Espionaje
Francisco Granados: «Si fuera del PSOE mis compañeros me defenderían»
Granados comparece desde la cárcel en la comisión de los espías de la Asamblea de Madrid pero se centra en clamar por su inocencia
Granados comparece desde la cárcel en la comisión de los espías de la Asamblea de Madrid pero se centra en clamar por su inocencia
El político más destacado de la «operación Púnica» y única persona que sigue en prisión por este caso de corrupción, Francisco Granados, compareció ayer en una comisión de investigación de la Asamblea de Madrid sobre otro asunto: la supuesta trama de espionaje entre consejeros del Gobierno regional del que él mismo formó parte hasta 2011. Aunque el motivo de esta comisión era otro, Granados dejó clara desde el principio su intención de aprovechar esta comparencia –la primera desde que fue detenido y encarcelado en octubre de 2014–, para reivindicarse como «absolutamente inocente» en la causa por la que se encuentra en la cárcel de Estremera (Madrid) desde hace un año y medio, además de quejarse una y otra vez de que «se han vulnerado mis derechos a la presunción de inocencia y a la defensa y a la igualdad de trato», porque «después de dos años de investigación todavía no sé de qué se me acusa».
Granados compareció durante hora y media por videoconferencia desde una sala de pupitres de la propia prisión y lo hizo solo, vestido con ropa de calle y sentado frente a un papel y junto a una carpeta azul. Negó en todo momento el supuesto espionaje que investiga esta comisión del Parlamento madrileño, que calificó de «montaje y falsedad», porque «no tengo ningún dato ni he observado que nadie espíe a nadie mientras yo he estado» en el Gobierno regional. Pero el principal acusado de la «Púnica» junto al empresario David Marjaliza –ahora en libertad condicional– aprovechó cada pregunta para llevar el debate a su implicación en esta otra trama. Insistió en que se siente «decepcionado y maltratado por el Estado de Derecho» y se quejó reiteradamente de la «indefensión y vulneración de derechos» a la que dice se ha visto sometido.
Los portavoces de PP, PSOE y Ciudadanos, así como la presidenta de la comisión (C’s), intentaron que el compareciente se centrara en el espionaje y no en la «Púnica», pero Granados usó su larga experiencia parlamentaria para desviar el debate, hasta el punto de que todos los anteriores terminaron permitiéndoselo, incluso después de varias llamadas al orden y de apagarle el micrófono para que se callara.
Los portavoces de la oposición coincidieron en acusar a Granados de «chulo y prepotente», pero a alguno de ellos, como al de Podemos, consiguió sacarle de sus casillas. Aunque en todo momento quiso dar la impresión de seguir siendo del PP –del que ya fue expulsado–, no ahorró críticas contra todos para presentarse como víctima: «Si me encuentro en esta situación, en buena parte es porque soy del PP. Si fuera del PSOE, mis compañeros del PSOE me defenderían». Incluso, acusó a los populares de criticarle más que la oposición «pensando que les da votos». Sin embargo, sí se apoyó en sus antiguos compañeros para decir que «muchos saben que yo jamás he metido la mano en la caja» y sólo pareció algo afectado al final, cuando agradeció el apoyo de su familia y amigos, además del trato «profesional» de los funcionarios de la prisión y de algunos periodistas –a los que citó con nombres y apellidos– por respetar su presunción de inocencia.
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