, Restaurante Decuchara Hotel Blu, Casa Antonio, Casa Valencia, Mesón Castellano, Los Cuchillos, etc. Independientemente de las querencias particulares, estrellas, aforismos, observaciones y sentencias comensales que se pueden aplicar, hoy no toca, nuestro respeto, admiración y aplauso a la restauración con mayúsculas, cualitativamente infatigable, para todos los paladares que reconcilia al viajero gastrónomo más exigente.

El viaje a Almansa es una apelación imperiosa al disfrute gastronómico. Permanezcan en alerta y disponibles para cualquier ocasión que pueda presentarse, pero reserven con antelación los fines de semana. En el preámbulo del viaje, el anfitrión de la idea del artículo, Francisco Palomares, nos predispone con un rotundo «Almansa, is different». Sin duda querido mestre. En el origen de la escapada hay siempre una gran parte de reconocimiento y en el epílogo final una contundente confirmación. Almansa: conexión gastrónoma, destino irrenunciable.