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tabaco
Lo que hay que conocer de las alternativas libres de humo
La eliminación de la combustión en el consumo de tabaco resulta clave para reducir los riesgos para la salud de los fumadores incapaces de abandonar el hábito
Los cigarrillos existen desde hace siglos y la manera en la que se consumen –mediante la combustión– ha permanecido prácticamente invariable desde sus inicios. Sin embargo, los recientes avances tecnológicos han permitido desarrollar una serie de alternativas al cigarrillo que han conseguido demostrar científicamente que son mejores opciones para los fumadores adultos en comparación con seguir fumando. ¿La clave? Han eliminado la combustión y, por ende, el humo de la ecuación.
Desde hace tiempo sabemos que lo mejor que puede hacer cualquier fumador adulto es dejar el hábito y dejar de consumir nicotina y tabaco por completo. Sin embargo, la realidad es que, a pesar de conocer sus efectos dañinos, aún más de 1.000 millones de personas en el mundo continúan fumando. La irrupción de las nuevas alternativas plantea la necesidad de conocer bien las principales características de cada categoría de producto y sus diferencias respecto al cigarrillo convencional en términos de impacto en la salud, que es clave para que los fumadores adultos que van a seguir fumando puedan elegir de manera informada entre las opciones existentes. Veamos entonces, por partes, qué representa cada opción.
Cigarrillo convencional
Por un lado, tenemos el cigarrillo, que está compuesto por tabaco que se procesa y se enrolla en papel y luego se enciende para poder consumirlo. Este tabaco se quema a 600ºC, pero cada calada puede elevar la temperatura por encima de los 800ºC generando un humo. Y es precisamente este proceso de combustión donde se liberan la mayoría de las sustancias dañinas y potencialmente dañinas presentes en el humo que inhala el fumador adulto. Este alto nivel de sustancias químicas, y no la nicotina, ha demostrado ser la principal causa de enfermedades relacionadas con fumar.
Es importante, al respecto, entender otro hecho, y es que la nicotina* es una sustancia adictiva que se encuentra de manera natural en la hoja del tabaco y es una de las razones por las que los adultos fuman, aunque no es la única… Para muchos fumadores adultos, el sabor, el ritual y la experiencia sensorial también son razones para mantener el hábito. Por ello, para que los adultos que de otro modo seguirían fumando cambien con éxito a alternativas libres de humo, estos productos deben contener nicotina y ofrecer un sabor y una experiencia aceptables.
¿Cuál es la principal ventaja de estas alternativas en comparación con los cigarrillos? Que eliminan el humo de la ecuación. En vez del proceso de combustión, lo que usan es un proceso de calentamiento por debajo de los 400ºC, generando, en su lugar, un vapor que es diferente al humo del cigarrillo. De hecho, los estudios han demostrado que, puesto que no se produce combustión, el vapor o aerosol que se libera contiene un nivel significativamente inferior de sustancias nocivas en comparación con el humo del cigarrillo.
Podemos encontrar varios tipos de alternativas sin humo, entre los más conocidos se encuentran los productos de calentamiento de tabaco y los cigarrillos electrónicos. Veamos las características que les diferencian.
Calentar, no quemar
Por un lado, los productos de calentamiento de tabaco que, como su nombre indica, utilizan tabaco que se calienta sin llegar a quemarlo, gracias a la tecnología incorporada en un dispositivo electrónico. Este proceso evita la generación de humo (y ceniza) y, en cambio, lo que produce es un aerosol. Eso sí, y como ya hemos comentado, al utilizarse con tabaco, su uso conlleva la inhalación de nicotina.
Por otro lado, tenemos los cigarrillos electrónicos, que se parecen a los cigarrillos en el nombre… pero en realidad son muy diferentes. Esta alternativa, al contrario que la primera, alberga en su interior un líquido que no contiene tabaco, pero sí puede llevar nicotina agregada. Ahora bien, este líquido tampoco se quema, solo se calienta, por lo que tampoco libera humo, sino un vapor (de ahí su nombre popular de vapeadores).
Diferentes legislaciones
¿Y qué se está haciendo al respecto? Es cierto que existe un alto nivel de desinformación entre los ciudadanos y no existe un amplio consenso en cuanto a la aplicabilidad de las políticas de reducción del daño en el tabaquismo y el uso de las alternativas libres de humo. Sin embargo, hay países, como Reino Unido y Estados Unidos, que tras llevar a cabo sus propias investigaciones sobre estas alternativas, han llegado a sus propias conclusiones independientes y han basado su regulación diferenciada en función de las evidencias científicas obtenidas y al perfil de riesgo de cada categoría de producto. Esto ha llevado, en ambos casos, a contemplar el uso de otras alternativas al cigarrillo menos dañinas como herramientas complementarias para abordar los casos en los que no sea posible dejar el hábito de fumar.
Nueva Zelanda es otro ejemplo de países que han decidido incorporar la vía de la reducción del daño a la salud a sus políticas sanitarias. Recientemente, el gobierno de este país aprobó (en agosto de 2021) un nuevo marco regulatorio para los cigarrillos electrónicos y los productos de calentamiento de tabaco, que contempla dos principios para alcanzar una sociedad libre de humo: seguir estableciendo una regulación estricta para los productos de tabaco de combustión y, a la vez, establecer un tratamiento diferenciado para los productos de vapeo regulados, reconociendo sus posibles ventajas (en términos de reducción del daño) en comparación con los cigarrillos.
La aparición de alternativas y la apuesta por la investigación científica que las avala suponen, sin duda, un gran avance de cara a conseguir un futuro libre del humo de los cigarrillos, que cada día está más cerca.
* La nicotina es una sustancia adictiva presente de manera natural en la hoja de tabaco. Aunque no es la principal causa de las enfermedades relacionadas con el hábito de fumar, no es inocua y está contraindicada para determinados perfiles (menores, embarazadas, lactantes, diabéticos, personas con hipertensión o insuficiencias cardiacas).
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