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La cantera del teatro está en Madrid
En seis años, LaJoven, la compañía creada por David Peralto y José Luis Arellano ya ha atraído a 250.000 espectadores con un proyecto que emerge por y para la juventud.
En seis años, LaJoven, la compañía creada por David Peralto y José Luis Arellano ya ha atraído a 250.000 espectadores con un proyecto que emerge por y para la juventud.
En el número 58 de la calle Antonio López, en Usera, a través de la estrecha puerta de un garaje, puede accederse no sólo al futuro del teatro, sino al de la ficción de nuestro país. Allí, oculto, se ubica ese taller de verdad y emociones sobre el que se ha construido LaJoven, la compañía creada por David R. Peralto y José Luis Arellano, a la sazón director artístico. Cuando llegamos, Arellano habla con los protagonistas de «Gazoline», que se estrenará el 25 de abril en el Conde Duque. Razona con ellos, tratando de que comprendan por qué sus personajes actúan como actúan. Mientras, en el piso de arriba, en un sala de esparcimiento con biblioteca y «dvdteca», nos sentamos en unas butacas rescatadas de la calle y de incalculable valor «vintage». Necesitan ese espacio: los ensayos son de lunes a sábado, seis horas diarias como mínimo. Numerosos posters cuelgan de las paredes. Todos de obras de la compañía. Uno tiene calcada la tipografía del cómic de «Watchmen». Pero no: pone «Fuenteovejuna».
Tienen veintipocos años y han perdido la cuenta del número de veces que se han subido a un escenario. ¿300, 400, 500? «Son como las internacionalidades en el fútbol», dice Álex Villazán, de 25, que sólo con «El curioso incidente del perro a medianoche» ha superado las 200. «Antes llevaba la cuenta y llegue a las 560», recuerda Víctor de la Fuente, de 26, que durante tres años ha dado vida a William en «Punk Rock». De su misma edad es Cristina Varona. Menos veterana, lleva desde 2016. Y entre «Playoff», obra con la que está actualmente de gira, «La isla del tesoro» y «Barro» debe llevar más de 200.
Desde su fundación en 2013, LaJoven suma más de 800 funciones, han actuado ante más de 250.000 espectadores y se han subido a las tablas de 80 teatros de toda España. A los mejores: el Arriaga de Bilbao, el Calderón de Valladolid, el Principal de Zaragoza o nuestros Teatros del Canal. Cifras mareantes, pero no para estos chicos y chicas que no sólo gozan de la inmensa fortuna de ganarse la vida con el teatro, sino que LaJoven ha sido su trampolín para trabajar con directores de la talla de Miguel del Arco –«Federico hacia Lorca»– o de participar en series de televisión como «Acacias, 38», «El príncipe» o producciones de Netflix.
¿Qué es LaJoven? David Peralto afirma que no lo siente como «suyo», que los miembros de su «troupe» son ante todo «compañeros de viaje». La media de edad del elenco, formado por 35 actores y actrices, está en torno a los 25 años. No hay «castings» como tales. Unos talleres veraniegos servían de oportunidad a los responsables del proyecto para elegir a sus miembros. Antes, estos talleres contaban con un reducido grupo. Con el éxito de la compañía están abarrotados.
Si ha habido una obsesión en la vida de este músico, productor y docente es la de llenar las salas de jóvenes: las butacas estaban huérfanas de adolescentes. «Tenía una conciencia muy clara del espacio que habían perdido las humanidades, las enseñanzas artísticas y la educación en valores tanto en Secundaria como en Bachillerato. Era muy importante movilizar a los profesores en valores universales, y hacerlo de la forma que sabemos, que es a través del teatro», dice Peralto.
