Política

Exposición

Encuentros con los años 30

La muestra narra una época en la que modernidad y vanguardia dejaron de ser sinónimos y el arte desafió los límites entre disciplinas

La Razón
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La muestra aborda la década de los años 30 del siglo XX como un periodo turbulento en el que el arte y el poder se aliaron y confrontaron. Como apunté la semana pasada sobre la exposición «Pop and Politics», resulta una relación clave para entender nuestro propio presente, no tan diferente.

La producción artística estaba marcada por un creciente clima de violencia política y por la aparición de importantes innovaciones tecnológicas. Modernidad y vanguardia dejaron de ser sinónimos; el arte moderno se reformula y comenzaron a generarse ideas que desafiaban los límites entre disciplinas, medios y naciones. Se ha asumido erróneamente que esta década no presenta gran avance estético, sin embargo para los artistas significó toda una lucha; no era tan importante la superación de lo anterior como la creación de espacios de resistencia a un presente que legitimaba la opresión y banalizaba la cultura; una cultura secuestrada por el discurso cuya hegemonía a través de los medios de comunicación servía al dominio político. Los totalitarismos populistas buscaban la identificación emocional de la masa con el líder, lo que chocaba con la modernidad fundada en la experimentación y la ruptura; la utopía y la realidad social entraban en conflicto urdiendo nuevas estrategias artísticas y narrativas, donde la dialéctica bailaba entre la creatividad y la propaganda.

La muestra está estructurada en seis secciones: realismos; abstracción; exposiciones internacionales; surrealismo; fotografía, cine y carteles; España: Segunda República, Guerra Civil y exilio, dando prioridad a las conexiones entre artistas y resaltando la diversidad, audacia y complejidad del arte en un periodo donde se desarrollaron los nacionalismos y el narcisismo colectivo; una década definida a su vez por la movilidad y ruptura de fronteras ideológicas dando lugar, vía exilio, al proyecto colectivo y a la colaboración entre artistas. La muestra propone una reflexión crítica en torno al uso que estos artistas hicieron de los medios de comunicación de masas. Con el artista apátrida surgen nuevas formas globales de comunicación; gracias a la fotografía y al cine se redujeron las distancias creándose el cruce de discursos que bien expone esta muestra.

Entre el realismo, surrealismo y abstracción encontramos La Barraca lorquiana, los inconfundibles carteles de Josep Renau, la críticas ilustraciones de André Masson o Alberto Sánchez, incapaz de defender su propia postura de independizar el arte de la política. Es muy descriptiva la maqueta del pabellón español en la Exposición Internacional de París de 1937, donde se muestran los síntomas de una guerra cultural convertida en militar.

El surrealismo y la abstracción de Picasso o Julio González, Miró, Maruja Mallo, Picabia o Arteta, entre documentos, revistas, carteles, incluso discos de las Brigadas Internacionales de la II República o películas como «Los Olvidados», un film de la época mexicana de Buñuel. Una muestra que nos hace reflexionar sobre los caminos del arte, que como agua encuentra sus rendijas escapando o utilizando los criterios formales.