Sociedad

Toda una vida sobre dos ruedas

El piloto valenciano Eduardo Granell continúa compitiendo en el Campeonato de España de clásicas a sus 78 años

Con sus 78 años, Eduardo continúa preparando sus motos en su garaje para después competir con ellas
Con sus 78 años, Eduardo continúa preparando sus motos en su garaje para después competir con ellaslarazon

Todos en el mundo de las motos, dentro y fuera de la Comunitat Valenciana, le conocen. A sus 78 años, todavía no ha abandonado la competición. Las dos ruedas siempre ha sido lo suyo y tiene claro que no dejará su gran afición hasta que su salud le obligue.

Eduardo Granell Medina empezó a correr en carreras de motocicletas en 1964 y estuvo participando en todas las pruebas que pudo hasta 1973, coincidiendo con el nacimiento de su hija Yolanda, la primera de sus dos hijos, quienes comparten su devoción. Aunque entonces abandonó la competición de primera fila, siguió corriendo en carreras del Campeonato de Clásicas de España, y aprovechando cualquier exhibición de este tipo de motos para rodar, desde entonces y hasta hoy.

Durante los años sesenta y principios de los setenta, Eduardo participó en el Campeonato de España de Velocidad, en algunas carreras internacionales que podía llegar a permitirse económicamente .Tuvo licencia para salir al extranjero, pero era muy caro sin un equipo detrás.

Comenzó a correr en la categoría de motos pequeñas que entonces agrupaba las de 75 y 125 centímetros cúbicos (cc) con una Mynsa 74 cc, y allí compartió pista con César Gracia. Volverían a encontrarse en su paso a la siguiente categoría, 250 cc, capacidad con la que ha continuado corriendo desde entonces y hasta la actualidad, la que más le ha gustado según cuenta. Fue en este punto en el que disputó campeonatos contra grandes como Pedro Álvarez, Ramiro Blanco, José Medrano, Santiago Herrero, Carlos Giró o Román Torras.

Nunca ganó una competición, pero entre su palmarés acumula desde quintos a segundos puestos en carreras y campeonatos. No fue el más sobresaliente, pero corrió entre los mejores de la que para él fue «la época más bonita del motociclismo». «Mi mejor palmarés es que he corrido toda la vida. No he sido de los mejores, de los puntales, pero he estado siempre con ellos».

Aunque hoy en día la afición por las dos ruedas es muy costosa, Eduardo confiesa que en su época el mayor esfuerzo era manual, y no monetario. Eran los propios pilotos los que montaban y preparaban sus motos y solo unos pocos, generalmente los mejores, tenían a sus espaldas a equipos de competición que les financiasen y les ayudasen a correr.

Este era uno de los mayores encantos de la época para Eduardo. A él nunca le fue mal compitiendo con su propio material. «Ahora es muy diferente, todo motociclista tiene un equipo detrás».

Aun así, y dado que nunca consiguió vivir del mundo de la competición, Eduardo ha desempeñado durante toda su vida la labor que haría actualmente un ingeniero mecánico sin tener estudios en la materia. La práctica le dio la destreza para dedicarse a dicha labor, y llegar a ser el creador de la cadena de elaboración de las fábricas de la empresa Donuts por toda España. Es tornero de oficio, de los pocos que quedan, pero también ha sido fresador mecánico, creador de prensas e incluso fue el inventor de una máquina de pipas de fumar para una compañía francesa.

Ha sido el hombre de confianza de pilotos tan míticos como Ricardo Tormo, con quien tuvo una estrecha relación de amistad siempre y quien llegó a ser su padrino de bodas, o Ángel Nieto, con quien llegó a compartir pista. Ambos, habitualmente, pedían a Eduardo que preparase los motores para sus vehículos de competición.

También es anecdótico que antes de enrolarse en el mundo del motor, Eduardo fue jugador del equipo juvenil de Valencia C.F., así como de uno de sus filiales del momento. Este deporte tampoco se le daba mal, pero la falta de un sueldo a cambio y su pasión por las motos fue más fuerte entonces.

De todos sus años subido a una motocicleta, Eduardo guarda en su retina un momento amargo en el que por desgracia se vio involucrado: la muerte del también piloto Pedro Álvarez. Este iba a su rebufo en la carrera en la que perdió la vida tras no poder esquivar a un perro que saltó al circuito en medio de la prueba. Eduardo lo vio y lo evitó, pero Álvarez no pudo hacerlo y murió tras el impacto del accidente. Granell aún conserva el recorte de prensa que anunciaba su muerte.

Actualmente, Eduardo lamenta que las carreras de exhibición a nivel regional han disminuido mucho y anhela aquel momento en el que se organizaban cada domingo. Ahora son unos pocos veteranos como Amalio Pérez o Salas quienes se esfuerzan porque no se pierda esta afición.

En su garaje, donde continúa preparando sus motos, guarda una Bultaco TSS refrigerada por aire, la más antigua que conserva, de 1966, una Yamaha TD 350 cc, una Ossa 250, una Malanca 125 cc, y una Minarelli 80 cc, las cuales sigue utilizando en sus carreras. Además, también posee una Suzuki RGV 250, una moto de calle con la que ha realizado largos recorridos.

Ante la mítica pregunta sobre cuando planea alejarse del mundo de la competición, Eduardo no titubea: «yo he firmado seguir corriendo hasta los 85 años». Nunca ha tenido accidentes graves, sus caídas nunca le han provocado el miedo que le obligue a dejar las carreras, y tiene claro que si la salud se lo permite, tiene un meta por cumplir y una afición que seguir profesando.