Arte, Cultura y Espectáculos
Madrid busca a sus Beatles
Productores musicales ven en la nueva ley de espectáculos, que permite la entrada en las salas a menores de 16 años, la oportunidad para que bandas adolescentes despeguen en la escena
La escena se repite más a menudo de lo que parece. Un grupo de chavales desolados suplican al portero de una sala de fiestas que les dejen entrar a ver el concierto de su artista favorito. No puede ser. Son menores de edad. Junto a ellos han viajado desde otras provincias sus padres, que aseguran al guardián que no les quitarán ojo a los niños para que no se metan en líos ni beban alcohol. Pero no hay nada que hacer. La ley de espectáculos impide que entren menores a una sala de conciertos, pese a que pueden acceder sin problemas a un bar cualquiera. «A veces conseguimos que los artistas salgan a saludar a los chavales que esperan, porque siempre hay un grupo», explica Barnaby Harrod, promotor de Mercury Wheels, que asegura que los propietarios de las salas también sufren por ver a chicos de 15, 16 o 17 años en la calle. Pero éste no es el único problema de la restricción de entrada de los menores de edad a los conciertos; muchos de los artistas que tienen entre sus fans a un gran número de adolescentes, como Jack & Jack o The Balcony desisten de actuar en Madrid por las dificultades que entraña encontrar un local que autorice la entrada a los más jóvenes.
«Para que puedan actuar en Madrid la sala tiene que sacar todo el alcohol para admitir a los menores de edad y dejan de ganar dinero, por lo que no les interesa», explica el promotor musical, que recientemente ha dejado de organizar el concierto de un artista que renunció a Madrid a favor de Barcelona por las dificultades. «Lo absurdo es que los festivales, como no son un establecimiento, tienen las puertas abiertas a los menores», destaca.
Veto a la música juvenil
La prohibición ha llegado a alcanzar cotas surrealista, como cuando, según asegura Patricia Gaveiras de Legal Music, los hijos de un artista pudieron asistir a las pruebas de sonido del concierto pero tuvieron que salir del local antes de empezar. Además, Gaveiras apunta al otro gran agujero que ha provocado la prohibición para los menores de la ley de espectáculos: los grupos emergentes. «Ahora los chicos de 15 años tienen un nivel musical muy alto y quieren escuchar y también practicar música –explica–. No existe un circuito de bandas jóvenes y a los 17 años muchos ya están maduros para hacer cosas interesantes y no tienen donde tocar». De hecho, incluso en bandas en las que había menores de edad se les prohibía el acceso.
Según explica la promotora de Legal Music, que ha colaborado con #QueremosEntrar en la redacción del texto legal de la iniciativa para permitir el acceso a los jóvenes, en Europa hay una corriente para la creación de nuevos públicos que considera el impulso de las nuevas audiencias una cuestión fundamental que supone entre el 8 y el 9% del PIB de la unión. Al respecto, Harrod recuerda que «todas las bandas grandes empezaron actuando en salas pequeñas, ante un par de centenares de personas, desde los Beatles a Coldplay», y al impedir que entren menores muchos locales y artistas renuncian a organizar conciertos.
Por eso ambos están más que entusiasmados con la retirada de la prohibición que impulsan tanto el Gobierno regional como los grupos de la oposición en la Asamblea de Madrid y que, según su borrador, permitirá a los menores de 16 años asistir a conciertos y espectáculos acompañados de un adulto y, al tiempo, les impedirá consumir alcohol identificando que no tienen la mayoría de edad con un dispositivo por concretar. «En Inglaterra siempre ha sido así y es una de las industrias musicales más fuertes del mundo», apunta el promotor de Mercury Wheels. «No sólo vamos a poder facilitar el acceso a la cultura a los jóvenes, sino que vamos a poder hacer muchos más conciertos», considera Harrod, que ya planea atraer a varios artistas para el próximo año a Madrid.
Gaveira valora que la iniciativa no se hubiese podido sacar adelante tan sólo con el impulso de las salas y los promotores. «Que los jóvenes haya querido impulsar que se les deje entrar en los conciertos es muy bonito y sin ellos no habríamos tenido éxito», comenta, y reconoce que aunque habrá un impacto económico positivo, lo importante es que se amplía el acceso a la cultura.
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