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Tras los huesos de Cervantes: cuatro días de búsqueda palmo a palmo
Los técnicos destacan la calidad del subsuelo en el primer día de búsqueda de los restos del escritor en las Trinitarias n Un georradar y cámaras térmicas explorarán la iglesia en parcelas de 30 centímetros
En 1870, la Real Academia Española encargó un informe al Marqués de Molins para confirmar que aquellas murmuraciones, dadas por todos como verdaderas, estaban fundamentadas en algo más que habladurías y que el Convento de las Trinitarias de Madrid custodiaba los restos del autor de «El Quijote». En esas páginas, tituladas «La sepultura de Miguel de Cervantes», el académico recreaba el entierro del novelista. Sucedió el sábado 23 de abril de 1616, en medio de un silencio sepulcral, y mientras la Villa y Corte andaba entretenida en otros asuntos. «Se abrían las puertas de la iglesia para que pasara un féretro en hombros de cuatro hermanos de la Orden Tercera. El cuerpo que en él venía estaba amortajado con el mismo sayal, llevaba descubierto el rostro y no tenía cruzadas las manos sobre el pecho, como era uso. Sólo con la diestra empuñaba una cruz a guisa de espada. Apenas los hermanos terceros pusieron el ataúd en el suelo, se agolparon las religiosas a la celosía de un cuarto inmediato que servía de coro, pero la capucha de san Francisco cubría la frente lisa y desembarazada; estaban cerrados los alegres ojos y las barbas de plata, crecidas durante la larga enfermedad, y la hinchazón de la hidropesía desfiguraban el rostro aguileño. Quién hubiera podido reconocer bajo aquel hábito penitente el cadáver del festivo escritor y del valiente soldado?». Esta descripción, con algo de literatura en la pluma, arroja luz sobre el momento en que se dio sepultura al escritor. Desde entonces, su tumba, así como el origen de sus apellidos –que, como comenta Darío Villanueva, secretario de la RAE, continúan teniendo más sombras que claros–, sigue siendo un misterio.
Con el propósito de resolver por fin este enigma, el que concierne al lugar exacto en el que reposa el escritor alcalaíno, un equipo de investigadores liderados por el historiador Fernando de Prado comenzó ayer el trabajo de campo en el Convento de las Trinitarias, situado en el centro de la capital. La afluencia de más de cincuenta medios de comunicación –incluidos varios internacionales como la BBC y la CNN– retrasó el arranque de este primer día de trabajo, en el que todo el protagonismo fue para los georradares y las cámaras equipadas con sensores térmicos. Con estos equipos, los técnicos coordinados por Luis Avial –que ha participado en la exhumación de decenas de fosas de la Guerra Civil y en la búsqueda del cuerpo de Marta del Castillo– tomarán durante los próximos tres o cuatro días los datos que les permitan elaborar un mapa tridimensional del subsuelo y de las paredes del recinto.
«Aunque hemos comenzado el trabajo con algo de retraso, somos muy optimistas. Va a ser una investigación metodológicamente muy seria y que vamos a intentar realizar de la mejor manera posible, sin molestar a las monjas del convento», reconocía Avial. Sus buenas sensaciones se deben «a la buena calidad del subsuelo que han detectado» en estas primeras horas de trabajo, lo que, según el investigador, se traducirá en un informe muy fiable. La exploración se ha efectuado «con la malla más densa que se ha utilizado nunca, cada 30 centímetros», con el objetivo de lograr una mayor definición y una información más concreta a la hora de elaborar el mapa del subsuelo. «La toma de datos es muy rápida. Otra cosa es la redacción del informe, que yo calculo que podré haber redactado en 20 o 30 días», subrayó Avial. Las primeras barridas del georradar se centraron en la nave de la iglesia del convento, mientras que los equipos termográficos recopilaron información en las paredes verticales, ya que era frecuente realizar enterramientos en los muros que separan las capillas.
La nariz y los dientes, claves
Una vez se elabore el mapa tridimensional –en el que se determinarán si existen o no cavidades susceptibles de ser tumbas–, el forense Francisco Etxeberría será el que se ponga al frente de la investigación. En esta segunda fase, se desarrollaría una excavación selectiva para recuperar los restos óseos que pudieran corresponder con los del escritor. Para ello no podrá estudiarse el ADN, pero sí tener muy en cuenta su caracterización atropológica: su gran nariz, el hecho de que sólo conservara seis dientes o las señales en el pecho y en la mano izquierda que le dejó la batalla de Lepanto. La última etapa, que el equipo insiste en poderla llevar a cabo en 2014, debería concretar si esos restos pertenecen realmente a Cervantes.
El detalle
Un convento con historia
La literatura rodea el Convento de las Trinitarias. En las calles inmediatas, además de Cervantes, vivían Quevedo y Lope de Vega. Además, cerca de sus muros, Calderón de la Barca dirimió alguna contienda de espadas. Intramuros albergó la tumba del autor de las «Novelas ejemplares» y, en clausura, a una poetisa y dramaturga hoy un poco olvidada: Marcela del Carpio, hija del «fénix de los Ingenios y monstruo de la naturaleza» (como llamó Cervantes a Lope), que al tomar los hábitos adoptó el nombre de Marcela de San Félix. Llegó a ser abadesa y, siendo monja, vio pasar el cuerpo de su padre muerto cuando iba camino de su entierro.
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