Iñaki Zaragüeta
Las lecciones de Ximo Puig
Hay que reconocer las dotes de Ximo Puig para eso de la política
Hay que reconocer las dotes de Ximo Puig para eso de la política
Hay que reconocer las dotes de Ximo Puig para eso de la política. Así lo ha demostrado con sus lecciones en la asignatura, algunos lo llaman arte, de manejar las coaliciones. A las pruebas me remito. Durante cuatro años, 2015-2019, lidió el toro de Compromís con algunos adornos para Podemos. Recordemos. Al inicio de la legislatura pasada, todos coincidían en que sería devorado por Mónica Oltra. Sin embargo, la engullida fue la vicepresidenta y él salió triunfante con una imagen institucional beneficiosa hasta obtener una buena subida en escaños hace dos meses.
Tras los comicios de 28 de abril, ha continuado su profesorado a la hora de asumir a Podemos como nuevo socio. Por más que todos hayan sacado su tajada en el reparto, Puig ha permanecido al margen, al menos públicamente, responsabilizando del enconamiento en las negociaciones a Compromís y Podemos, liberando al PSPV de la sangre y manteniendo en el saco socialista todos los objetivos marcados. Así, hasta configurar un Gobierno en el que sus peones aparecen como la moderación – Vicent Soler, Gabriela Bravo, Carolina Pascual y demás- y dejar la radicalidad a los de enfrente: empezando por Mónica Oltra, que ganó su batalla a Podemos, y siguiendo por Mireia Mollà, Rosa Pérez etcétera, quienes, eso sí, le quitarán más de una hora de sueño en estos años.
Puig asegura un Ejecutivo con tintes de izquierda radical, que es lo que desea en lo más hondo del fondo de su alma, como cantaría la gran Chavela Vargas, sin que su imagen institucional de templanza quede mancillada y a la espera de los mismos frutos que le prodigó la legislatura anterior.
Si para ello se ha tenido que engordar la Administración casi de forma impúdica, pelillos a la mar. Así es la vida.
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