México
Diez años, sin Rocío Dúrcal
Han pasado más de diez años desde que Rocío Dúrcal nos abandonó para siempre. Parece mentira que toda aquella vitalidad y todo su talento artístico solamente podamos recordarlos a través del inmenso legado que nos dejó a través de sus películas, sus canciones y sus innumerables intervenciones en los diferentes medios de comunicación de medio mundo. En todos aquellos trabajos su personalidad causaba un fuerte impacto en sus admiradores que seguían fieles cada uno de sus pasos.
Todavía recuerdo las llamadas previas a aquel último programa, Rocío accedió finalmente a que hiciésemos un especial cinematográfico para la Radio Gallega junto con mi compañera María Solar. Me comentó que estaba cansada, pero que lo haría por mí. Tengo que decir que todo lo que le pedí durante años, en el plano profesional, siempre me lo concedió porque era realmente muy generosa. Su relación con la prensa fue siempre magnífica desde los comienzos de su carrera ya que su descubridor, el productor y representante Luís Sanz, hoy centro de una polémica sin sentido por unas memorias escandalosas que no los son, fue una de las cosas que trató de grabarle a fuego.
Rocío, a pesar de que ya estaba es una fase muy complicada de su enfermedad, fue la misma de siempre. Seguía conservando toda la dulzura y vitalidad que la habían convertido en una de las niñas prodigio del cine y, posteriormente, en una de las cantantes más importantes de habla hispana.
El tiempo había pasado y ella recordaba con nostalgia su etapa como estrella de cine y su primera película Canción de juventud de Luís Lucia. En aquella primera película lo pasé fenomenal porque todavía no tenía la noción de lo que significaba esta profesión y, la verdad, es que era una película tan ingenua, tan de chicas y chicos, y sin ninguna pretensión que también lo pasé fenomenal. Bueno, aquello no era como es ahora porque, luego, ya me quedo un poquito más chafada cuando ve uno como han cambiado las cosas en tantos años. Pero lo pasamos muy bien, yo aprendí a montar en «vespa», porque esas cosas se me daban muy bien, porque mi padre era probador de coches y siempre conducíamos todos desde muy pequeños y, luego, enseguida tuve el carnet. Así que primero empecé a hacer caballitos hasta que se me dio bien. (Risas)
En la entrevista recuerda lo exigentes que eran Luis Sanz y Luis Lucia, el director de la película. «Sí, me reñía y también Luis Lucia, que en paz descanse, eran muy gruñones. Luís sigue siendo gruñón y sigue regañándome de vez en cuando, cuando le pregunto cosas o he hecho algo que no le gusta o ya sabes... Es como si hubiese sido su hija en realidad, porque Luis no ha tenido hijos y me conoció muy chiquitita y me enseñó muchas cosas muy buenas, y también a ser respetada y lo que significaba ser una chica normal y que no se me subiesen los pájaros a la cabeza y seguir bien».
Rocío se convirtió en una estrella muy rápidamente gracias también a una promoción abrumadora: Álbumes de cromos, recortables, libros de cuentos... «Yo tengo un libro de Canción de Juventud en el que yo estaba con la vespa. Es un librito que está bien viejito, que me lo ha dado un admirador, porque yo de esas cosas casi no tengo. Más lo tienen mis admiradores y, de repente, me llaman y me lo regalan o me lo dan si quieren que se lo firme, pero, sí, se hicieron hasta cromos y cosas de estas y me hicieron unas fotos que yo luego firmaba y las tenía que repartir. Escribía mucho por correo. Ahora ya no se hace».
Le preguntamos si había cuidado especialmente la voz a lo largo de los años. «Yo, mi voz, cuando he ido cumpliendo años, creo que ha ido mejorando sola porque la práctica es lo mejor. Yo no he ido casi a clases de canto. Bueno, he ido a clases con Arnedillo, que ya no está con nosotros y que ha muerto muy mayor, con casi 90 años, y me sirvió mucho ir con él para saber apoyar el diafragma y todo eso, porque como cantaba cualquier tipo de canción pues, luego, me sirvió muchísimo para cantar las rancheras, que son canciones fuertes y muy folklóricas y hay que tener voz, aparte de interpretar. Sí me sirvió bastante pero, según he ido cantando, yo creo que eso mismo es lo que me ha ido mejorando mi voz y mi forma de colocarla».
