Valencia
Los cigarrillos electrónicos no previenen el tabaquismo
Cada vez son más los fumadores que utilizan los cigarrillos electrónicos como sustitutivos del tabaco convencional. Sin embargo, estos dispositivos que funcionan con vapor de agua y otros componentes no previenen el tabaquismo, según advirtió ayer el neumólogo del Hospital Casa de la Salud en Valencia, Fernando Sánchez-Toril.
Además, matizó, no se sabe si son perjudiciales para la salud porque no se conocen con precisión los componentes de los líquidos que se usan para inhalar en estos dispositivos.
La aclaración se une a la alerta lanzada por la Organización Mundial de la Salud, que avisó a los consumidores que este producto no está reconocido como un tratamiento para abandonar el hábito de fumar. Pese a que la OMS no descarta su utilidad completamente, precisó que hace falta realizar estudios rigurosos que constaten la efectividad de esta presunta terapia, así como sus niveles de toxicidad.
Aunque hay algunos estudios que avalan los beneficios de estos dispositivos, la comunidad científica sigue debatiendo los posibles beneficios y daños que pueden causar. Sánchez - Toril aseguró que se debe tener en cuenta que «los intereses comerciales son muy fuertes», por lo que algunos informes a favor de estos cigarrillos «están financiados por empresas del sector tabacalero».
Además del desconocimiento sobre su seguridad, el doctor Sánchez-Toril aseveró que incluso puede generar «un impacto negativo» para los usuarios, ya que su gran semejanza con los cigarros normales y el mantenimiento del gesto que se realiza al fumar «no ayuda a la deshabituación». De este modo, los neumólogos españoles recomiendan no usar el dispositivo para dejar de fumar y utilizar otros productos disponibles en farmacias que sí son eficaces en el proceso de dejar de fumar.
Hace tres años estos cigarrillos electrónicos, que necesitan carga y tienen diversos diseños, fueron novedad. Sin embargo, la industria ha experimentado recientemente un repunte.
Aunque en España están permitidos, son diversos los países en los que la legislación prohibe la compra y el uso de estos productos, como en Canadá o Finlandia.
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