Sucesos
Un cura, un seminarista y un repartidor, los «salvavidas» del viaducto
Distrajeron a un hombre que se quería tirar por el Puente de Segovia hasta que llegó la Policía
Pasaban pocos minutos de las dos de la tarde y el madrileño puente de Segovia estaba a punto de convertirse en el escenario de una tragedia. A pesar de las mamparas de seguridad que flanquean el puente, un joven consiguió sortearlas para asomarse a la barandilla con intención de lanzarse al vacío. «Estoy harto» decía. Paseantes iban y venían sin saber muy bien cómo actuar ante aquel hombre prácticamente encaramado al borde del viaducto. Un joven sacerdote sí que se dio cuenta de que estaba ante un suicida. Con apenas diez días de ministerio a sus espaldas, se enfrentó a una situación más que difícil: salvar, in extremis, la vida de una persona desesperada.
¿Cómo se prepara un sacerdote para intervenir en este tipo de casos? Miguel Díaz, seminarista de sexto curso, asegura que buena parte de la formación que reciben durante los años de estudio en el seminario se centra en cómo tratar a las personas. Para ello, señala como un aprendizaje determinante el acompañamiento que los seminaristas realizan en las parroquias: «La labor pastoral te permite que vayas conociendo más a fondo el misterio del corazón de las personas». El joven cree que ante estos casos extremos «la gente siente una especial confianza hacia los sacerdotes o consagrados porque nos ven diferentes, aunque se trate de personas ateas», apunta. «Un sacerdote atiende a quien lo necesite; es, por supuesto, nuestra vocación. Pero, en casos así, nosotros no empleamos técnicas como tal, es sin duda la gracia de Dios la que actúa», concluye.
Precisamente fue un seminarista quien ayudó ayer al sacerdote a disuadir al hombre que pretendía arrojarse al vacío. Esa zona es muy transitada por sacerdotes, consagrados, seminaristas y religiosas por encontrarse cerca la Facultad de Teología San Dámaso. Un repartidor de publicidad también se sumó a los dos hombres. Allí se quedaron, pegados a la mampara disuasoria tratando de que el joven depusiera su actitud. El sacerdote aprovechó para impartirle la bendición e, incluso, administrarle la unción de enfermos por si, finalmente, el hombre hubiera optado por quitarse la vida. Sin dejar de prestarle atención ni un solo minuto, el cura pudo hacer gestos a otros viandantes para que avisaran a Emergencias.
Sin embargo, el momento más dramático se produjo cuando el joven llegó a traspasar la barandilla del viaducto. En ese instante, tanto el repartidor como el seminarista tuvieron que sortear la mampara de seguridad, de una altura considerable, para sujetar al hombre que ya estaba decidido a lanzarse al vacío. No sin luchar con él, consiguieron agarrarle justo en el momento en que un coche de la Policía local hizo acto de presencia.
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