Gastronomía
Currito, el adiós de un emblema gastronómico condenado al olvido
El restaurante Currito, que desde su apertura en 1975 se convirtió en uno de los referentes gastronómicos de Madrid al que acudían reyes, presidentes, ministros, artistas y deportistas, servirá hoy sus últimos platos después de que el Ayuntamiento haya decidido ejecutar una orden de desahucio.
El lugar que escogió don Juan Carlos para celebrar su última cena antes de abdicar, y donde también han comido "su padre y su hijo", cierra sus puertas por un alquiler "excesivamente alto"y por varias medidas que "aislaron"la Casa de Campo en la que se ubica y que dieron al traste con el Paseo de la Gastronomía, hoy desolado tras el cierre de otros cuatro restaurantes.
Así lo ha explicado hoy a Efe José Miguel Muñoz, gerente de Currito y yerno del fundador, José María González Barea, cuyo apodo dio nombre al establecimiento que llevó la cocina vizcaína a Madrid.
El Ayuntamiento exigía una renta de 13.000 euros mensuales, "un precio fuera del mercado", que el restaurante dejó de pagar en 2008 porque sus ingresos se habían reducido "drásticamente". Las obras de la carretera de circunvalación M-30 y el cierre de la puerta de acceso de Somosaguas "aislaron"la Casa de Campo y los clientes dejaron de llegar. Currito fue condenado al olvido.
A ello se unieron la reducción de la actividad ferial en la zona en favor de Ifema y la estampida en Madrid Arena que costó la vida a cinco jóvenes, "que también perjudicaron muchísimo".
Desde 2004, apunta Muñoz, Currito "sólo vendía el 30 % de lo que solía", aunque él y su mujer, hija del fundador, siguieron "aguantando"como podían como el único establecimiento que "abría a diario en la zona, porque el resto ya sólo se dedicaba a bodas y eventos".
El pasado julio se declararon en concurso voluntario de acreedores "para ver si se podía llegar a un acuerdo de pago con el Ayuntamiento", al que adeudan hoy "800.000 euros de los que no verán ni uno"por "negarse a cualquier pacto tras intentar negociar durante dos años". "Veintidós familias nos vemos en el paro, algunos vinculados a Currito desde hace 30 años", lamenta.
"Gran pena y pesar"es lo que siente la plantilla. Mezclado con indignación e incomprensión: "No sé qué pretensiones tiene el Ayuntamiento con la Casa de Campo, donde se hizo un proyecto para diez restaurantes y sólo quedan cinco dedicados únicamente a celebraciones. En sus mapas de turismo gastronómico ni siquiera consta".
La desaparición de Currito es una triste noticia para el sector. Milagros Novo, una de las gerentes de Lhardy, conocía hoy la noticia por Efe después de celebrar ayer los 175 años de vida de otro de los restaurantes míticos de Madrid y de España. "Lo siento en el alma, de corazón. Tengo un disgusto horrible", respondía.
Precisamente en Currito celebró toda la plantilla de Lhardy su 150 aniversario: "Fueron unos anfitriones estupendos, nos montaron una gran fiesta", dice Novo, quien ha recordado a su fundador como "un hombre entrañable, un buen cocinero y un gran anfitrión que aportó mucho a la ciudad con su restaurante".
"Lo fue todo para la gastronomía de Madrid", refiere a Efe el periodista gastronómico Cristino Álvarez. Gracias a González Barea, "una persona adorable a la que todo el mundo quería", llegaron a la capital de España "la cocina vizcaína y el gusto por los chuletones, por sus perfectamente trabajados bacalao al pil-pil y a la vizcaína, por su manejo de grandes pescados a la parrilla".
Para Álvarez, que continúa publicando sus crónicas gastronómicas en la Agencia Efe, había dos citas imprescindibles al año en Currito: la "txarriboda"(matanza del cerdo) en invierno y la llegada de las sardinas en verano, que se preparaban "estilo Santurce, a la parrilla".
"Para mí, fue una institución madrileña. Yo era muy asiduo, me gustaba mucho. En primavera solía tomarme un txacolí en la barra con Currito, junto a un saco con perrechicos al que iba pegando viajes", recuerda el también miembro de la Real Academia de Gastronomía, que lamenta el final de "uno de los sitios clarísimos de referencia, donde iban políticos de todos los partidos y el Rey".
"No se merecía la faena municipal, le han aislado, hay que atravesar la geografía madrileña para ir allí. El Paseo de la Gastronomía que se impulsó con tanto ímpetu no ha resultado porque para ir a la Casa de Campo hay que saber latín", critica.
✕
Accede a tu cuenta para comentar