Policía
Caso descuartizador: «Tiraba bolsas pesadas de basura de madrugada»
Vecinos de Bruno Hernández Vega, su novia y amigos de la víctima argentina declararon ayer en la Audiencia provincial
Vecinos de Bruno Hernández Vega, su novia y amigos de la víctima argentina declararon ayer en la Audiencia provincial
Bárbara G., novia de Bruno Hernández Vega, el presunto «descuartizador de Majadahonda», al que se le acusa de haber matado, troceado y picado a su tía y a una ciudadana argentina que vivía de alquiler en su domicilio, fue una de las protagonistas de la tercera sesión del juicio que se celebró ayer en la Audiencia Provincial de Madrid.
Bruno fue diagnosticado de esquizofrenia paranoide por primera vez en septiembre de 2012 tras un ingreso en el Hospital Universitario de Móstoles y a partir de ese momento las entradas y salidas del psiquiátrico fueron una constante. Bárbara, escondida tras un biombo para no desvelar su identidad a los allí presentes, relató que fue en uno de esos ingresos, en el año «2013 ó 2014», cuando conoció al acusado con el que posteriormente comenzó una relación.
La extraña obsesión que confirmó tener Bruno con las letras E y R también tocó de cerca a esta ciudadana polaca diagnosticada de trastorno bipolar. Y es que, tras un ingreso en 2014 el acusado comenzó a hablar sobre la imaginaria Hermandad ER a la que, según relató Bruno el martes, pertenecían todas las personas, empresas o instituciones que tuvieran ambas letras en su nombre como «Esperanza Aguirre», expresidenta de la Comunidad o el presidente de la Comisión Europea «Jean-Claude Junker». Según relató la testigo, Bruno decía que dicha hermandad estaba dirigida por «los amos» entre los que citó a «Tintín Hernánder Fernánder». Para que Bárbara pudiera formar parte de esta imaginaria hermandad, Bruno comenzó a llamarla «Verónica» ya que ese nombre si que incluía las letras E y R. «Era capaz de hablar la noche y el día sobre E y R. Lo vio como un juego, no sabía que estaba tan enfermo. Era una cosa que daba miedo», relataba ayer la novia de Bruno.
A pesar de ser consciente de su enfermedad y de su extraña obsesión con estas letras, Bárbara reconoció que, en su momento, quería formar una familia con el acusado, pero no quería que fuese en la casa de su tía Liria, presuntamente asesinada y posteriormente descuartizada por Bruno en 2010 con una picadora industrial que guardaba en el sótano de su vivienda de Majadahonda, porque le daba «malas vibraciones». Bárbara nunca llegó a conocer en persona a la tía del acusado y, además, éste «hablaba poco sobre ella», algo que le hizo pensar que «podía estar en una residencia».
A la que si llegó a conocer la testigo fue a Adriana Giogiosa, la segunda presunta víctima mortal de Bruno con la que podría haber utilizado el mismo modus operandi que con su tía Liria pero dos años más tarde, en abril de 2015. Llegó a conocerla porque la testigo estuvo viviendo en el domicilio de Liria, situado en la calle Sacedilla 6, cuando Adriana estaba allí de alquiler. «Estuvimos encerrados una semana en el sótano. Yo tampoco estaba muy bien en ese momento», decía ayer Bárbara. Sin embargó, durante ese tiempo aseguró no haber visto la picadora con la que presuntamente Bruno se deshizo de los cuerpos.
Cuando el interrogatorio se centró en la Semana Santa de 2015 –periodo en el que se le pierde la pista a Adriana– Bárbara relató que Bruno se comportaba de forma «rara» y que no le vio esa semana porque le dijo a través de un mensaje que había conseguido un trabajo. Finalmente, el 5 de abril se vieron y fue cuando Bárbara se quedó embarazada de él.
El segundo protagonista de esta sesión fue un vecino de Bruno protegido en la causa que declaró a través de videoconferencia. Según manifestó este hombre, el día 5 de abril a las 4:30 horas de la madrugada, vio a Bruno arrojando varias bolsas de basura «que parecían pesar mucho» por diferentes contenedores de la zona de Majadahonda. «Me pareció raro porque las repartía en diferentes cubos de basura teniendo dos frente a su casa», decía. Al juicio también asistieron amigos y conocidos de Adriana y una trabajadora de Renfe a la que Bruno le preguntó el 6 de abril si era posible conseguir las imágenes de las cámaras de seguridad algo que podría incriminar al acusado ya que, según el escrito del Fiscal, Bruno viajo a Barcelona en AVE para mandar desde allí mensajes a los familiares de Adriana e intentar posicionar allí su móvil para despistar a la Guardia Civil.
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