Palacio Real
Los fogones de los Borbones, al descubierto
Los ciudadanos podrán visitar las estancias a partir de hoy por un precio de cinco euros.
Los ciudadanos podrán visitar las estancias a partir de hoy por un precio de cinco euros.
La cocina de los Borbones ya es Patrimonio Nacional. Desde hoy, madrileños y turistas que se acerquen al Palacio Real podrán ver de cerca una estancia más de las dependencias del majestuoso edificio que se alza en la plaza de Oriente: las cocinas. Los visitantes se repartirán en grupos de 20 personas, que deberán reservar plaza por internet, por teléfono o en taquilla. Los que deseen acceder solo a las cocinas deberán pagar cinco euros, cuatro en el caso de adquirirse como complemento al recorrido completo por el Palacio Real. Entre octubre y marzo están programados ocho pases diario, dos menos que entre abril y septiembre.
Aunque en otros palacios reales de Europa existen cocinas parecidas, lo que hace diferentes a las de la residencia madrileña es su antigüedad: «La del castillo de Windsor y el Palacio de Buckingham son más modernas», indicó el presidente de Patrimonio Nacional, Alfredo Pérez de Armiñán. Las siete salas habilitadas para la visita del público general (portería, cocina del ramillete, taller de repostería, entrada a la antigua cocina de Estado, sala de preparación, sala de fogones y cava y botillería) cuentan con 2.625 objetos originales, entre ellos numerosos utensilios de cobre estañado procedentes de París. Las cocinas del Palacio Real de Madrid fueron reformadas bajo el reinado de Isabel II y de Alfonso XII entre 1861 y 1880.
«Para darles el aspecto original se han retirado todos los elementos modernos, entre ellos electrodomésticos y todo el sistema de tuberías», explicó el director de las Colecciones Reales, José Luis Díez. Según los responsables, las cocinas del Palacio Real se mantuvieron en funcionamiento en labores de apoyo hasta 2012, y no dudan en señalar la boda de los actuales Reyes de España, Don Felipe y Doña Letizia, como uno de los momentos clave en la historia reciente. Así, en la sala de cava y botillería aún se conserva una copia del menú del almuerzo que se sirvió en el patio y un ejemplar de cada botella de vino con el que se brindó el 22 de mayo de 2004.
A pesar de que las cocinas se mantenían en perfectas condiciones, las instalaciones se dejaron de utilizar por «razones prácticas»: «Están lejos del comedor principal», subrayó Alfredo Pérez de Armiñán. En 1936 se cocinó por última vez de manera regular, cuando vivía en las dependencias Manuel Azaña. Después de la Guerra Civil, las cocinas del Palacio Real pasaron a ser un complemento de los banquetes oficiales. El espacio total de las estancias asciende a más de dos mil metros cuadrados, y se ubican en el ala este del edificio.
Entre los muros de las «Cozinas de Estado», tal y como reza la inscripción a la entrada de la sala de fogones, se acumulan infinidad de anécdotas reales. «Alfonso XII era el más exigente en el sentido de Estado, aunque en realidad se piensa que la más gourmet era Isabel II solo porque estaba un poco gorda», detalló Pilar Benito, conservadora de Patrimonio Nacional. Por su parte, el monarca más predecible era Carlos III, que repetía la misma cena casi a diario, unos manjares que compartía con sus perros.
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