Teatro

Elisa le lee la cartilla a Beethoven

Olga Margallo dirige una obra sobre la creación de una partitura inmortal

Imagen de la obra Beethoven#ParaElisa"
Imagen de la obra Beethoven#ParaElisa"Teatro Español

Ya se sea melómano o un pardillo en música clásica, siempre hay un nombre asociado a Beethoven: Elisa. Para ella compuso «Para Elisa», también titulada «Para Teresa», una bagatela –una composición instrumental corta y sin pretensiones– que se ha hecho universal en un capricho del destino que tenía reservada para ella un pie de página en la biografía del compositor.

Antonio Muñoz de Mesa escribe el texto de la intrahistoria de esta obra en «Beethoven #ParaElisa», una obra de una hora y cuarto de duración, que empieza en la raíz de este proyecto: Therese Malfatti von Rohrenbach zu Dezza, el amor platónico del artista al que, según las investigaciones, era una joven alumna a la que se declaró en 1810. Mientras recibía el «no» por respuesta, Beethoven recibió un encargo de su parte: que componga una composición para piano para una joven, con visos de ser una prodigio como soprano –empezó a cantar a los 12 años–, que acababa de llegar a la ciudad a Viena y que empezó sus estudios de canto con Salieri, el gran rival de Mozart.

Sea como fuese, parece ser que fue el inicio de un triángulo amoroso, más espiritual que carnal, ya que Teresa le dijo a Beethoven que la composición de la pieza no era más que una excusa para que, además, le impartiese clases de piano a la joven Elisa, que sufre una crisis creativa y empieza de mostrar desinterés por la música.

¿Qué hizo el compositor? Cumplir sus órdenes aunque solo fueran un señuelo para complacer a Teresa y ser una especie de mentor y también psicólogo para que Elisa recupere la ilusión. Sin embargo, la sorpresa llega cuando Ludwig descubre que ella también tiene que enseñarle algo a él: que la vida va más allá que el genio, el talento y la música. Es un aprendizaje para ambos. «Beethoven #Elisa» es una fábula de fácil digestión porque no pretende ser grandilocuente y trascendental, aunque ofrece una reflexión que no conviene que caiga en saco roto: la educación solo funciona cuando deja de ser impuesta, en ese momento en el que se deja fluir al alumno sin depositarle expectativas que no son las suyas.

«Hay gente con un talento especial para la música, o para un deporte, los hay portentos de la danza, expertas en ciencia, superdotados de la palabra, fenómenos del arte… Personas que han nacido para ser número uno de algo, de eso trata nuestra obra. Pero, ¿puede alguien con un talento especial para algo elegir no brillar como un «genio»? ¿Puede alguien como Elisa, una joven virtuosa de la música, cuestionar al mismísimo Beethoven sobre cuál es el verdadero sentido de la vida?», comenta la directora de esta obra vitalista y divertida, Olga Margallo.