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Santa Colomba de Curueño
El segundo bosque sostenible de Clece se asienta en el monte leonés
La compañía plantará cerca de 70.000 árboles con el objetivo de absorber más de 25.000 toneladas de CO2 en los próximos 40 años

En mayo de 2018, un gran incendio afectó a 645 hectáreas en el municipio de Santa Colomba de Curueño, en la provincia de León. Siete años después de aquella tragedia ecológica, se ha iniciado un proceso de recuperación integral del entorno natural. Para ello, Talher, filial de Clece especializada en servicios medioambientales, está llevando a cabo la reforestación de 45,61 hectáreas de monte. Este será el segundo bosque sostenible que la compañía impulsa, en el marco de su estrategia medioambiental, tras la inauguración el año pasado del denominado “Parque Talher Benalmádena”, ubicado en el municipio malagueño del mismo nombre. En esta ocasión, según explica el director de obra del proyecto, Asier Saiz Rojo, se plantarán cerca de 70.000 árboles, con los que se prevé absorber 25.000 toneladas de dióxido de carbono a lo largo de los próximos 40 años.
Restaurar el monte y recuperar su función ecológica
Con este proyecto de repoblación forestal se busca acelerar el proceso de regeneración de manera controlada, para evitar la proliferación de matorral inflamable y para lograr un ecosistema estructurado, resiliente y adaptado a las condiciones que requiere el entorno. Antes de iniciar este proceso, Talher ha realizado un estudio técnico en profundidad para analizar las características del suelo, el régimen de precipitaciones, la altitud y otros factores climáticos clave para asegurar el éxito de la plantación.
Según explica Saiz Rojo, este plan de recuperación se ha estructurado en tres fases claramente diferenciadas. Actualmente, los trabajos se encuentran ya en la primera etapa, que se centra en la preparación del terreno, la base que garantiza el éxito de lo que vendrá después. Este periodo inicial se prolongará durante varias semanas, en las que los equipos especializados retirarán los restos de madera calcinada. Una vez limpio el terreno, podrán realizar los hoyos para la posterior plantación de especies vegetales: se comenzará plantando 1.600 árboles, con una separación de 2,5 metros entre ellos.
Tras finalizar la primera fase, los trabajos tendrán que pausarse hasta el otoño, para poder proceder a la plantación. El motivo de dejar pasar este tiempo es porque esta segunda etapa requiere de meses en los que la vegetación se encuentra en estado de “savia parada” o reposo, es decir, cuando ya se han caído las hojas y frutos, pero aún no han brotado los nuevos (aproximadamente entre noviembre y febrero-marzo). “En esta segunda fase se plantarán entre ocho y diez especies seleccionadas según una planificación que favorezca la regeneración natural y la diversidad del ecosistema”, señala el director de obra. El 92 % serán coníferas, que era lo más abundante en la zona antes del incendio y lo que mejor se adapta tanto al paisaje como a la actividad habitual de la comarca, que tradicionalmente ha trabajado en el aprovechamiento de la madera. El 8 % restante serán especies denominadas frondosas, como el roble, el abedul, el tejo o el cerezo, para fomentar la biodiversidad y el alimento de la fauna. Según Saiz Rojo, “se trata de hacer un bosque más complejo que el que había, con una mezcla de especies coherente: los pinos crecerán más rápido, y las especies frondosas ‘refugiadas’ se irán abriendo por debajo”.
La tercera y última fase está orientada al seguimiento, mantenimiento y evaluación del proceso de reforestación para asegurar su viabilidad a largo plazo, según lo previsto. “Intentamos asegurar que la planta crezca más, poniendo protectores para evitar que los animales silvestres se las coman, por ejemplo”, añade el técnico.

Un compromiso a largo plazo
Además de compensar las emisiones de la compañía, estos espacios naturales sostenibles representan una oportunidad para restaurar ecosistemas dañados y contribuir activamente a los objetivos globales de lucha contra el cambio climático. En el caso de esta comarca leonesa, cuenta con una amplia tradición forestal, que puede aportar su experiencia autóctona. “Llevar a cabo este trabajo requiere un gran conocimiento de la zona”, apunta el director de obra. Por su parte, Mónica Manrique Samaniego, directora de Talher, resalta, además, la implicación más “emocional” que supone para los habitantes de la zona la reforestación tras el gran incendio: “Volver a tener fauna, flora, recuperar el paisaje… y hacerlo, además, a largo plazo, pensando en los próximos 40 años. Creo que es muy bonito y un bien global”.
¿De qué manera se evaluará este impacto con el paso de las décadas? Según detalla la directora, el proyecto está inscrito en el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), lo que garantiza su trazabilidad y control. En los 40 años contemplados en el compromiso, se realizarán auditorías externas cada cinco años para verificar que la masa forestal cumple con su función de sumidero de carbono y que mantiene su equilibrio ecológico.

Una red de bosques sostenibles
El terreno en recuperación de Santa Colomba de Curueño se suma al “Parque Talher Benalmádena”, que ocupa una superficie de 1,59 hectáreas —equivalente a tres campos de fútbol— y en el cual, en diciembre de 2023, se plantaron 1.200 árboles de diferentes especies: pinos, algarrobos, alcornoques y tarajes, entre otros. Se estima que, en los próximos 30 años, absorberá unas 157 toneladas de CO₂.
Con el avance de este segundo proyecto en Castilla y León, la organización ya se plantea ampliar su acción a otras regiones del país: “Estamos abiertos a trabajar en cualquier zona, siempre que podamos operar de forma eficiente”, declara Manrique Samaniego. Actualmente, además de Castilla y León, se están explorando nuevas posibilidades en Andalucía y Extremadura, lo que pone de relieve la dimensión que esperan alcanzar con estas iniciativas.
Iniciativas por la sostenibilidad más allá de la reforestación
Más allá de la reforestación, Clece trabaja en diversas estrategias orientadas a la reducción de su huella de carbono. Una de las principales medidas es la electrificación de su flota de vehículos. “Desde el Departamento de Compras y desde la sede central hay un compromiso claro: todos los nuevos vehículos, ya sean de renting o en propiedad, deben ser eléctricos”, comenta la directora de Talher. Además, resalta la implementación de mejoras en eficiencia energética en sus instalaciones, como paneles solares o sensores de luz inteligente. Estas acciones, aunque aparentemente pequeñas, forman parte de una visión integral para seguir avanzando en sostenibilidad.
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