Enrique Miguel Rodríguez

En la guerra de las conspiraciones

La Razón
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Los políticos siguen jugando a marear la perdiz como si todavía estuvieramos en tiempo para que los ciudadanos siguieran aguantando jueguecitos. Además, todos los partidos, cuando se encuentran en apuros, usan parecidas estrategias. Lo primero, negarlo todo; luego, abrir el ventilador para que la inmundicia llegue a todas partes, y se remata la faena con la conspiración. Lo vivimos con los GAL, con Filesa, con Mercasevilla, con los ERE..., ahora con Bárcenas y Gürtel . Lo que estoy deseando como votante del PP es que se aclare de verdad la procedencia de los millones de euros en cuentas suizas, que es el meollo del asunto: que el ex tesorero siempre ha tenido fortuna personal y sólo tiene que ponerse al día con Hacienda. Para desmontarlo, debería bastar con enseñar las declaraciones anuales de la renta y ver qué ingresos y patrimonio declara y comprobar si las mismas avalan tan elevada fortuna. Por que por mucho que me fastidie Rubalcaba y sus intrigas, nunca voy a creer, llevando la trama conspiratoria al límite, que el barbudo político haya ingresado los 22 millones a nombre de Bárcenas para fastidiar. Esto último es parte de la sección de humor que comparto con Latre en «Herrera en la Onda».

En el encuentro que tuvimos con el buen alcalde de Cordoba, valientemente entró al trapo del asunto, apuntó algo que personalmente he mantenido en estas páginas: que los políticos ganan muy poco dinero. Puso como ejemplo a un alcalde que no es de su partido, Abel Caballero. Cuando su partido lo solicitó para presentarse como candidato a la alcaldía de Vigo sólo puso una condición: tenía que ganar lo mismo que en su puesto como catedrático, además, sin sueldo para la galería y compensaciones por el lateral, haciendo público el salario. Argumentaba que él podría sacrificarse, pero no su familia. Una inútil forma de hacer ejemplar la vida pública a base de pagar poco ha sido sin duda una de las causas que nos han llevado a la ciénaga actual.