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Cambio de cromos en los escaños
Sólo uno de los actuales portavoces, el de UPyD en la capital, será candidato el 24-M
Con el anuncio de que Cristina Cifuentes y Esperanza Aguirre son finalmente las elegidas por Rajoy para que el PP luche por conservar el poder en Madrid, todas las cartas electorales están ya boca arriba. Sólo Izquierda Unida y Podemos quedan por poner rostro a sus carteles electorales. Lo harán en las próximas semanas cuando resuelvan, referendos mediante, si convergen o no en las urnas y, por tanto, si acuden a los comicios de mayo en una lista única.
En un fin de semana marcado por la celebración del Día Mundial de la Mujer, dos políticas acaparan, casi por completo, los titulares. Su designación desencandenó ayer una catarata de reacciones. Empezando por la de sus compañeros de partido. La consejera de Educación, Lucía Figar –que en algún momento también sonó como posible candidata–, puso en valor el «tándem ganador» que forman Aguirre y Cifuentes: «Son dos políticas extraordinarias y valientes, que cuentan con una gran aceptación y popularidad. Esta candidatura genera confianza e ilusión en los madrileños». Desde el PP madrileño, se ve la elección como «acertada» al tratarse de dos perfiles muy mediáticos. «Existe la percepción entre los ciudadanos que las políticas están más limpias de toda sospecha», reflexionaba ayer un diputado de la Cámara autonómica, tras señalar que la decisión de Rajoy busca «pasar página».
En una plaza que se antoja clave dentro del intenso calendario electoral de 2015, las encuestas han pesado mucho a la hora de apostar por una dupla, según se apunta desde la dirección de la formación, «muy potente». Si, por un lado, Aguirre es la cabeza de cartel que más cerca dejaría al PP de la mayoría absoluta en la capital, por otro, el perfil más «centrado» de Cifuentes ha sido valorado a la hora de poder encontrar apoyos y alianzas que garanticen la formación de gobierno si se logra ser la lista más votada.
Desde fuera del PP, las reacciones tampoco se han hecho esperar. Entre las filas socialistas, el candidato en la capital, Antonio Miguel Carmona, señaló que Rajoy ha querido apostar por el pasado y apuntó contra la que será su rival por el bastón de mando en Cibeles: «La Comunidad de Madrid se ha transformado desde los años del ‘‘aguirrismo’’ en una auténtica fosa séptica de ‘‘Gurtel’’ y de la ‘‘Púnica’’. Se tienen que acabar los salvoconductos a la corrupción en Madrid». Extremo en el que insistieron también desde Izquierda Unida. Su candidato a las elecciones generales de final de año, Alberto Garzón, subrayó que el PP en Madrid «ha sido bastante sincero» al decantarse por la candidatura de Esperanza Aguirre, «brazo ejecutor de las privatizaciones y promotora de la corrupción».
Frente al carácter profundamente mediático de las candidatas populares, los socialistas madrileños han apostado por un tándem con un perfil más académico. Dos profesores universitarios como Ángel Gabilondo y Antonio Miguel Carmona tienen como misión remontar la tendencia del PSM en Madrid, en donde en 2011 cosecharon los peores resultados de su historia. Su resultado, como también ocurrirá en el PP, trascenderá los límites de Madrid ya que un mal resultado de Gabilondo sería percibido como un varapalo a Pedro Sánchez después de que éste decidiera apartar a Tomás Gómez. Si el día después de las elecciones Carmona y Gabilondo –ambos aseguran tener encuestas que les sitúan como primera fuerza en sus respectivos feudos– tienen opciones de formar gobierno, deberán afrontar la titánica labor de hacer confluir en único proyecto a partidos tan aparentemente alejados como UPyD, Izquierda Unida y el conglomerado en torno a Podemos.
El rompecabezas multipartido en el que pueden convertirse la Asamblea de Vallecas y el Pleno de la capital, en donde parece imposible que se reediten las actuales mayorías absolutas, obligará a la formación de coaliciones o, al menos, a la firma de acuerdos. La mayoría de las encuestas publicadas hasta ahora apuntan a que en este escenario, Ciudadanos puede convertirse en la principal formación bisagra. El «ticket» electoral de la formación naranja es el más joven de los que concurrirán en mayo. Lo integran el candidato a la Comunidad, Ignacio Aguado (32 años), y la cabeza de cartel en la ciudad de Madrid, Begoña Villacís (35 años). Ambos llegan avalados por su participación en un proceso de primarias, aunque en el caso de Aguado él fuera el único candidato. Durante la presentación que Albert Rivera hizo esta semana de ambos dejó claro que el que quiera su apoyo deberá asumir parte de las propuestas de Ciudadanos: «Llegamos a la arena política madrileña a pactar, no a pastelear». Por eso, insisten, «quienes ofrezcan sólo una consejería, una concejalía o un cargo de confianza que se abstengan de llamar». La irrupción de Ciudadanos podría pasar factura a UPyD. Muchas encuestas sitúan su apoyo en las autonómicas en el filo del 5%. Si no llegan a ese porcentaje, el partido magenta quedaría fuera. Al contrario que el resto de partidos, la apuesta de UPyD, en lo que afecta a los candidatos, es la más continuista. En el Ayuntamiento de Madrid repite David Ortega –que en las primarias obtuvo el respaldo del 81% de los militantes– y en las autonómicas, Ramón Marcos da el salto al número uno de la lista tras la renuncia de Luis de Velasco.
A la izquierda del PSOE, todo está por resolver. Podemos no tiene aún candidatos y concurrirá con su marca a las autonómicas en una lista a la que ha sido reiteradamente invitada Tania Sánchez. En la arena municipal, Ahora Madrid –suma de Ganemos y Podemos– se ha presentado esta semana y a sus primarias podría presentarse el candidato de IU Mauricio Valiente. Para la Comunidad, la apuesta de Izquierda Unida ha sido la del poeta Luis García Montero.
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