Angel del Río
Medallas de Oro en la intimidad
En su primer año, la alcaldesa «boicotea» el acto institucional de San Isidro. Lo traslada de Cibeles a Cecilio Rodríguez y cita a las nueve y media de la mañana
Por el afán de cambio, se cambia lo que haga falta. Por ejemplo, el acto solemne de la entrega de las Medallas de Oro de Madrid en el día del Santo Patrón. En el primer año de la era Carmena, y después de que en el seno del gobierno municipal se discutiera sobre la conveniencia o no de entregar este galardón dentro de los actos oficiales del día de San Isidro, se llegó al acuerdo de trasladar el escenario del Palacio de Cibeles, como lugar de la ceremonia, a los jardines de Cecilio Rodríguez, en el parque del Retiro, una circunstancia que reduce la posibilidad de una mayor asistencia de público. Desde que la casa de Cibeles se convirtió en casa de la Villa, el extraordinario patio acristalado, que otrora fue muelle de descarga del correo, ha venido siendo el espacio elegido para el espléndido acto de entrega de la Medalla de Oro de Madrid, máxima condecoración que concede esta ciudad. Llevarlo este año a Cecilio Rodríguez es limitar el espacio y la asistencia, reducir la importancia del acto, hasta el punto de que en esta ocasión las invitaciones son nominales y no se admite acompañante, por lo restringido del aforo. Y bien que se especifica al pie de las mismas: «Por aforo es imprescindible confirmación».
También se cambia la hora. En vez de la cita del mediodía, se pasa a las nueve y media de la mañana, que no parece la más adecuada para convocar un acto de esta naturaleza; quizá se ha querido coincidir con la hora en la que el santo Patrón volvía de hacer su faena laboral en los campos de los Carabancheles, y se paraba a orar en la iglesia de San Andrés, antes de volver a la casa del patrón, Iván de Vargas.
Siendo tan a primera hora de la mañana el acto principal del día, es muy probable que los familiares de Ángel Sanz Briz, el doctor Diego Figuera Álvarez, Madres contra la droga y Voluntarios por Madrid, galardonados con las medallas, se encuentren por los paseos del Retiro a los primeros madrileños que salen a hacer footing en las mañanitas domingueras, y se saluden: «Usted, ¿dónde va?» «A recoger una medalla, ¿y usted?» «A ponerme en forma, a ver si consigo una medalla en la media maratón».
La entrega se adelanta a las 9:30
Pudiera ser que el sensible adelanto en la hora se deba a que la alcaldesa desea asistir a la misa mayor del mediodía en la colegiata de la calle de Toledo, como han venido haciendo todos los alcaldes, desde Tierno a Botella, pero parece no ser éste el motivo, porque Carmena asistirá a otra misa menos solemne, nada oficial y más popular: la que se celebrará en la pradera de San Isidro, lugar al que suelen acudir y dejarse ver cada año los políticos de todas las ideologías y raleas, para confraternizar con los romeros y las agrupaciones castizas, sobre todo si hay elecciones a la vuelta de la hoja del calendario. Y seguro que este año habrá más políticos con safo (pañuelo al cuello) y parpusa (gorrilla), que lechuguinos y majas de rompe y rasga.
Queda por ver si la alcaldesa de Madrid va a cumplir con la ancestral costumbre de beber el agua milagrosa de la fuente de la ermita de San Isidro, que hizo brotar el patrón a golpe de arrejada, y que como reza en un verso de Lope de Vega, inscrito en la misma fuente: «Si con fe la bebieres, y calentura tuvieres, volverás sin calentura», y no le vendría mal a doña Manuela beber con fe para aliviar la calentura por tanto revisionismo del pasado y de los proyectos del pasado.
Este primer San Isidro de la nueva corporación municipal va a tener cambios en horarios, lugares y hábitos. Algunos creen que cambiar es de sabios. Ya veremos si el año que viene hay todavía más novedades, y si la Medalla de Oro de Madrid deja de entregarse en el día del Patrón, o se hace de una forma más íntima en el despacho de la alcaldesa y con la sola presencia de premiados y padrinos.
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