Comunidad de Madrid
El último homenaje de un bombero retirado
Vicente Soler quiso descolgar el cuadro de La Paloma antes de jubilarse. La alcaldesa rogó a la patrona de la ciudad que acabe con el paro
Vicente Soler no pudo evitar las lágrimas cuando, después de amarrar firmemente el cuadro de la Virgen de La Paloma, la imagen de la patrona de los Bomberos, descendió lentamente del altar. Para este bombero, que se retira este año después de 35 de servicio, descolgar el cuadro de la patrona era un privilegio que creía que nunca tendría. «He ayudado muchos años pero siempre había compañeros que estaban por delante de mí a la hora de bajarlo», explicaba ayer, embargado por la emoción en la iglesia de La Paloma y San Pedro el Real.
Minutos antes, mientras esperaba a que llegase el momento, en torno a las dos de la tarde, Vicente narraba que, por ser este el último año que formará parte del Cuerpo de Bomberos antes de jubilarse, había pedido que le permitiesen bajar el cuadro y le habían concedido el honor. «Estoy ilusionado y con mucha responsabilidad», aseguraba, mientras su hijo, que no ha seguido su vocación de apagafuegos, corría a coger sitio en primera fila en una atestada parroquia que prorrumpió en vivas a la Virgen y a los Bomberos durante toda la maniobra. Una vez bajado el cuadro, Soler confesó que había pedido a La Paloma salud para todos «y muy poquito trabajo para los Bomberos, que eso irá en beneficio de todos».
Asimismo, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que desde mediodía acudió a la ofrenda floral y a la misa en la parroquia, pidió a la patrona de los Bomberos por «lo que más nos preocupa a todos, que es trabajo para todos los madrileños». Botella apuntó que la situación del paro está mejor que el año pasado y por ello había pedido «que esto siga en aumento y que el trabajo, que es nuestra principal preocupación, llegue a todos».
La regidora acudió a la misa acompañada por el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid y los concejales de Familia y Asuntos Sociales, Dolores Navarro y Seguridad y Emergencias, José Enrique Núñez, así como los ediles de Centro, David Erguido; Chamartín, Luis Miguel Boto; Ciudad Lineal, Elena Sánchez Gallar y Moratalaz, Begoña Larrainzar. A continuación, y como es tradición de todos los alcaldes madrileños desde Juan Barranco, acudió al bar Los Caracoles, para tomarse una caña acompañada del aperitivo que da nombre al establecimiento.
Tras la misa, el cuadro de La Virgen fue colocado en el presbiterio para que los fieles acudiesen a besarlo y a demostrar su devoción. Horas después, los Bomberos colocaron la estampa en un paso cubierto por las flores ofrendadas durante el día y La Virgen procesionó por el centro de la capital precedida por decenas de chulapos y chulapas entre los que se encontraban los clásicos Don Hilarión, Doña Casta y Doña Susana, que se nombran cada año entre los castizos madrileños.
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