Semana Santa
Jueves Santo accidentado
La cruz del paso de Jesús del Gran Poder se quebró tras chocar contra un semáforo en la calle Toledo, pero la imagen del Santo no sufrió daños. Un cofrade arregló la figura con unas bridas y los costaleros pudieron reanudar la marcha.
La cruz del paso de Jesús del Gran Poder se quebró tras chocar contra un semáforo en la calle Toledo, pero la imagen del Santo no sufrió daños. Un cofrade arregló la figura con unas bridas y los costaleros pudieron reanudar la marcha.
Los corazones de los fieles madrileños se pararon cuando empezaba a caer el sol. Pocos minutos después de salir por las puertas de la colegiata de San Isidro, la cruz del paso de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder se partió por la mitad tras chocar contra un semáforo en la calle Toledo. Los costaleros aguantaron el tipo tras notar el impacto y pudieron posar la imagen sin que el accidente causara ningún daño a la figura del Cristo. Un cofrade subió después al paso y arregló la Cruz del Gran Poder con unas bridas, un apaño que resultó resistente. Los nervios no lograron romper el silencio sepulcral que acompañó a la imagen en su paso por las calles de Madrid en el día en que el Jesús del Gran Poder estrenó túnica.
En el resto, normalidad. «Con el corazón y todo lo que tenemos dentro vamos a llevar a Jesús a todos los madrileños». Esas fueron las palabras de ánimo del capataz del paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno «El Pobre» a los costaleros después de que realizasen una de las maniobras que más nervios despertó entre los espectadores que acudieron en masa a vivir las procesiones en la capital: la salida de la imagen por la estrecha puerta de la iglesia de San Pedro «El Viejo». Con pasos cortos, girados y agachados sacaron los 48 anderos, a cara descubierta y ataviados con indumentaria morada, a hombros a Jesús «El Pobre». Todos se felicitaron tras completar con éxito la maniobra.
Su camino estuvo sembrado de flores que caían desde los balcones y ambientado con los vivas que afloraban entre el público y con los sonidos de las saetas improvisadas de los devotos que se sucedían en las estaciones de penitencia. Otro de los momentos más delicados se vivió en la calle del Cordón, tan estrecha que no permite que el público se sitúe a los lados. Su peregrinaje por las estrechas calles del Madrid de los Austrias se prolongó hasta bien entrada la madrugada.
Sus pasos lo siguieron cuando pasaban unos minutos de las ocho de la tarde la talla de María Santísima del Dulce Nombre de la Soledad, escoltada por un séquito de mujeres con mantilla negra y de riguroso duelo, y que salió un año más de rodillas de la iglesia. Algunos de los que acudieron a las puertas del templo a contemplar su salida llevaban esperando el momento desde las seis de la mañana, un precio que pagaron con gusto a cambio de ver en primera fila a los santos y también las caras de esfuerzo de los que los cargan. La limitación de espacio obliga a que tanto en la salida como en la entrada algunos anderos abandonen sus puestos, por lo que el peso que cargan los que restan en las tres filas es mayor. Las caras reflejaban el esfuerzo de los «valientes».
Avisados por el percance de sus predecesores, los 35 costaleros que cargaron con María Santísima de la Esperanza Macarena pasaron sin problemas. La Virgen estrenó bambalinas, realizadas en un taller de un maestro sevillano, y también escolta. Por primera vez, tres integrantes del Ejército del Aire abrieron la marcha. Los innumerables cirios que arrojaron luz a la imagen trajeron de cabeza a los responsables de la cofradía, ya que muchos se apagaron a causa del viento. Su manto es una reproducción del que luce su hermana de Sevilla, y que se inspira en las redes de los pescadores. Como no podía ser menos, la Macarena también estaba ayer de estreno, en esta ocasión de la mantilla que le cubre el rostro, elaborada con un encaje belga que permite que se le vea mejor la cara.
Con la emoción aún a flor de piel, los fieles se preparan para las procesiones de hoy. A las siete de la tarde saldrán el Cristo de Medinaceli de la basílica que lleva su nombre, el Cristo de los Alabarderos del Palacio Real, la procesión de El Silencio de la iglesia del Santísimo Cristo de la Fe y la de los Siete Dolores de la iglesia de la Santa Cruz. De este último templo saldrá a las ocho y media el Santo Entierro. Mañana el turno será para La Soledad, que cierra los pasos.
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