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«El Rey del cachopo», a la Policía: «Soy yo al que buscáis»

Detienen a César Román como presunto autor de la muerte de su novia. Había huido a Zaragoza

Heidi Paz y César Román se conocieron en abril de 2018 en el restaurante que él regentaba y donde ella trabajaba de camarera
Heidi Paz y César Román se conocieron en abril de 2018 en el restaurante que él regentaba y donde ella trabajaba de camareralarazon

Detienen a César Román como presunto autor de la muerte de su novia. Había huido a Zaragoza.

Dicen que llevaría mes y medio, poco antes de las fiestas del Pilar, viviendo en Zaragoza. Allí decía ser Rafael Rujano Contreras, pero pedía que le llamaran «Txiki». Puede que además de un estafador y posible autor de un delito de sangre, César Román, «El Rey del Cachopo», sea también un mentiroso compulsivo, porque no sólo inventó un nombre y un apodo. Decía que era de Maracaibo (Venezuela) y un gran profesional a los fogones porque se había formado con Arzak. Inventó también que le habían robado la cartera e incluso mostró a su jefa la denuncia con sellos policiales. Toda esta batería de mentiras no es más que el broche de oro que nos deja la rocambolesca historia del afamado empresario. Desde luego, su reguero de mentiras no merecía un final menos ingenioso. Porque puede que todo haya acabado ya para César si existen los suficientes indicios de que él es el responsable de la muerte de Heidi Paz, su última pareja, cuyo cadáver descuartizado fue hallado en una nave de Usera el pasado 13 de agosto, como publicó en exclusiva LA RAZÓN.

La Policía cree que después de acabar con la vida de la hondureña de 25 años, César huyó. Sabían que no había dejado el país y sospechaban que alguien le daba cobertura. A los investigadores les llamó la atención que trabajara como cocinero en el restaurante Gerardo de Zaragoza, en la calle Italia, por la gran cantidad de dinero en efectivo que le encontraron tras registrar su vivienda, según fuentes policiales. Su jefa, Raquel, se dio cuenta de que su cocinero era el empresario más buscado porque vio su imagen en televisión. La mujer llamó a la Policía el jueves y los agentes le pidieron cautela.

La madrugada del viernes, algunos agentes de Homicidios de Madrid ya viajaban hasta Zaragoza para organizar el operativo que llevaría a la detención de César Román, que vivía en la calle Portugal 18-20, 3ºIzquierda, y compartía con unos dominicanos. Ésta se produjo de forma «muy tranquila y correcta», según fuentes policiales. Los agentes se encontraban en el bar haciéndose pasar por clientes a eso de las 10:30 de la mañana. Poco después, sobre las 11:00, llegó César. Le dejaron entrar en la cocina y se dirigieron a él. Se mostró tranquilo, según las mismas fuentes, y reconoció ser a quien estaban buscando. «Soy yo», dijo cuando trataron de confirmar su identidad. Así, el que salió por esa puerta ya no era Rafael Rujano.

Antes de irse le dio la mano a Raquel y le dijo: «Muchas gracias por todo», según fuentes de la investigación. Luego fue conducido a los calabozos de la Jefatura Superior de Zaragoza. El registro de la vivienda que ocupaba tuvo lugar sobre las 20:00 horas de ayer. A su llegada al domicilio, Román declaró a Antena 3: «Soy inocente, no he matado a nadie. De hecho creo que no es Heidi». Es curioso que ni sus compañeros de piso hubieran reconocido al «Rey del cachopo» a pesar de que, según explican, se había cambiado de look. Llevaba barba larga, pelo rapado y había perdido mucho peso. Eso sí, siempre que salía a la calle se calaba bien la gorra y utilizaba gafas de sol para no ser reconocido.

Los agentes tienen ahora 72 horas para pasarlo a disposición judicial. Antes, tratarán de tomarle declaración, pero puede negarse. También podrían acudir con él a reconstruir los hechos en el escenario del crimen, si es que el acusado decidiera colaborar, algo que probablemente dependa del abogado que le sea asignado. Antes, según fuentes policiales, necesitan el «ok» del juez de Zaragoza que estuviera ayer de guardia.

Una vez realizado el trámite, será trasladado a Madrid y puesto a disposición del Juzgado número 32 de Plaza de Castilla, encargado de las pesquisas del caso, ya que es el que estaba de guardia el 13 de agosto, cuando se produjo en hallazgo del cadáver. Ese día comenzó para los investigadores uno de los casos más complejos y enrevesados de los últimos años. Ocurrió cuando el humo que salía de una nave de la calle Sebastián Gómez alertó a los vecinos. Llamaron a los Bomberos y los profesionales, tras apagar un fuego mínimo, se encontraron con algo extraño: una maleta de la que parecía que asomaba un cuerpo. Ni siquiera sabían si era humano. Antes de tocar nada, llamaron al 091 y la Policía Nacional tomó las riendas de la investigación. Comprobaron quién era el propietario de la nave, un hombre de avanzada edad llamado Avelino, que la había alquilado a cuatro empresarios. De todos, sólo uno no aparecía. Era César.

Comprobaron sus antecedentes: delitos de estafa pero también malos tratos. Indagaron en su entorno y tampoco conseguían dar con su novia, Heidi, que fue empleada de uno de sus locales y pasó a ser su pareja. Ambos figuraban como desaparecidos. Ella, el 23 de julio y él, el 31. El entorno familiar creía que habían huido juntos para no hacer frente a las deudas de César, pero los investigadores creyeron desde el primer momento que el cuerpo de Usera podía ser Heidi. Comenzaron las primeras indagaciones forenses y algo no cuadraba. La mujer era de aspecto afroamericano y el forense decía que no coincidía. El problema es que el cuerpo estaba muy deteriorado (el fuego o una sustancia rociada por encima aceleró su descomposición). Los agentes tuvieron varias semanas la atención desviada hasta que el ADN aportado por los familiares logró confirmar sus sospechas: era ella. La negativa forense era sólo un error, como publicó este diario el 4 de noviembre. Una vez identificada, César estaba buscado como principal sospechoso. Ahora, podrá explicarlo.