Sanidad
Mi bebé se chupa el dedo, ¿le pongo chupete?
El uso del chupete puede interferir en la lactancia por lo que no es recomendable antes de las 6-8 semanas de vida
El uso del chupete puede interferir en la lactancia por lo que no es recomendable antes de las 6-8 semanas de vida
Algunas madres deciden no poner chupete a su bebé, pero cuando este empieza a descubrirse las manos y se las chupa, escuchan comentarios agobiantes. Estos advierten de que es mucho peor que se acostumbre a chuparse el dedo, porque el chupete se quita, pero el dedo no. Es verdad que el dedo es algo más complicado de controlar ya que siempre lo tiene a mano. Pero vamos a ver qué hay de preocupante en ello. El uso del chupete puede interferir en la lactancia por lo que no es recomendable antes de las 6-8 semanas de vida, y siempre y cuando la lactancia sea satisfactoria. En caso contrario se debe posponer su uso hasta que se solucionen los inconvenientes. La succión del dedo es algo más complicado ya que este hábito suele adquirirse durante la vida fetal. Algunos ya succionan su dedo en el vientre materno, un gesto captado en ocasiones en las ecografías. Todos los bebés tienen necesidad de succionar, es un reflejo innato y uno de los sentidos más desarrollados en el recién nacido. La succión no solo es necesaria para alimentarse del pecho de su madre, sino que proporciona al lactante placer, sosiego y tranquilidad. Es tal su importancia, que cuando se trata de bebés alimentados con biberón se recurre a un invento en forma de pezón para que puedan tranquilizarse y relajarse cuando no están alimentándose. Unos más que otros, todos los bebés necesitan succionar para sentirse confortables y seguros y por lo tanto, en ausencia de la madre recurren bien al uso de un chupete, a un muñeco y algunos incluso como ya hemos comentado, vienen de serie chupándose su pulgar. Chuparse el dedo es un hábito frecuente en más del 80 por ciento de los lactantes en la primera fase de su desarrollo. Sin embargo esta conducta preocupa mucho a los padres, quizás por la presión social y el desconocimiento de que es algo natural del desarrollo evolutivo del lactante, que irá desapareciendo en la mayoría de los niños alrededor de los dos o cuatro años de edad.
Lo importante es prestar atención para que no se convierta en un hábito que se extienda a otras etapas del desarrollo. En estos casos antes de alarmarse, es necesario valorar qué situaciones conducen al niño a practicar este hábito. Es preciso evaluar si se trata de una práctica puntual, es decir, el niño succiona su pulgar en momentos determinados, como puede ser relajarse para dormir, o en cambio, necesita hacerlo siempre que se presenta alguna situación nueva que puede resultarle estresante y que debería ser capaz de hacer frente con su edad. Lo idóneo es que los padres observen si el niño más mayor lo hace para aliviar una situación de inestabilidad y angustia, ya que el problema puede no estar en el dedo sino en el ámbito emocional del niño. Por lo tanto, diría a los padres que dejen de preocuparse porque su hijo se chupe el dedo, siempre que se deba a un hábito que el niño realice en momentos puntuales para relajarse y que no se prolongue más allá de los seis años de edad, momento en el que habría que valorar si existen otros factores emocionales. En cuanto a las posibles consecuencias físicas de chuparse el dedo no difieren mucho de los efectos del uso del chupete, ambos si se utilizan frecuentemente, van a producir problemas de deformidad y problemas de inserción de los dientes definitivos, aunque en el caso del dedo, al ser este más duro que el chupete, ejerce mayor presión sobre el paladar y en consecuencia el riesgo de deformidad es algo mayor, sobre todo si la compresión se mantiene constante y se prolonga en el tiempo.
Con todo, la Asociación Dental Estadounidense sostiene que los bebés pueden chuparse el dedo sin que acarree problema alguno, porque si se deforma o no el paladar y que se produzca una mala inserción de los dientes depende mucho de su fuerza de succión. Para impedir esta costumbre, los padres, en ocasiones, se desesperan y recurren al ingenio para que el niño deje de chuparse el dedo. Esto, en lugar de ayudar, en ocasiones aumenta el malestar en el niño, haciendo que se aferre más al hábito. Aunque está muy extendida la recomendación de utilizar sustancias con mal sabor, no debemos de emplearlas debido a que estas pueden ser tóxicas para el niño, tampoco disuadirlo con amenazas es una buena solución, lo único que se consigue es atemorizar al niño produciéndole malestar y frustración.
Mi recomendación es dejar durante el primer año de vida que el bebé se chupe el dedo e ir reeducándolo poco a poco sin ser demasiado exigentes, prestando atención a en qué momentos se chupa el dedo, lo hace cuando está aburrido, cuando está cansado, cuando tiene miedo, cuando desea dormir...y si es necesario distraerlo o ayudarlo en esos momentos para que se olvide, utilizando otros medios para que se relaje. Presionándolo para disuadirlo del hábito de chuparse el dedo podemos lograr el efecto contrario y que la situación se mantenga. También en función del grado madurativo del niño podemos explicarle las consecuencias de este hábito. Si tuviera que elegir entre el dedo y el chupete, me quedaría con el dedo, dado que el chupete además de todo lo mencionado afecta mucho más al desarrollo del habla, al limitar mayormente los movimientos de la lengua. Un niño que se chupa el dedo, cuando va a hablar se quita el dedo de la boca, muchos bebés hablan manteniendo el chupete en su boca, lo cual impide que pronuncie los sonidos correctamente. A la vez, los niños que usan el chupete no solo para dormir, tienen un 33 por cien más de episodios de otitis. El reflejo de succión es un acto inconsciente durante los primeros seis meses de vida. A partir de esta edad el bebé ya es consciente de que lo necesita como una rutina para relajarse. Es en este momento cuando debería limitarse el uso del chupete en los momentos en que necesita dormir o en los que está más nervioso, en todo caso, el chupete puede ser remplazado por el típico mordedor para aliviar la salida de los dientes. En definitiva para erradicar el hábito de chuparse el dedo, los padres deben vestirse de una dosis de paciencia extra, de mucha decisión, y persistencia.
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