Delincuencia
Nueva delincuencia
En España aún es noticia atracar un banco, asesinar, o robar de forma violenta a un rico y esperemos que nunca deje de serlo. Es sano para una sociedad como la nuestra, que estos delitos sean siempre portada de periódicos o entrada en telediarios. Cada delincuente tiene su propio estilo, pero todos se mueven por una misma regla; mínimo riesgo, máximo beneficio. Son conocedores (son delincuentes pero no tontos) que en este país somos muy garantistas, nuestra legislación les protege, olvidándose de la víctima y que en el caso extremo de pisar la cárcel, tendrían cierta calidad de vida.
El problema surge cuando el estilo del delincuente varía de la costumbre que hay en nuestro país, esto empieza a ocurrir con la irrupción de cierto tipo de delincuencia extranjera (si, he dicho extranjera y terminen de leer), que desprecia la leyes españolas por veniales y que cambia la lógica conocida hasta la fecha.
Somos el país del tocomocho, del timo de la estampita y de Eleuterio. El lute, nuestro lute, es un ejemplo de reinserción elevado a los altares, nada tiene que ver con el infierno del que proceden los nuevos delincuentes. Sin escrúpulos, organizados en bandas piramidales, dotados de armas de fuego que no les importa utilizar, capaces de las mayores atrocidades para conseguir sus objetivos, el desprecio a lo humano es patente en sus actos.
Debemos prepararnos con una mayor coordinación a nivel internacional, especialización policial y sobre todo cambios legislativos referentes a la prisión preventiva, mayor dureza penal contra asociaciones y organizaciones criminales, sin olvidar un cambio de mentalidad; se acabo el tiempo de los carteristas y timadores.
Mientras tanto, espero y deseo que lo ocurrido en el barrio de Sanchinarro en Madrid siga siendo noticia de portada.
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