Y en eso están. Dos tercios de las funciones de LaJoven son sesiones matinales para centros educativos, en los que tratan de inocular a los alumnos el «virus» de los escenarios. Una aclaración: LaJoven no hace un teatro «para jóvenes», sino «con jóvenes». Y eso incluye a los espectadores. Caben desde «La isla del tesoro» a «El señor de las moscas», pasando por «La odisea». «Los adolescentes necesitan que les hables de homofobia, de machismo, de la brecha salarial... problemas que el teatro ayuda a difundir. Todo ello creando una marca de calidad», dice Peralto sobre la compañía, cuya iniciativa «Teatro contra el racismo» cuenta con la colaboración de la Fundación La Caixa a través de su programa Art for Change. El proyecto es privado al 50%, con un 30% de su presupuesto procedente de subvenciones de la Comunidad de Madrid y del Ministerio de Cultura.
Entre esos jóvenes «infectados» por el virus se encuentran los tres madrileños con los que nos citamos. Álex Villazán no quiere dejar pasar esta oportunidad para recordar a María José Pazos, su profesora en el instituto gracias a la cual dio sus primeros pasos. Sin olvidar a Bertold Brecht y a su «Ópera de los tres centavos», que es la que le hizo entender que esto era lo suyo.
Cristina Varona fue compañera de Álex en el instituto. Afirma que «de media, no estoy pasando más de dos días seguidos en Madrid». La gira de «Playoff» la mantendrá ocupada hasta noviembre. Ahora mismo pertenece a Pippi, su personaje. «He encontrado en ella muchas cosas de mí. Te metes en un micromundo del que, por mucho que quieras, es complicado salir», reconoce.
Víctor de la Fuente recuerda su primera incursión. Y confiesa que no fue nada memorable: una actuación de «Grease» en «playback» para el colegio. Sin embargo, cuando las luces se apagaban y sus compañeros se iban a casa, él quería seguir ensayando. Acaba de llegar de EE UU, donde ha representado «El viejo, el joven y el mar», de Irma Correa.
Los periodistas nos lanzamos a los cabezas de cartel, pero nos olvidamos de los que hay detrás. LaJoven no sólo da la oportunidad a actores y actrices; también es una escuela para todos aquellos que quieran aprender sobre el arte de la gestión teatral. Es el caso de Pedro José Sánchez, de 27 años. Su labor es tan fácil de definir como difícil de ejecutar: «Llevar a la gente al teatro». Como a los anteriormente citados, le apasionaba la actuación. De hecho, entró en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (Resad). Pero también hizo periodismo. «Me atrapó el tema de la comunicación y vi que podía trabajar en el teatro desde otro lugar».
«Regalazo» es una palabra que repiten con frecuencia en la conversación. Y lo hacen porque son conscientes de lo difícil que es hoy para un veinteañero ganarse la vida. Y mucho más haciendo lo que realmente les gusta. Y aún más en una industria tan endeble, al menos en nuestro país, como la del teatro. ¿Cómo lo ven? «Es una carrera de fondo», dice Víctor. «Nos podemos obsesionar con llegar, cuando lo bonito es disfrutar del camino. Ninguno podíamos imaginarnos que trabajaríamos tanto cuando empezamos. Es más bonito eso: currar, esforzarte, investigar... sin ponerte una meta, que acabará llegando si tienes una base», concluye.
Hijos de inmigrantes, actores españoles
María Elaidi se pondrá en la piel de Eunice en el Conde Duque. Literalmente. «Es un viaje que te obliga a contar una verdad muy íntima», dice.«Gazoline», de Jordi Casanovas, es su primer gran papel. La obra se centra en cinco jóvenes franceses de cuarta generación durante las revueltas de París en 2005. Como los protagonistas, el elenco, de nacionalidad española, tiene origen inmigrante. En el caso de María, marroquí y argelino. Ya había participado con LaJoven en proyectos por la diversidad. «No es el perfil que pedimos» es un frase que ha escuchado en demasiados castings. ¿Su deseo? Que no sólo le ofrezcan «papeles de inmigrante». Es optimista. «En España no hemos llegado a ese nivel de odio que se muestra en ''Gazoline''».
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