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La «cumbre» ultra que acabó en tragedia
No fue ninguna emboscada. Los grupos radicales Riazor Blues (hinchada de la ultraizquierda del Deportivo de la Coruña) y Frente Atlético (peña de aficionados del Atlético de Madrid vinculada a la extrema derecha) sabían muy bien que iban a verse la mañana de ayer y nada tenía que ver con un partido de fútbol.
No fue ninguna emboscada. Los grupos radicales Riazor Blues (hinchada de la ultraizquierda del Deportivo de la Coruña) y Frente Atlético (peña de aficionados del Atlético de Madrid vinculada a la extrema derecha) sabían muy bien que iban a verse la mañana de ayer y nada tenía que ver con un partido de fútbol. Se trataba, una vez más, de violencia; el deporte era sólo la excusa. Los radicales de ambos equipos se habían amenazado previamente a través de las redes sociales. Ésta es la teoría que barajaban ayer los investigadores de la Brigada Provincial de Información de la Policía Nacional, mientras tomaban declaración, uno a uno, a los 24 detenidos que se produjeron en el marco de la reyerta multitudinaria producida en Madrid Río (muy cerca del estadio rojiblanco), que dejó el balance de un fallecido, once heridos y cerca de un centenar de identificados.
Tenían viejas cuentas que saldar, y ayer fue el día escogido. Al igual que hacen los equipos de fútbol antes de enfrentarse en un partido, los miembros del Frente Atlético llevaban ya unas horas concentrados en los aledaños del Vicente Calderón, preparándose para la batalla. Por su parte, el largo viaje de la hinchada radical coruñesa hizo lo propio en los autobuses que llegaron a la capital sobre las 8:00 horas. Mucho tiempo para alentar el odio contra el rival (no deportivo sino ideológico), de coger fuerzas y envalentonarse con alcohol y estupefacientes. Aun así, los gallegos sabían que jugaban «fuera de casa» y el Frente impone mucho; por eso pidieron refuerzos a sus «homólogos» madrileños. Las vertientes más radicales de las aficiones del Rayo Vallecano (Bukaneros) y del Alcorcón (Alkor Hooligans), ambos de extrema izquierda, acudieron a la llamada de apoyo de sus colegas gallegos. Mientras, muchos hosteleros de la zona del Manzanares más cercana al Calderón fueron testigos de cómo calentaban motores los nazis del Frente. «Estuvieron desayunando y salieron de aquí muy tapados, con bufandas que sólo dejaban ver sus ojos. Luego, fuera, se unieron con más gente del mismo estilo. Les vieron con palos y botellas escondidas en las cazadoras. Vamos, se veía que llevaban intención de liarla», comentó el empleado de una conocida cafetería de la zona. «Se iban haciendo fotos y grabando con el móvil mientras cantaban y se animaban unos a otros». A pesar de las evidencias, nadie avisó a la Policía, que desconocía por completo que ambas hinchadas tenían intención de enfrentarse y, por tanto, no hubo ningún dispositivo policial para el evento deportivo, que no fue declarado de alto riesgo.
Los atléticos, conocedores de que las hinchadas llegan en autobús a la Cuesta de San Vicente y después se dirigen a pie hasta el estadio, los esperaban por las inmediaciones. Madrid Río fue el escenario de la batalla. Los cánticos de unos y otros fueron el preámbulo de los insultos y el comienzo de las agresiones físicas. Al principio, según testigos presenciales, comenzaron a tirarse botellas, pero la reyerta fue tomando forma y aumentó en participantes y violencia por minutos. Eran alrededor de las 8:30 horas y ya había varios focos activos, en torno al Paseo Virgen del Puerto y Paseo de la Ermita del Santo.
La batalla campal duró varios minutos, hasta que los vecinos de la zona alertaron a la Policía. Durante ese tiempo los radicales de ambos extremos se lanzaron mobiliario urbano (papeleras municipales), barras, botellas y hasta sillas de terrazas cercanas. Pero también hubo contacto directo y varios individuos sufrieron heridas de arma blanca. La peor víctima fue Francisco Javier Romero Taboada, un hincha de los Riazor Blues, que después de sufrir un severo traumatismo craneoencefálico fue tirado al río Manzanares por miembros del grupo rival, según se aprecia en los vídeos que varios vecinos grabaron del momento. La Unidad Subacuática de los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid le sacaron varios minutos después, pero ya era demasiado tarde. Los sanitarios de Emergencias-Madrid le practicaron maniobras de reanimación y consiguieron recuperarle de la parada cardiorrespiratoria, pero durante el trayecto hasta el Hospital Clínico volvió a entrar en parada y finalmente falleció. Tenía 43 años. El Samur también atendió a otras once personas, entre ellas una agente de la Policía Nacional con heridas leves. El resto fueron dados de alta en el lugar o trasladados a centros hospitalarios sin pronósticos preocupantes: cortes, heridas abiertas en la cabeza, contusiones... Entre ellos, tres heridos por arma blanca en las manos y otro en el costado pero no penetrante.
La UIP realizó las detenciones a posteriori. Además de identificar a unas 90 personas, otras 24 fueron trasladadas ante la Brigada de Información, donde continuaron prestando declaración. Fuentes policiales aseguraron que sobre todo eran de los grupos de izquierda y aún no habrían identificado a los autores del homicidio. Seis de ellos cuentan con antecedentes por lesiones, robos, amenazas y desórdenes públicos.
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