Música
Rock de frontera ibérica
Olivenza es un lugar, un estado de ánimo. Del encuentro de Portugal y España surge una sonoridad única
Raúl Marques nació en Oporto y Cira Fernández en Badajoz. Y de su encuentro, de las almas transfronterizas el gusto por las tradiciones folk de ambos países y la raíz de la música popular.
Raúl Marques nació en Oporto y Cira Fernández en Badajoz. Y de su encuentro, de las almas transfronterizas el gusto por las tradiciones folk de ambos países y la raíz de la música popular. Es inevitable hablar del poso del fado o del flamenco, pero el eclecticismo de ambos músicos pica de varias fuentes del este con delicadeza surgida del jazz. El resultado musical es impecable, dirigido por Jairo Zabala (De Pedro), entre otros buenos músicos que han colaborado, y en lo emocional... dicen que suena a dehesa.
Su álbum homónimo suena impecable gracias, entre otras razones, a invitados de lujo como Carles «Campi» Campón en la mesa de mezclas (habitual colaborador de Jorge Drexler) y las apariciones de David «el Indio» (Vetusta Morla), Borja Barrueta (Jorge Drexler), Luis Domercq (la Shica) y la masterización del álbum en los estudios de Calexico. Sergio Mendoza, miembro de la banda americana, habla del resultado en términos elogiosos: «Marques es un enorme multiinstrumentista y domina todos los géneros. Es increíble verle pasar de uno a otro». El disco pide a gritos amplitud de miras y devuelve estados de ánimo reconocibles. Aire latino y sonidos acústicos perfectos para sentirse en casa. «Son melodías que te acercan a los atardeceres del Pomte Dom Luis. Mucho para un álbum de debut», ha declarado Jairo Zabala, padrino del proyecto y quien podría acompañarlos en el concierto de esta noche en Madrid. «Nuestra música es una puesta de sol en el Algarve, en un club de jazz polvoriento, unos vinos de Oporto, un barco cruzando el Atlántico...», dicen. Pocas veces se habla de música fronteriza en España y, al hacerlo ahora, se confirma que pocas fronteras son tan artificiales como las que dividen (cada vez menos) ambos lados del Tajo. Será por eso que la melancolía invade a veces las canciones de Olivenza, un proyecto que, por cierto, se alumbró en Madrid, donde se cruzan algunos caminos.
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