Rocío siendo una adolescente tenía una agenda abrumadora y viajaba por medio mundo, pero lo intentaba compaginar con su vida familiar. «Pues normal. Yo he seguido siendo como me ves. No he tenido ningún problema, sigo siendo la mayor de seis hermanos y, aunque mis papás no viven, la madre mayor soy yo. Mis hermanos todavía, nos llevamos muy poquito cada uno, catorce meses o así, somos tres chicas y tres chicos, me siguen llamando para preguntarme cosas o pedirme consejillo o alguna cosa de esas. Luego, también yo a ellos, porque uno va cambiando y va pasando el tiempo».
Su añoranza de su etapa cinematográfica es constante a lo largo de toda la entrevista. «Yo lo echo de menos y, aunque he cumplido años y todo eso y es diferente, como sabes, pero tengo unos recuerdos tan bonitos... A lo mejor éramos un poco primitivos, pero, no sé, lo pasábamos también y lo hacíamos todo con tanto gusto...».
Luis Sanz y sus productores tenían miedo que Rocío creciera y que el público le diese la espalda, pero sucedió todo lo contrario. «Es la primera vez que me cortaba el pelo, como muy a lo chico. En Más bonita que ninguna tuve mucho éxito y el miedo que les daba un poco a todos era ver como atravesaba la adolescencia. Igual que los chicos tienen un pequeño problema, a veces, con la voz que se les cambia, las mujeres también lo tenemos pero, quizá, se nos nota menos y de una niñita tal y no sé que, pasar un poco a ser una jovencita, aunque mis películas eran bien tontorronas... porque a mi padre lo tuvieron que entretener no se cuanto tiempo para que yo le pudiera dar el primer beso a Fabrizio Moroni...».
Su gran éxito con las rancheras le abrió todavía más escenarios aunque, al principio, se resistió un poco a cantar ese tipo de canciones. «Yo al principio ni siquiera quería cantarlas, porque me parecía un poco, como osado, la verdad, y yo siempre he sido muy respetuosa en todos los aspectos. Y resulta, que una de las veces que Antonio y yo fuimos a México, él ya conocía a Juan Gabriel, pero resulta que allí me conoció a mí. Él quería darme una cinta con canciones del primer disco que hice, que fue Tarde, y yo la puse en el bolsillo de mi bata. Antonio me preguntaba si había escuchado la cinta y yo le decía, pues no, todavía no. Me daba como un miedo horroroso y entonces la escuché y tal... y entre Antonio, que sí confiaba mucho en mi, y Juan Gabriel, que era muy admirador mío y confiaba mucho en mí también, pues ya me liaron entre los dos y empecé a cantar».
Rocío reconocía que Luis Sanz fue el gran responsable de su éxito. «Le tengo que agradecer, te digo de verdad, porque gracias a él ha cantado todo tipo de canciones, he cantado jotas, hasta un fragmento de La Traviata, que estuve un año aprendiendo a colocar bien la voz, pero yo como era muy cabezota lo saqué. Me puso a Paco de Lucía, a Chiquetete, a mucha gente para que aprendiera a cantar flamenco. Yo soy de Madrid de Cuatro Caminos... pero me enseñó muchas cosas, realmente todo».
Después de una entrevista en la que estuvo absolutamente chispeante, le pedí que tranquilizase a sus seguidores por su estado de salud. La pena es que no fuese solamente esa «vueltita» que nos dijo que había tenido: «Nada más, y este país está tan así... que está todo el mundo con las enfermedades y con las cosas y no le dejan a uno vivir, pero, bueno, a mi no me importa porque son gajes del oficio, como digo yo, pero ya estoy ensayando con mi maestro...».
Desde el recuerdo, muchas gracias Rocío por todos los momentos vividos.
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