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Repsol
Hidrógeno renovable, una energía clave para gestionar la red eléctrica del futuro
Las energías eólica y fotovoltaica están entre las renovables más desarrolladas y competitivas. Su único inconveniente es que, según la época, nos podemos encontrar con sobreabastecimiento o déficit de electricidad. Cuando no exista ni viento ni sol, necesitaremos un respaldo energético. Y ahí es cuando entra en juego el hidrógeno
España es el país del sol y del viento. Por ello, no es de extrañar la presencia cada vez mayor de parques fotovoltaicos y eólicos en nuestro territorio. El sistema eléctrico español está evolucionando hacia un modelo renovable, en línea con la transición energética en la que está sumida la economía europea. El objetivo será producir electricidad de forma sostenible. Sin embargo, esta expansión cuenta con un inconveniente: la falta de estabilidad.
«Habrá días que no haya suficientes horas de sol o de viento como para abastecer a toda la población. Y no solo eso. Lo habitual es que la energía renovable que no se utiliza, se pierda», afirma María Retuerto, investigadora del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC. Esto ocurre tanto con la eólica como con la solar. «Por ejemplo, en verano, sobre todo en los picos de luz de mediodía, la red no necesita tanta energía y desperdiciamos el excedente».
La solución pasa por almacenar esa energía. De esta forma, se podrán usar en momentos en los que su disponibilidad es menor (menos viento en verano y radiación solar en invierno). Esto hará posible un sistema energético sin intermitencias, que sea continuo y sólido. Y ahí es cuando entra en juego el hidrógeno.
Lo primero que debemos saber es que este elemento químico puede producirse de forma 100% renovable y sin generar emisiones. El proceso es simple: la energía eléctrica generada de manera sostenible en una planta fotovoltaica o eólica se utiliza para romper las moléculas de agua, que están compuestas por oxígeno e hidrógeno. El resultado es la obtención de un vector energético con una huella de carbono nula y que tiene múltiples aplicaciones en la industria, el ámbito doméstico o la movilidad. Pero además (y aquí está la clave) es una forma de conservar energía y puede almacenarse fácilmente.
«El almacenamiento químico de hidrógeno hace posible guardar sus moléculas de forma casi ilimitada y por largos periodos de tiempo», revela Tomás Malango, director de Hidrógeno de Repsol. Y añade que, además, éstas «tienen el mérito de que acumulan mucha energía en poco espacio».
Guardar el excedente de las renovables en forma de hidrógeno es una opción eficaz, según Retuerto. «Además, este método supone una ventaja extra respecto a otros modos de almacenamiento. No solo sirve para generar electricidad después, a través de pilas de combustible, sino que tiene otros usos», señala la investigadora.
El hidrógeno se puede utilizar en determinados procesos industriales, en la creación de fertilizantes o para generar combustibles sintéticos con los que poner en marcha coches, aviones y otros medios de transporte. También se puede introducir en un determinado porcentaje en las líneas de gas natural. En definitiva, es un vector energético muy estable y versátil.
Una oportunidad histórica para España
Esta tecnología innovadora está a punto de dar el salto a su desarrollo y puesta en marcha. «Tendremos hidrógeno renovable disponible el año que viene a pequeña escala, y a lo largo de la próxima década irá en aumento. En 10 o 15 años se irá incrementando su consumo», asegura Malango. «Estamos en un momento en el que el hidrógeno sostenible ha pasado de imposible a real».
El único inconveniente hasta ahora era que, para romper la molécula del agua y generar hidrógeno, había que aplicar mucha energía en forma de electricidad, por lo que el coste del proceso era muy elevado. Lo que ha cambiado es que vivimos un boom de energía renovable y eso abre un horizonte en el que se vislumbra una electricidad más barata.
Este despliegue ha convertido a España en un entorno clave para el futuro del hidrógeno. «Cubriendo el 2% de la superficie del país tendríamos una generación renovable suficiente para abastecer todo el consumo nacional de electricidad», asegura el experto.
Nuestro país también cuenta con el tejido industrial necesario para convertirse en líder de Europa en la producción y exportación de esta energía. En su compromiso con el objetivo de alcanzar la descarbonización de la economía, las compañías energéticas invierten una parte importante de sus recursos en la investigación para obtener hidrógeno sostenible. Es el caso de Repsol, la mayor productora y consumidora de hidrógeno en España, que apuesta por esta energía como un vector energético imprescindible en su modelo de negocio.
Tanto es así, que tiene prevista una inversión de entre 2.200 y 2.900 millones de euros vinculada a proyectos relacionados con toda la cadena de valor del hidrógeno, claves para alcanzar su objetivo de ser cero emisiones netas en 2050. La compañía ambiciona ser líder en hidrógeno renovable en la Península Ibérica y alcanzar en 2025 una producción de 400 MW, con la intención de superar 1,2 GW en 2030.
Estos planes impactarán en varias zonas de la geografía española para generar oportunidades y crear empleo y riqueza. Como ejemplo, en Bilbao pondrá en marcha un electrolizador de 100 MW, el mayor tamaño que se está construyendo en el mundo, que entrará en operación en 2024.
En definitiva, el despliegue de parques de energía eólica o solar y de este tipo de plantas para la generación de hidrógeno, permitirán una producción de hidrógeno renovable a gran escala que se podrá emplear en un número mayor de industrias y de aplicaciones. Y España podría sacar una gran ventaja de este producto versátil y renovable para gestionar el sistema eléctrico del futuro.
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