Gastronomía

¡Que siga la verbena!

«Madriz» sigue viva en Malasaña, donde lo castizo y lo moderno conviven entre vermús de grifo y canciones de Amy Winehouse

Tras unas vacaciones, el bar «malasañero» reabre hoy sus puertas con las pilas recargadas
Tras unas vacaciones, el bar «malasañero» reabre hoy sus puertas con las pilas recargadaslarazon

Un año más, decimos adiós a las calles engalanadas con espumillón y banderines de colores; un año más, las trompetas y los tambores dejan de gritar al cielo que estamos de celebración; un año más, nos despedimos de los bailes en pareja y de los vinos al aire libre. Porque, sí, nuestras fiestas populares han terminado...claro que, siempre nos quedará el Verbena Bar en la calle Velarde 24.

Madrid, capital de torres de oficinas y avenidas de seis carriles, esconde en pleno centro un barrio en honor al recuerdo, que hace de esta ciudad gobernada por el tiempo, un lugar que se deja llevar por el encanto y el desenfreno. Es, por supuesto, Malasaña, la representación de esa otra Madrid, la que baila en las verbenas, la que viste con claveles, la que se escribe con «z». Y es en esa «Madriz» donde se esconde el Verbena Bar, un local cuya puerta corona una hilera de bombillas desnudas donde, como en un salón cualquiera la mañana del día de la madre, el ambiente lo perfuman unas cuantas flores exhalando su último suspiro de vida en vasos de agua. En cuanto a la decoración, sillas y mesas de una antigua escuela custodian un robusto sofá de piel oscura, mientras una decena de marcos de todos los tamaños, formas y colores envuelven el preciado «Manifiesto Verbenero», el que da sentido a este rincón: «Cansados como estábamos de tanta gastronomía venida de allende los mares, reivindicábamos que el “Madriz” más castizo no estaba reñido con la modernidad», reza el documento. Y el texto continúa con un listado de parejas imposibles que, sin embargo, en este bar tan bien han casado: las croquetas y los «gintonics», el neón y la Piquer o la juerga y el chotis... Así, lo que persigue este bar es una fusión tan única como sus clientes, que mantienen el toque «kitsch» del barrio siendo parte de la magia de este lugar.

La carta acompaña también a la dinámica del espacio: entre cócteles y cervezas, encontramos sitio para exquisitos platos y deliciosos postres, destacando sus «desayunos fetén», en los que el café no es más que el principio de la comida más importante del día que, al estilo verbenero, acaba con un buen chupito de crema de orujo, de hiervas o de pacharán.

En fin, que si es usted un nostálgico y quiere que la despedida de las fiestas madrileñas sea menos dolorosa, si necesita desconectar y perderse en el hechizo de lo perfectamente pasado de moda, entonces no tiene más que ir a Malasaña y entrar en el Verbena Bar –no tiene pérdida, a la entrada hay una tabla de «skate» tuneada con gracia y adornada con flores de plástico, y dice en letra de cuaderno de caligrafía: «verbena»–. Además, el bar reabre hoy tras cerrar durante los festejos, así que, ¡imagínense qué ganas tienen de que siga la verbena y de que no pare la fiesta!