Estados Unidos
Fiebre ecológica
Desde el año 2000, Madrid ha multiplicado por siete la superficie de producción ecológica. Los huertos urbanos y los grupos de consumo vecinales «invaden» los barrios en busca de alimentos bio
Hoy por hoy, a nadie le resultaría complicado comprar en Madrid alfajores argentinos, caviar iraní, queso francés, pasta italiana, fideos chinos o algas japonesas. Hasta la capital llegan todo tipo de productos internacionales, embasados y frescos, que son comercializados por diversas cadenas de distribución. El lujo, ahora, está en lo autóctono y en lo artesanal.
Conocer el proceso de producción de los alimentos y tener la garantía de que no se han empleado productos químicos en su elaboración ni se ha manipulado su crecimiento es lo que da a un producto la calificación de ecológico. Un sello que cada día es más demandado en la ciudad. Tiendas de moda, de cosmética, de alimentación, restaurantes, bares... Lo ecológico está de moda en Madrid. Tanto es así, que la Comunidad ha visto cómo desde el año 2000 hasta ahora, la superficie de producción ecológica se ha multiplicado por siete. En concreto, según informó la Consejería de Medio Ambiente, que dirige Borja Sarasola, se han pasado de 1.270 hectáreas a 9.383 al cierre del año 2013.
El Gobierno regional ofrece para los agricultores y ganaderos ecológicos ayudas por un importe total de dos millones de euros para mantener la producción y la conservación de los productos y razas autóctonas, muchas de ellas en peligro de extinción. De hecho, gracias a este apoyo se ha conseguido estabilizar sus cabañas o, incluso, incrementarlas significativamente, como ocurre con la oveja Colmenareña, cuya cabaña ha pasado de los 3.132 ejemplares de 2010 a los 5.605 de 2013. Las razas de bovino (Berrenda en Colorado y Berrenda en Negro), de caprino (Cabra del Guadarrama) y de ovino (Rubia del Molar) que completan las cinco actualmente en peligro de extinción mantienen sus poblaciones en números similares o ligeramente superiores.
Pero esta «fiebre» ecológica no sólo ha permitido la mejora en la conservación del ganado y los pastos madrileños, además va camino hasta de modificar la fisionomía de la ciudad. Y es que, a pesar de que aunque cada vez se ven más tiendas artesanas y ecológicas, cualquier fan de los productos naturales se está haciendo con un huerto urbano. Desde los geranios sustituidos por plantas de tomates o fresas en los tiestos de los balcones y terrazas de Madrid, hasta el alquiler de pequeños espacios situados a las afueras de Madrid, los huertos urbanos arrasan en la ciudad.
La primera dama de Estados Unidos cuenta con un pequeño huerto en la parte trasera de la Casa Blanca y en Madrid, en la azotea del Hotel Wellington se cultiva la verdura de su restaurante en un huerto de 400 metros cuadrados. Aunque, más a nivel doméstico, son varias las organizaciones que gestionan el alquiler de pequeños terrenos, quizás la más oficial es la Red de Huertos Urbanos de la Comunidad de Madrid (Redhmad), una iniciativa impulsada por diferentes colectivos que se dedican a la agricultura en los espacios urbanos y que cada día cuenta con más adeptos.
Huertos urbanos en solares
El objetivo ahora es lograr que el Ayuntamiento de Madrid autorice que algunos solares abandonados en la ciudad puedan convertirse en cultivos urbanos. La alcaldesa estaría estudiando legalizar algunos de los huertos urbanos comunitarios levantados y gestionados por asociaciones vecinales en terrenos municipales.
La Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) ha creado una comisión de huertos urbanos para coordinar estas iniciativas, fomentando el intercambio de experiencias y la creación de mecanismos de apoyo mutuo. La federación es además quién está negociando con el Ayuntamiento de la ciudad la posible legalización de algunos de los cultivos urbanos.
El Área de Medio Ambiente del consistorio madrileño cuenta además con un huerto público en el Parque del Retiro. Situado en entrada por la Avenida de Alfonso XII, junto a los Viveros de Estufas, en este espacio educativo se lleva a cabo un programa de educación ambiental centrado en la agricultura y la jardinería ecológica. Cuenta con parcelas para que los madrileños puedan aprender y cultivar sus productos en programas de un año de duración. Tiene además un espacio para las familias, actividades con escolares y también realiza actividades con el Instituto de Adicciones, en las que se utiliza el cultivo como herramienta terapéutica.
Una despensa eco en el centro de Madrid
No es casualidad que a cualquier «adicto» a la comida ecológica le pidas un supermercado de referencia y te lleve a Kiki Market, en el número 21 de la Cava Alta. No hace ni siete meses desde que abrieron pero son ya un referente «bio» en la capital. El motivo es su enorme y cuidada oferta de productos ecológicos y artesanos. Pero sobre todo es en los frescos donde marca la diferencia. Reciben pedido dos veces por semana y cuenta con verdura, fruta, productos lácteos, pollo y ternera con garantía ecológica.
Kiki Market no es una simple tienda ecológica. Es un auténtico supermercado con productos que van desde la limpieza, hasta el pan recién hecho y la comida para niños.
Sus adeptos no olvidan tampoco destacar su decoración y ambiente, un verdadero referente y despensa ecológica y orgánica del movimiento KM 0 o slow food, basado en unir el placer de la comida a la responsabilidad, sostenibilidad y armonía con la naturaleza . En la parte de abajo, Kiki Market organiza además talleres para aprender recetas vegetarianas con algas, veggie balls, degustaciones de vinos ecológicos o quesos como los de la Granja Cantagrullasde Valladolid, o los de La Cabezuela, como el que realizan con la cerbeza La Cibeles, hecha en Madrid.
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