David pasará estas Navidades en Madrid, lejos de Gijón y su familia, pero cuenta con la compañía de Faruq y Bastian, que le ayudan a tomárselo con humor.

Sin vuelta a casa por Navidad

Muchos jóvenes con residencia familiar en otros puntos de España y del mundo han decidido permanecer en Madrid durante estas fiestas por responsabilidad y para evitar la propagación del virus

En Madrid no hay playa. No es nada nuevo, pero sí más doloroso ahora que nunca, cuando el que será uno de los peores años en el recuerdo de cualquiera se despide como ya es costumbre: sin besos y sin fiestas. El mar tiene el poder de silenciarlo todo por un momento, casi hasta de congelar el tiempo con el vaivén de sus olas que, entre bravas y calmas, hipnotizan y cautivan, llegan de un golpe y se van con una caricia. El mar es reiniciar. Y por eso, aunque no sea nuevo, a una semana de decir adiós al 2020, que en Madrid no haya playa hoy duele, especialmente si no recuerdas un 1 de enero sin un baño en la playa, como le pasa a Irene, que hace cuatro años dejó Las Palmas para venir a estudiar a la capital. Entonces no le importó alejarse del mar porque lo tenía a un solo vuelo de distancia; ahora es una de las renuncias que más le pesan de estas Navidades raras, precisamente, por estar a tanto como a un vuelo de distancia. «Canarias pagaba las pruebas PCR a los residentes que regresaran a las islas durante estas fechas, pero quién me dice a mí que desde que me hago el test aquí hasta que cojo el avión no me puedo infectar», pregunta retórica la joven argumentando su decisión. Como ella, son muchos los que, por esta vez y desde la responsabilidad, no han vuelto a casa por Navidad.

Los primeros en descartar unas fiestas en familia este año fueron los europeos y extracomunitarios: «La mayoría de los estudiantes tenían pensado regresar a sus casas, pero la situación era tan cambiante que muchos empezaron a tener sus dudas y a los americanos y asiáticos no les costó decidir quedarse en Madrid», explican desde Aluni.Net, plataforma que gestiona el alquiler de pisos para universitarios que da alojamiento a casi mil personas en Madrid. Este fue el caso de Guadalupe y Gabriel, mexicanos que desarrollan sus doctorados en Investigación Forestal Avanzada en la Universidad Politécnica de Madrid y hace meses que saben que esta Nochebuena la pasarían en España, en forma de velada romántica: «Después del verano, cuando la situación de la pandemia se agravó tanto aquí como allí, aceptamos que sería complicado viajar», reconocen.

Una de las cosas que más echará de menos Irene estas Navidades es su tradicional baño en la playa en Las Palmas el 1 de enero.
Una de las cosas que más echará de menos Irene estas Navidades es su tradicional baño en la playa en Las Palmas el 1 de enero.Alberto R. RoldánLa Razón

Para Irene habría sido más fácil y, aun así, acabó sus exámenes de Derecho en la Universidad Rey Juan Carlos y, en lugar de hacer las maletas, tomó la determinación de quedarse en su piso en Vicálvaro y de conformarse con ver a los suyos esta noche a través de una pantalla. «Ha sido una decisión difícil, pero pensé que el mejor regalo que podía hacerles a mis abuelos era quedarme», explica la estudiante que, a diferencia de sus amigas y amigos, se ha quedado en Madrid pese a la presión social: «Todo el mundo me insistía en la idea de la tradición, pero creo que este año había que sacrificarse porque una situación excepcional requiere una Navidad excepcional», afirma sin titubeos. Así, las de 2020 no serán solo las primeras Navidades en Madrid de Irene, sino también, a sus 21 años, las primeras Navidades que viva sola, ya que sus dos compañeras de piso han hecho planes para estas fiestas: «A mí me da apuro ir a casa de nadie; si no estoy con los míos para no ponerles en peligro, tampoco con otros y correr el mismo riesgo», aclara sobre su postura.

Pero los estudiantes no son los únicos en esta tesitura, porque, como de Madrid al cielo, del mismo modo que un día Irene espera encontrar una buena oportunidad laboral en la ciudad, muchos jóvenes trabajadores construyen su futuro en la capital. «Me mudé a Madrid al finalizar mis estudios universitarios en Bellas Artes para hacer un máster en Mercado de Arte en 2014; una compañera que trabajaba en la Sastrería Cornejo me pidió ayuda con una serie web ese mismo año y, desde entonces, no he vivido sin un rodaje de por medio», recuerda sobre sus primeros pasos en la profesión David, técnico de vestuario y ambientación en cine y televisión. «Mi padre es considerado persona de riesgo y el cuidado con él debe ser extremo, así que acordamos que era mejor esperar que forzar una situación incómoda de medidas de seguridad postapocalípticas entre turrones; como no somos una familia religiosa podemos celebrar la Navidad en el mes del año que nos dé la gana», explica David sobre sus razones para no estar ahora mismo en Gijón, su ciudad natal.

David pasará estas Navidades en Madrid, lejos de Gijón y su familia, pero cuenta con la compañía de Faruq y Bastian, que le ayudan a tomárselo con humor.
David pasará estas Navidades en Madrid, lejos de Gijón y su familia, pero cuenta con la compañía de Faruq y Bastian, que le ayudan a tomárselo con humor.David Kirchen

Con 29 años, este es el primer 24 de diciembre que el asturiano cena en soledad, sin embargo, encara los próximos días con optimismo tras haber superado un largo y creativo confinamiento en un piso de 40 metros cuadrados en el barrio de Lavapiés: «Me dediqué a construir looks de casas de alta costura con la ropa de mi armario y convertí la corrala en una pasarela en mi particular Cuarentena Fashion Week; la respuesta en redes sociales fue genial, la gente se divertía tanto como yo y conseguí aparecer en el perfil de Instagram de Jean Paul Gaultier, ¿qué más puedo pedir?», relata el joven al que el estado de alarma cogió rodando 15 horas diarias al aire libre la serie «El Cid». Con estos antecedentes y a falta de su compañera de piso y casi hermana, no es de extrañar que hoy David no se conforme con recalentar unas sobras y degustarlas vestido con cualquier harapo tirado en el sofá junto a Faruq y Bastian, sus amigos felinos: «No caeré tan bajo como para cenar solo, con dos gatos y encima en pijama; me arreglaré, aunque solo sea para hacerme una foto con la que recordar unas Navidades históricas, ¡y quién sabe si una edición especial de la Cuarentena Fashion Week!», desvela el artista.

En su descanso después de un semestre duro o de un trabajo intenso, sin grandes galas o con ellas, tirando de videollamadas o no, echando de menos con lágrimas o en silencio; sea como sea y cada uno a su manera, Irene y David están en Madrid, cerrando el 2020 sin vuelta a casa por Navidad. «Siempre he sido muy fan de la esperanza, pero creo que ahora es momento de no esperar nada; desde el confinamiento en marzo la gente está obsesionada con que acabe la pandemia, siempre mirando al futuro, cuando lo que necesitamos no es salir de esta, sino aprender a estar en esta», concluye Irene sin mayores deseos de año nuevo. Y ese convencimiento de estar haciendo las cosas bien para que al 2021 no haya que pedirle salud porque la salud llegará sola después de una pausa de adaptación a las circunstancias es lo que une a Irene y a David. Bueno, eso, el menú sin carne ni pescado de esta noche y, claro, la playa que no tiene Madrid.