Ayuntamiento de Madrid

Las cundas de Embajadores se mudan de calle en verano

Cambian Alonso del «Narco» por Martín de Vargas, cuyos vecinos y comerciantes están en pie de guerra por los problemas de suciedad y seguridad que provocan los toxicómanos

Las cundas de Embajadores se mudan de calle en verano
Las cundas de Embajadores se mudan de calle en veranolarazon

La calle Martín de Vargas no atraviesa su mejor momento. La zona, especialmente la primera manzana cercana a Embajadores, desde hace unos meses se ha convertido en el punto de recogida de las cundas, los «taxis de la droga» que los llevan a cambio de unos euros hasta la Cañada Real. Tiempo atrás, el principal problema estaba en la calle Alonso del Barco, a la que también se la conocía como «Alonso del Narco» por la cantidad de personas enganchadas a los estupefacientes que la copaban.

El problema llegó a tal punto que muchos comercios tuvieron que echar el cierre por motivos de seguridad; muchas personas tenían miedo de pasar por allí por si los atracaban. Igualmente, los vecinos ya no aguantataban más la situación por el tema de la higiene y la suciedad. Regueros de orines y excrementos cargaban el ambiente de la vía, puesto que los toxicómanos hacían sus necesidades en la calle. Además, restos de latas de cerveza y comida decoraban la aceras.

La movilización de los residentes hizo que aumentara el control policial, con lo que estos «vecinos» tuvieron que trasladar su centro de estancia a otra parte. No se marcharon muy lejos, exactamente a 180 metros, es decir son dos minutos andando, a la calle Martín de Vargas –casi paralela a Alonso del Barco– y en donde, de un tiempo a esta parte, son visibles los mismos signos de degradación que se vivieron al otro lado de la calle Embajadores y que, sumados al problema de limpieza de Madrid, saturan a vecinos y comerciantes.

Muchos vecinos están cansados de la degradación que sufre esta parte de la ciudad. «Aparte de lo sucio que está Madrid en general, esta zona parece abandonada», se lamentan los habitantes del barrio. Los residentes de más edad tienen miedo de pasear a ciertas horas de la noche por que les ocurra algo. Hace cosa de tres semanas, en la calle del Labrador que, corta con la calle Martín de Vargas, una mujer mayor fue atracada y acabó inconsciente ya que algunos vecinos afirman que «la echaron algún producto», asegura uno de los vecinos que, por miedo, prefiere no revelar su nombre.

Bien es cierto que en la glorieta hay controles policiales y agentes de paisano rondando por la zona, pero no es suficiente, ya que los toxicómanos deambulan por las calles paralelas, rebuscan en la basura y hacen sus necesidades en esquinas, en negocios o garajes. María Ángeles, residente de la zona se queja porque «se mean en la calle y huele todo fatal; los comerciantes baldean la calle por el olor». A tal punto llega la situación que «he visto limpiar la calle a los propios empleados de una heladería aquí al lado, pero no porque sea su obligación, sino por el olor espantoso que hay».

Entre las quejas vecinales está que el servicio de limpieza no es el adecuado y echan en falta que sea más regular y que cuente con más barrenderos y máquinas para que puedan limpiar las calles y eliminar el olor asfixiante que impera en la vía pública. David, otro residente, comenta que «el problema del olor» no lleva desde ahora con la llegada del calor: «ya desde Navidades, aquí en Martín de Vargas, estamos con el olor nauseabundo». «Entiendo que estas personas tengan que hacer sus necesidades en la calle, porque claro, los bares tampoco van a dejarles entrar a que hagan sus necesidades todo el tiempo, pero se necesita más limpieza y ya ves cómo está Madrid en general».

Los comercios de la zona también sufren el problema. Algunos de ellos contaban al lado de sus tiendas con contenedores de basura para reciclar papel y cartón. Pero lo que más llegaba a estos cubos era el desahogo de orina de los toxicómanos con la consiguiente concentración de olores muy desagradables y los regueros que bajaban por toda la calle. «Los cubos antes los teníamos aquí al lado y los trasladaron por este problema y ahora tenemos que desplazarnos más abajo con la incomodidad que supone», comenta la dueña de un estanco cercano.

El servicio de limpieza de agua tampoco es eficiente para el trabajador de la óptica situada en esta calle. «Antes pasaban a regar las calles y por lo menos limpiaban la acera y se hacía algo con el olor. Lo único que veo últimamente es el camión que riega las carreteras, pero, claro, eso no limpia las aceras», señala.

Las quejas por el estado de la ciudad se suman día a día y los ciudadanos piden más servicios de limpieza y, que sean eficientes para paliar este grave problema.