La huelga de basuras saca su cara más radical

Madrid- Se cumple una semana de la huelga de limpieza y los ánimos ya están cansados. Aunque los empleados siguen con ganas de «permanecer en la lucha», según los sindicatos, los vecinos no soportan más la basura tirada por las calles, pero, sobre todo, están cansados de los disturbios nocturnos, con quema diaria de contenedores –hasta 40 ayer– y coches cercanos. Uno de los puntos afectados de la madrugada de ayer fue la calle Monteleón, en Malasaña. Alrededor de las siete de la madrugada unos vándalos prendieron fuego a un grupo de tres contenedores de reciclaje situados a la altura del número 8. Pero no sólo ardieron los contenedores sino que la acción degeneró en otros cuatro daños.

Las llamas alcanzaron dos pisos de altura y chamuscaron los viejos ladrillos de la fachada trasera de la Sagrada Familia de Burdeos, con entrada por calle San Bernardo. El cable de la línea telefónica que discurría por esta pared también ardió y, a consecuencia de ello, una cercana fundación pro vida para mujeres sin recursos, que trabajan mucho a través de llamadas telefónicas, se quedó incomunicada hasta media tarde, cuando ya acudieron los técnicos a reponerla. Pero el acto vandálico también afectó a viviendas. La calle es estrecha y las altas temperaturas que se alcanzaron hicieron estallar la ventana del 2ºD del número 4, donde vive Dolores Candalija. Antolín y Lucía, una pareja que lleva viviendo en el mismo portal desde los años 70, se quejan del abandono de esta calle. «No es la primera vez que queman un contenedor aquí, estamos olvidados por parte del Ayuntamiento», sostiene el hombre, que ya ha puesto quejas al respecto. «Nos parece bien que se manifiesten y que hagan huelga pero que no esparzan la basura por la puerta de nuestras casas. ¿Qué culpa tenemos nosotros?», añade Lucía. Aunque, sin duda, la peor parte de la quema de contenedores en Monteleón se la llevó Lorenzo. Había estacionado su Fiat Punto el pasado viernes en esta calle con aparcamiento para residentes, muy cerca de su casa, y a eso de las 16:30 horas de ayer, cuando se disponía cogerlo para ir al trabajo, se lo encontró la mitad calcinado y la otra mitad desvalijado. «No me lo puedo creer», decía llevándose las manos a la cabeza. Su cara a medida que iba bajando la calle y comprobaba que, efectivamente, era su vehículo y no un mal sueño era todo un poema. No fue capaz de articular palabra durante unos minutos. Es profesor de la Universidad Alfonso X El Sabio durante el turno de tarde y para llegar a Villanueva de la Cañada le es imprescindible el coche. Ayer, no le quedó otro remedio que cambiar el aula por la comisaría, adonde se tuvo que dirigir a poner una denuncia para remitírsela al seguro junto con las fotos que hizo con su propio móvil. «Ni siquiera me ha llamado la Policía esta mañana para comunicármelo», se quejaba. Lorenzo, italiano afincado en Madrid, recuerda la famosa huelga de Nápoles en 2010, cuando la basura amontonada por las calles alcanzaba los dos metros de altura. «Hasta hoy entendía sus reivindicaciones, pero quiero pensar que lo de quemarme el coche y romperme la luna para ver si había dentro algo de valor es obra de gilipollas, no de empleados de la limpieza», decía el afectado, que esperaba que el seguro a todo riesgo que tenía contratado le cubriera los daños.

La noche también fue violenta para algunos empleados de la limpieza. Fue el caso de Iván R.R., que fue increpado por un individuo (que fue identificado por la Policía pero no detenido) cuando acudía a su puesto de trabajo en la calle Virgen de la Encina. Durante el turno de mañana de ayer, el 99% de los trabajadores acudió a su puesto de trabajo aunque sólo el 78,2% pudo salir a trabajar. La Policía Municipal sigue escoltando sus salidas.

El detalle

Llamada al ejército a través de interntet

La idea suena rocambolesca, pero un internauta madrileño ha lanzado desde la web Change.org una petición al Ayuntamiento y al Ministerio de Defensa para que «el Ejército limpie Madrid de basura», una iniciativa que sumaba ayer más de 2.100 firmas de apoyo. «Si no se llega a una solución el Ejército debería actuar», sostienen.